La práctica integral de vida. Ken Wilber

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La práctica integral de vida - Ken  Wilber Sabiduría Perenne

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de furia!

      Tony y el monstruo siguen explorando durante un rato los sentimientos y la experiencia del monstruo.

       1. Conviértase en ello

      Cuando Tony se convierte en el monstruo, dice:

      —¡Estoy muy enojado! ¡Hiervo de furia y de rabia y quisiera matarte!

      Reapropiarse de la sombra

      Gracias a la práctica del proceso 3-2-1, Tony acabó reconociendo que, detrás del miedo, acecha la ira. Después de su divorcio, aquella ira había acabado convirtiéndose en un elemento independiente de la sombra que, en sus pesadillas, asumía la forma de un monstruo airado. Sólo reapropiándose de la ira podría Tony relajar la represión de la sombra y liberar, de ese modo, el poder de un yo más integrado.

      Figura 4.1 Traducción de las emociones e impulsos secundarios e inauténticos a sus formas primordiales y auténticas.

      Entonces se dio cuenta de que llevaba varios años sutilmente deprimido. Y ello se debía a una represión que le impedía acceder a la energía contenida en la emoción reprimida. Entonces empezó a hacer ejercicios más vigorosos en el gimnasio, disfrutando en especial con las clases de kick boxing y emprendió una terapia que le permitió restablecer contacto con la energía de su ser y encauzarla más adecuadamente.

      Pero esto es algo que queda lejos del alcance de la meditación. Porque, por más ejemplar que fuese durante la sentada cotidiana su trabajo de observación del miedo, el miedo era una emoción inauténtica, un síntoma de la ira, la emoción primaria. Poco importa, en tal caso, que (como hacen muchas personas) nos pasemos veinte años observando el miedo porque, de ese modo, jamás conseguiremos liberar la represión primordial (en el ejemplo que nos ocupa, la represión de la ira). Y, si no restablecemos contacto con la emoción verdadera, seguiremos proyectándola y generando a nuestro alrededor todo tipo de monstruos inspiradores de miedo (y, en consecuencia, nuestro miedo no será miedo a los monstruos, sino miedo a nuestra propia ira). Poco importaba, en tal caso, que Tony permaneciese en contacto con el miedo y creyese estar transmutándolo, porque jamás conectó ni, en consecuencia, liberó la represión de la ira, la emoción primordial y auténtica, la verdadera causa de su miedo y de sus pesadillas.

      Al no atenerse a la secuencia real de la disociación (que va desde 1 hasta 2 y luego 3) y no reapropiarse terapéuticamente de los contenidos disociados (que va desde 3 hasta 2 y luego de 2 a 1), la meditación acaba convirtiéndose en una forma de establecer contacto con el Yo infinito que simultáneamente refuerza la falta de autenticidad del yo finito cotidiano que, roto en fragmentos, acaba proyectándose sobre los demás. Y estos fragmentos enajenados y ocultos, inaccesibles incluso al sol de la contemplación, acaban convirtiéndose en un molde sombrío que sabotea inadvertidamente todos nuestros movimientos.

      

Módulo de un minuto El proceso de la sombra 3-2-1

      Uno puede hacer el proceso 3-2-1 cuantas veces quiera. Y son dos, al respecto, los momentos especialmente interesantes, al despertar por la mañana y al acostarnos por la noche, poco antes de dormir. Quien conoce la dinámica del proceso 3-2-1 sólo necesita unos pocos minutos para llevar a cabo el proceso con cualquier cosa que pueda estar molestándole.

      Mañana: Revise, a primera hora por la mañana (antes incluso de levantarse de la cama), su último sueño e identifique cualquier objeto o persona que posea una carga emocional. Luego enfréntese a esa persona o a ese objeto manteniéndolo en la mente. Hable después con esa persona o con ese objeto (o resuene simplemente con ello, sintiendo cómo sería estar en su presencia). Finalmente, conviértase en esa persona o en ese objeto y asuma su perspectiva. En este caso, no es necesario anotar por escrito este ejercicio, sino que puede realizarlo mentalmente.

      Noche: Elija, justo antes de ir a dormir, la persona que más le haya molestado o atraído durante el día. Enfréntese mentalmente a esa persona, hable y finalmente conviértase (como hemos descrito anteriormente) en él o en ella.

      Éste es un ejercicio que, repitámoslo una vez más, puede hacer todas las veces que quiera, a primera hora de la mañana o a última hora de la noche.

       Las tinieblas luminosas de la sombra

      Existen diferentes tipos de sombra. Durante la mayor parte de este capítulo nos hemos centrado en una de las modalidades fundamentales de la sombra, la sombra inconsciente reprimida, es decir, los impulsos, sentimientos y necesidades que nuestra conciencia experimenta tan amenazadores que acaba reprimiendo. Este material de la sombra acaba convirtiéndose en el origen y la fuente de las proyecciones, tanto negativas como positivas. Y el trabajo de iluminar la oscuridad nunca concluye.

      Hay otro tipo de sombra que también conviene señalar, la sombra de las capacidades emergentes que aún no hemos asumido y de las que, en consecuencia, todavía no nos hemos reapropiado. Ésta es la sombra de nuestras dimensiones más elevadas, de las dimensiones que quieren tomar tierra y ser vividas. Es frecuente que nuestra identidad condicionada no reconozca estos aspectos de nuestras vocaciones y capacidades únicas y profundas que, en consecuencia, mantenemos alejadas de la conciencia, en la sombra. Es por esto por lo que existen ciertos tipos de crecimiento imposibles hasta que esa represión se relaje y podamos asumirnos y mostrarnos como individuos, en última instancia, únicos.

      Dicho de otro modo, hay ocasiones en las que nuestra inteligencia, nuestra intuición y nuestras capacidades más elevadas no concuerdan con la imagen que tenemos de nosotros mismos. Y, en tal caso, funcionamos de acuerdo a nuestras viejas identidades fijas, incapaces de integrar y encarnar responsablemente nuestras potencialidades y nuestra conciencia más elevadas, y nos quedamos atrapados siendo menos de lo que realmente somos. Es muy importante advertir que la sombra no sólo encierra impulsos rudimentarios e “inferiores” del psiquismo, sino también aspectos evolucionados “más elevados”. Hay que ser conscientes de esa posibilidad y también hay que descubrir, cuando la reconocemos operando en nosotros, la claridad y el valor de decidir vivir nuestras potencialidades más elevadas. En el epílogo de este libro, titulado “El yo único”, hablaremos de este proceso de abrirnos a nuestra dinámica y a nuestro significado especial. Estas “sombras doradas” nos brindan una oportunidad extraordinaria para el crecimiento.

      Hay personas que, pese a tener una gran capacidad de liderazgo, se encuentran —por parecerles demasiado agresivo, masculino y asertivo— a disgusto con ese aspecto de sí mismos y quieren que otros se hagan cargo de la situación. ¿Quiénes son ellos —suelen decirse, en tal caso— para señalar a los demás lo que tienen que hacer? Esas personas, al asociar el lide-razgo a cualidades de control y de dominio percibidas como negativas, han acabado generando, en sí mismos, una “sombra dorada”. Y, si bien admiran la capacidad de liderazgo ajena, también se sienten incómodos con ella. En este sentido, el proceso 3-2-1 puede ayudarles a reconocer su deseo de ser un líder —que quizás sea el aspecto más avanzado de su práctica y de su desarrollo, una “sombra dorada” que, en el caso de que verse asumida y reapro-piada, puede convertirse en un auténtico don de luz visionaria.

      Uno

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