Viage al Parnaso La Numancia y El Trato de Argel. Miguel de Cervantes Saavedra

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Viage al Parnaso La Numancia y El Trato de Argel - Miguel de Cervantes Saavedra

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O quántas, y quan graves circunstancias

       Dixera destos quatro, que felices

       Aseguran de Apolo las ganancias!

       Y mas si se les llega el de ALCAÑICES,

       Marques insigne, harán (puesto que hay una

       En el mundo no mas) cinco Fenices.

       Cada qual de por sí será coluna,

       Que sustente y levante el edificio

       De Febo sobre el cerco de la luna.

       Este (puesto que acude al grave oficio,

       En que se ocupa) el lauro y palma lleva,

       Que Apolo da por honra y beneficio.

       En esta ciencia es marabilla nueva,

       Y en la Jurispericia unico y raro,

       Su nombre es DON FRANCISCO DE LA CUEVA.

       Este, que con Homero le comparo,

       Es el gran DON RODRIGO DE HERRERA,

       Insigne en letras, y en virtudes raro.

       Este, que se le sigue es el DE VERA

       DON JUAN, que por su espada y por su pluma

       Le honran en la quinta y quarta esfera.

       Este, que el cuerpo y aun el alma bruma

       De mil, aunque no muestra ser christiano,

       Sus escritos el tiempo no consuma.

       Cayóseme la lista de la mano

       En este punto, y dixo el dios: con estos

       Que has referido está el negocio llano.

       Haz que con pies y pensamientos prestos

       Vengan aqui, donde aguardando quedo

       La fuerza de tan validos supuestos.

       Mal podrá DON FRANCISCO DE QUEVEDO

       Venir, dixe yo entonces; y él me dixo:

       Pues partirme sin él de aqui no puedo.

       Ese es hijo de Apolo, ese es hijo

       De Caliope musa, no podemos

       Irnos sin él, y en esto estaré fijo.

       Es el flagelo de poetas memos,

       Y echará á puntillazos del parnaso

       Los malos que esperamos y tememos.

       O, señor, repliqué, que tiene el paso

       Corto, y no llegará en un siglo entero.

       Deso, dixo Mercurio, no hago caso.

       Que el poeta que fuere caballero,

       Sobre una nube entre pardilla y clara

       Vendrá muy á su gusto caballero.

       Y el que nó, pregunté, qué le prepara

       Apolo? qué carrozas? ó qué nubes?

       Qué dromedario? ó alfana en paso rara?

       Mucho, me respondió, mucho te subes

       En tus preguntas, calla y obedece.

       Sí haré, pues no es infando lo que jubes.

       Esto le respondí, y él me parece

       Que se turbó algun tanto; y en un punto

       El mar se turba, el viento sopla y crece.

       Mi rostro entonces, como el de un difunto

       Se debió de poner, y sí haria,

       Que soy medroso á lo que yo barrunto.

       Vi la noche mezclarse con el dia,

       Las arenas del hondo mar alzarse

       A la region del aire, entonces fria.

       Todos los elementos vi turbarse,

       La tierra, el agua, el aire, y aun el fuego

       Vi entre rompidas nubes azorarse.

       Y en medio deste gran desasosiego

       Llovian nubes de poetas llenas

       Sobre el bagel, que se anegara luego,

       Si no acudieran mas de mil sirenas

       A dar de azotes á la gran borrasca,

       Que hacia el saltarel por las entenas.

       Una, que ser pensé Juana la Chasca,

       De dilatado vientre y luengo cuello,

       Pintiparado á aquel de la tarasca,

       Se llegó á mí, y me dixo: de un cabello

       Deste bagel estaba la esperanza

       Colgada á no venir á socorrello.

       Traemos, y no es burla, á la bonanza,

       Que estaba descuidada oyendo atenta

       Los discursos de un cierto Sancho Panza.

       En esto sosegose la tormenta,

       Volvió tranquilo el mar, serenó el cielo,

       Que al regañon el zéfiro le ahuyenta.

       Volvi la vista, y vi en ligero vuelo

       Una nube romper el aire claro

       De la color del condensado yelo.

       O marabilla nueva! ó caso raro!

       Vilo, y he de decillo, aunque se dude

       Del hecho que por brujula declaro.

       Lo que yo pude ver, lo que yo pude

       Notar fue, que la nube dividida

       En dos mitades á llover acude.

       Quien ha visto la tierra prevenida

       Con tal disposicion, que quando llueve,

      

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