La cueva y el cosmos. Michael Harner
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Al dar las gracias a algunos soy consciente de que olvido a otros que también merecen aprecio. Tan solo pido a los muchos que habéis contribuido a hacer posible este libro que tengáis presente que pasados los ochenta no recuerdo a todos los que merecen ser recordados.
Recuerdo, sin embargo, a aquellos cuya visión y apoyo resultó vital en los primeros años de la Fundación. Entre ellos están Norman y Michael Benzie, Dorothy S. Lyddon y su hija Martha, David Corbin, Nan Moss, David Rockefeller, Jr., y el siempre joven, intrépido y clarividente Laurance S. Rockefeller.
Por último, agradezco cariñosamente la invitación a publicar en North Atlantic Books por parte de su fundador, Richard Grossinger, y también expreso mi aprecio a Doug Reil, Kathy Glass y el resto del equipo. Saludo y le doy las gracias a mi excepcional editora en North Atlantic Books, Wendy Taylor; su profesionalidad y consideración han sido un gran regalo.
Después de que este libro fuera enviado a imprenta recibí una copia de Spirit Talkers, la nueva obra de mi colega antropólogo William Lyon. Quiero felicitarle por abordar paralelamente la necesidad de que los espíritus sean tomados en serio.
Abreviaturas
CECCentro de Estudios ChamánicosFECFundación de Estudios ChamánicosRORealidad OrdinariaMRNOMapeo de Realidad No Ordinaria (proyecto)RNORealidad No OrdinariaEOCEstado Ordinario de ConscienciaECCEstado Chamánico de ConscienciaIIMInforme Inédito MRNO
Prefacio
En mi época como profesor de Antropología en la Facultad de graduados de la Nueva Escuela para la Investigación Social, impartí un seminario en el que los estudiantes aprendieron a realizar viajes chamánicos para comprender mejor las experiencias de los chamanes indígenas. Cada semana se asignaba a los participantes del seminario la tarea de realizar un viaje chamánico en casa mientras oían una grabación de tambores que facilita el viaje, y se les pedía que consignaran esas experiencias por escrito.
La segunda semana, tras realizar la tarea encomendada, una silenciosa y joven empresaria, que se había apuntado al seminario solo porque el horario se ajustaba a su jornada de trabajo, alzó tímidamente la mano. Sus palabras sonaron más como una observación que como una pregunta: «Doctor Harner, nunca volveremos a ser los mismos, ¿verdad?».
Probablemente estaba en lo cierto.
Introducción
Desde la aparición de mi último libro, La senda del chamán, hace más de tres décadas, mi enseñanza ha sido fundamentalmente oral, en sintonía con las ancestrales tradiciones del chamanismo. Ha llegado, sin embargo, el momento de abordar públicamente algunas cuestiones que merecen una urgente y más amplia atención en el mundo contemporáneo. Dos preguntas fundamentales: si hay más de una realidad, y si hemos de estar solos para resolver los desafíos de la existencia.
Este libro cuenta las historias de miles de occidentales que hallaron respuestas a esas preguntas recurriendo a los antiguos métodos de los chamanes, entre ellos tocar el tambor «sobre el arcoíris» para descubrir asombrosos reinos celestiales que aguardan para ayudarlos. También descubrieron una nueva libertad espiritual, una libertad para conocer, y no tan solo para creer o no creer.
En sus últimos trabajos, Mircea Eliade, el gran estudioso de la religión comparada, subrayó que los chamanes son únicos en las tradiciones espirituales del mundo debido a su capacidad para volar a otros mundos, y también a los cielos. Alcanzaban esos mundos en lo que él llamaba un estado de «éxtasis» o estado alterado de consciencia. Este estado se lograba, en sus palabras, «a través de la magia musical del tambor» que permitía al chamán «llegar al cielo más alto».1 Poco más se decía, sin embargo, acerca de la naturaleza de esa «magia musical».
