La práctica integral de vida. Ken Wilber

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La práctica integral de vida - Ken  Wilber Sabiduría Perenne

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convertirá en “yo”

      y lo que era “yo”

      acabará convirtiéndose en “lo mío”

      y será testimoniado como yo soy.

      Así es como su energía se verá reclamada y liberada.

      El proceso de transmutación de las emociones y el trabajo con la sombra nos proporcionan un espacio extra para nuestra vida emocional, en el que podemos relajarnos y experimentar directamente nuestros sentimientos.

      En este sentido conviene ser curioso e investigar, confiando en que el proceso no resultará doloroso, sino liberador. Si admitimos la importancia de la energía contenida en nuestras emociones, podremos trabajar con ellas, sabiendo que finalmente se abrirán, liberando su represión y permitiendo su expresión libre y despierta. Y puede estar seguro de que, cuando tal cosa ocurra, se sentirá mucho más poderoso porque, en tal caso, la extraordinaria energía que encierran se convertirá entonces en vitalidad, conciencia y desarrollo.

      El proceso de la sombra 3-2-1 y la transmutación de las emociones son prácticas muy poderosas y útiles. Los beneficios que las acompañan pueden transformar profundamente nuestra experiencia interna, enriqueciendo nuestra vida y acelerando espectacularmente nuestro crecimiento. Son muchas las personas que temen experimentar algunos de sus sentimientos, un miedo que les impide estar completamente presentes.

      Esto puede cambiar si confiamos en que los sentimientos que nos asustan encierran una oportunidad para aumentar nuestro poder y nuestra vitalidad. Y el ejercicio exitoso de esta práctica no sólo libera energía anteriormente atada a las emociones contenidas en la sombra, sino que también proporciona el fundamento realista para una relación más rica y compasiva con nuestra vida emocional.

      Figura 4.2. Emoción auténtica encerrada en la energía de la emoción liberada

      Son muchos los frutos que acompañan a estas prácticas emocionales:

       la predisposición a reconocer y experimentar la vida más directamente, incluyendo sentimientos que anteriormente nos resultaban difíciles de admitir

       vitalidad y poder donde antes nos sentíamos aturdidos y temerosos

       capacidad de estar plenamente presentes en situaciones emocionalmente cargadas

       apertura sincera y curiosidad relajada ante emociones ligadas a la sombra

       clima interno de aceptación y compasión por uno mismo

       menor tendencia a dejarnos secuestrar emocionalmente y, en consecuencia, la correspondiente capacidad para ver la vida con mayor claridad

      Ahora podemos empezar a extraer algunas conclusiones relativas a la sombra y establecer también un par de conexiones esenciales entre el trabajo con la sombra y otros aspectos de la PIV, especialmente la práctica espiritual y la meditación.

      Cuando no nos enfrentamos a la sombra, ésta acaba encontrando el modo de obstaculizar nuestro camino

      Son muchas las lecciones que nos han legado los maestros espirituales. Entre ellas se oculta una que suele pasar inadvertida y es que, independientemente del tiempo que pasemos meditando, jamás podremos convertir a la oscuridad en luz. Y, en este sentido, conviene recordar a las muchas figuras espirituales extraordinarias cuya reputación se ha visto manchada por escándalos relativos al sexo, el poder, y el dinero, derivados (de forma, a veces, sutil y paradójica) de los impulsos de la sombra inconsciente.

      Es imposible ver lo que no podemos ver

      ¿Qué es lo que ocurre si meditamos y si lo hacemos muy profundamente?

      Podemos observar el miedo y la tristeza aflorando como objetos de nuestra conciencia, podemos relajar nuestra “identificación” con ellas y hasta podemos descubrir el presente temporal en el que el miedo y la tristeza dejan de importar. Pero si, además de meditar, no hacemos trabajo con la sombra, probablemente no nos enfrentemos a ella. Esto es algo que ha quedado patente después de tres décadas de las diligentes sentadas de los alumnos occidentales que han seguido los caminos orientales. Existe una gran diferencia entre los meditadores avanzados que, aunque han meditado, no han trabajado con su sombra, y aquellos otros que han ejercitado ambas prácticas. El trabajo con la sombra que tiene lugar, por ejemplo, cuando llevamos a cabo el proceso 3-2-1, reintegra lo relativo en la totalidad, sin rozar siquiera el Yo o Testigo infinito. La meditación, por su parte, nos ayuda a realizar el Gran Yo, pero no tiene absolutamente nada que ver con los problemas del yo finito. La Práctica Integral de Vida, por su parte, se ocupa de ambas cosas, cura el yo finito unificándolo a la sombra y descubre el Yo infinito que, siendo la vacuidad sin manifestar en todas las condiciones, carece tanto de yo como de sombra.

      El trabajo con la sombra incluye un territorio amplio y rico

      El trabajo con la sombra impregna toda la PIV.

      El crecimiento pasa necesariamente por tolerar la incomodidad. Si queremos ver una alternativa más consciente, debemos cobrar conciencia de lo inconscientes que son nuestros hábitos y nuestras tendencias anteriores. Y ello implica, al menos, un momento de conciencia implacable de uno mismo, lo que no resulta nada sencillo.

      Las personas inmaduras se niegan insistente y reactivamente a esa auto-conciencia implacable, pero los practicantes desarrollan una respuesta diferente, una respuesta curiosa e interesada. Esa nueva conciencia de las pautas y tendencias inconscientes e improductivas es, en realidad, una buena noticia, porque jalona la aparición de nuevas alternativas que mejoran nuestra vida.

      Esta capacidad —la capacidad de enfrentarnos a nuestras limitaciones y, en lugar de negarlas o reaccionar defensivamente, aprender de ellas— resulta esencial para todos y cada uno de los módulos de la Práctica Integral de Vida.

      El trabajo con la sombra es para siempre

      El trabajo con la sombra es simultáneamente necesario e interminable. Porque, independientemente de lo conscientes que seamos, no hay punto final al perfeccionamiento del psiquismo. En todos y cada uno de los instantes que componen nuestra vida, el psiquismo, de forma subrepticia y oculta, puede jugar una vez más al escondite consigo mismo. No es de extrañar que afirmemos que el trabajo de iluminar la oscuridad no concluye nunca.

      No debemos esperar, pues, liberarnos definitivamente de la sombra. A pesar de nuestras sombras, siempre podemos ir más allá de nosotros mismos. Es un error quedarnos complacientemente atrapados en una interminable “sala de espejos” en la que lo único que vemos son reflejos disfrazados de nuestro ego.

      Emprender este trabajo es algo muy importante. Quienes se esfuerzan sinceramente con la intención de reapropiarse de sus proyecciones se convierten en personas más maduras, responsables y fiables. Por ello consideramos que el trabajo con la sombra es un módulo esencial. Las sesiones de psicoterapia tienen un final, pero el trabajo de la sombra jamás concluye. Es cierto que,

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