Cómo entender tu género. Alex Iantaffi
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El lenguaje cambia muy rápido a medida que las personas y las comunidades descubren lo que resulta más apropiado, por lo que a veces nos damos cuenta de que un término o un acrónimo que antes era la mejor opción de pronto ya no lo es. Además, distintas palabras pueden ser más o menos apropiadas en distintos contextos. Por ejemplo, durante un tiempo mucha gente de las comunidades trans utilizó la forma «trans*» con la idea de que este era un término más inclusivo, pues el asterisco sustituía las varias terminaciones posibles. Sin embargo, ahora la mayoría coincide en que «trans» (sin asterisco) es el término general más inclusivo. Por otra parte, cada cual prefiere una versión diferente de las siglas LGBTQ (lesbianas, gais, bisexuales, trans, queer) y mucha gente añade otra T y otra Q (de Two-Spirit, dos espíritus, y questioning, quienes se cuestionan su identidad), así como las letras A para asexual e I para intersexual. Otras personas han empezado a utilizar GSRD (diversidad de género, sexual y de relaciones) para evitar esa sopa de letras en constante expansión. Donde vive Alex, en Estados Unidos, el término preferido en muchos lugares para hacer referencia a las personas racializadas es POC (de People of Colour, «personas de color»), o también POCI (de People of Colour and Indigenous people, «personas de color e indígenas»), mientras que en Reino Unido —donde vive Meg-John— hay quienes usan estos acrónimos y quienes prefieren BAME (de Black, Asian and Minority Ethnic, «personas negras, asiáticas y de minorías étnicas»), pero otros colectivos consideran que la palabra «negro» por sí sola es un término político importante que engloba a las mismas comunidades. Todos estos términos pueden volver a cambiar en el futuro porque el lenguaje es un fenómeno vivo, dinámico y relacional. Muchas veces verás que no hay una terminología «correcta» que se pueda aprender; más bien se trata de lo siguiente:
—Confirma con el grupo o con la persona en cuestión —sobre todo si tú no te identificas de la misma manera— cuáles son sus preferencias (lo que a veces se denomina «pregunta de protocolo»).
—Ten disposición para practicar tanto como puedas el lenguaje que te han pedido que uses. Es importante que te asegures de emplearlo en todo momento, estén o no estén presentes.
—Discúlpate una sola vez si te equivocas y sigue adelante. Nadie quiere que estés dándole vueltas y vueltas a tu error.
—Vuelve a preguntar si crees que ese uso puede haber cambiado con el tiempo.
La incertidumbre que genera cambiar de lenguaje puede resultar muy amenazante para algunas personas. En el desarrollo de nuestra labor profesional, vemos que hay quienes responden con una actitud defensiva e ignoran por completo los términos preferidos por el resto y siguen utilizando el lenguaje que les resulta más cómodo. Por ejemplo, siguen usando el pronombre «ella» para referirse a alguien que utiliza «elle» o la palabra «transexual» en lugar de «trans» cuando se les pregunta qué significa la T de LGBT (a muchas personas trans no les gusta el término «transexual» por sus connotaciones médicas y porque no incluye a todos los colectivos trans). Otras personas van aún más lejos y argumentan que no está bien que la gente se invente palabras nuevas para definir sus experiencias ni que se cambie el significado de las palabras que ya existen.
Cambios de terminología
Abordemos ahora esta última cuestión. Es importante recordar que las palabras no solo pueden cambiar de significado, sino que lo hacen constantemente. Por ejemplo, en el ámbito del género, muchas palabras que una vez fueron insultos terribles han sido recuperadas por los grupos a los que se dirigían y ahora esos mismos grupos las utilizan de forma positiva. Es el caso de la reivindicación de la palabra «putón» (slut, en inglés) por parte de personas que mantienen relaciones no monógamas (hay un libro clave para esta comunidad titulado The Ethical Slut; se dan más detalles en el apartado de «Recursos adicionales») o de los colectivos feministas que se manifestaron en las «marchas de las putas» para desafiar los mitos dañinos en torno a la violación y la violencia sexual. De manera similar, la palabra queer solía utilizarse como un insulto y ahora muchas personas LGBT+, y con otras identidades, la usan con orgullo para definirse.
Por otra parte, algunas palabras que solían considerarse aceptables en el pasado ya no lo son. Por ejemplo, tendemos a usar «gay» en lugar de «homosexual» e «intersexual» en lugar de «hermafrodita» porque, al igual que ocurre con «transexual», estas últimas se usaban hace tiempo para sugerir que esos grupos sufrían algún tipo de anormalidad o trastorno. Lamentablemente, algunas palabras desaparecen por completo cuando ciertos grupos son colonizados o erradicados. Por ejemplo, el término Two-Spirit (dos espíritus) es una palabra inglesa creada por una agrupación de diversos pueblos indígenas para referirse a numerosas identidades de género y sexuales y a distintos roles que existían en las lenguas de varias naciones tribales de todo el mundo, pero que se perdieron a causa del genocidio y la colonización.
También se inventan o se adaptan nuevas palabras constantemente para reflejar o posibilitar la expresión de vivencias que antes no podíamos nombrar. Por ejemplo, al final de la subsección 1.1 veremos que las personas no binarias han acuñado muchos términos para describir la diversidad de sus experiencias. En inglés, el uso en singular del pronombre de tercera persona de plural (they) se remonta a las obras de Chaucer y Shakespeare, y durante siglos la gente lo ha utilizado cuando se desconocía el género de una persona, por ejemplo: «Somebody’s left their bag behind. I hope they realise before they get too far» («Alguien se ha dejado la bolsa. Espero que se den cuenta antes de que estén demasiado lejos»). Sin embargo, el uso en singular de «they» por parte de las comunidades no binarias y de género queer de habla inglesa es bastante recienteI. Por ejemplo: «Meg-John is one of the authors of this book. They use “they” pronouns because their experience is that they’re somewhere between or beyond the binary of male and female» («Meg-John es une de les autores de este libro. Utiliza el pronombre “elle” porque se identifica en algún punto entre medias o fuera del espectro binario hombre-mujer»).
I En la edición en castellano, se ha optado por traducir este uso del pronombre inglés they como «elle», así como por utilizar el morfema -e para las flexiones de género correspondientes necesarias, que actualmente parece la alternativa con mayor consenso entre los colectivos de estas identidades de género en España, aunque existen otras opciones y propuestas. (Todas las notas indicadas con números romanos son de la traductora)
Es importante, por tanto, recordar que siempre se han inventado palabras en todo tipo de contextos: así es como evoluciona el lenguaje. También es esencial tener en cuenta que las palabras adquieren distintas connotaciones en diferentes momentos y lugares, lo que hace aún más importante que confirmes su uso con cualquier persona o comunidad con la que te relaciones. Por ejemplo, personas de mayor edad que recuerdan cómo las insultaban llamándolas queer suelen sentirse mucho menos cómodas describiéndose a sí mismas de esa forma, mientras que algunas personas trans todavía utilizan el término «transexual».
Momento para la reflexión: las palabras que utilizas
Piensa en las palabras que utilizas actualmente (y en las que utilizan otras personas) para describir o indicar tu género. Podrían ser palabras como «señora», «señor», «hombre», «mujer», «niña», «señorita», «caballero», «tío», «trans», «queer», etc. Puedes anotar aquellas que prefieres y las que no te gustan demasiado.
¿Hay palabras relacionadas con el género que hayas oído y que no entiendas del todo? Anótalas también. Es posible que la mayoría