Los tambores aparecen constantemente en las fotografías de chamanes siberianos, y son especialmente célebres por facilitar el vuelo a otros mundos. Muchos estudiosos sugieren que estos tambores eran utilizados por su «efecto teatral» en las sesiones chamánicas, y algunos incluso afirmaron que los chamanes siberianos no alteraban su consciencia en absoluto. Otros, siguiendo al micólogo Gordon Wasson, creían que la ingesta de la seta psicoactiva Amanita muscaria era lo que en realidad hacía creer a los chamanes siberianos que volaban a otros mundos.
La omnipresencia de los tambores en esas fotografías despertó mi curiosidad y a finales de los años sesenta empecé a experimentar con la percusión para comprobar si ejercía algún efecto en los vuelos mágicos.2 Tras varios experimentos, me emocionó comprobar que un ritmo constante de 205 a 220 redobles por minuto ejercía un influjo en el cambio de consciencia y, sin conocimientos de chamanismo, facilitaba el vuelo o viaje a mundos espirituales. Se trata de la «inmersión auditiva» o «inmersión sónica», un método chamánico clásico y alejado por completo de la ingestión de drogas.
En respuesta a una serie de peticiones, mi práctica personal con el tambor me llevó a enseñar a pequeños grupos a usar la percusión para alterar la consciencia no solo con el fin de visitar otros mundos, sino también para traer ayuda y sanación chamánica a nuestro mundo. Con el tiempo creció la demanda de este tipo de conocimiento, y en 1979 Sandra Harner y yo creamos el Centro de Estudios Chamánicos (ahora Fundación de Estudios Chamánicos) como vehículo para la enseñanza del chamanismo. En aquella época, también realicé grabaciones de percusión chamánica para que los interesados pudieran viajar sin la necesidad de tocar el tambor en vivo. (Hay que señalar que la práctica del viaje chamánico no lo convierte a uno en chamán, sino que constituye un paso útil en el aprendizaje y práctica del chamanismo, ya que a través del viaje se puede aprender rápida y directamente de los espíritus.) En 1980 publiqué La senda del chamán, libro que propició el renacimiento chamánico a nivel mundial.3
Mediante un trabajo de campo y una formación personal con chamanes tribales supervivientes que ha durado más de medio siglo, y gracias a mi propia práctica chamánica y la lectura de cientos de relatos procedentes de diversas culturas, he descubierto, aprendido, experimentado y reactivado muchas prácticas chamánicas. A partir de ahí creé el «chamanismo esencial» –los aspectos universales, casi universales y comunes del chamanismo, junto al viaje a otros mundos, un elemento distintivo de este fenómeno– como metodología de enseñanza para instalar el chamanismo en la vida contemporánea. Incluye el reconocimiento implícito, cuando no localmente explícito, de dos realidades, la ordinaria y la no ordinaria; a esta última se accede a través del estado de consciencia chamánico, que tiene un componente aprendido y diversos grados de profundidad.
En la actualidad, y gracias al chamanismo esencial y la inmersión auditiva, decenas de miles de personas en todo el mundo son capaces de acceder a otra realidad y viajar a otros mundos, como los chamanes siberianos tradicionales, así como trabajar en este mundo aportando sanación y otra ayuda chamánica. (Aquellos que no conozcan el chamanismo esencial, podrán encontrar una información más detallada en el apéndice D.)
Durante más de un cuarto de siglo, en la Fundación de Estudios Chamánicos hemos patrocinado un proyecto que implica recopilar y archivar conocimiento sobre esta materia, y que casi 5 000 relatos de practicantes occidentales centrados en sus hallazgos en los viajes chamánicos a la realidad no ordinaria, lo que hemos llamado «viajes más allá del tiempo». El término «occidental» se utiliza como una palabra conveniente para aludir a los actuales estadounidenses (el grupo más amplio con informes no publicados en los archivos de la Fundación), canadienses y algunos europeos.
Esta colección «occidental», que constituye la fuente principal de los informes de este libro, es única en el mundo. Forma parte del proyecto Mapeo de Realidad no Ordinaria