Cómo entender tu género. Alex Iantaffi

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Cómo entender tu género - Alex Iantaffi страница 8

Cómo entender tu género - Alex Iantaffi

Скачать книгу

gente insistía en que tenía que elegir, pero no podía. Siempre me han atraído sexualmente las mujeres y la feminidad, pero me sentía mucho más relajado y emocionalmente cercano a personas masculinas, independientemente de su género. Ahora me identifico como un hombre trans bisexual y homorromántico.»

       «Todo el mundo da por hecho que soy gay porque me consideran demasiado “dulce” y “creativo” para ser un hombre. Supongo que mis gestos pueden ser más afeminados que los de la mayoría de los tíos, pero soy hetero por los cuatro costados. No me apetece demostrar mi masculinidad como los demás quieren que lo haga.»

      «Me encanta todo lo que tiene que ver con la feminidad: la ropa, el maquillaje, la intensa historia feminista. Soy una femme orgullosa que, además, resulta ser lesbiana. Por desgracia, la gente suele dar por hecho que soy hetero, incluso en encuentros lésbicos. También se sorprenden de que trabaje como ingeniera mecánica. Siempre me ha gustado desmontar cosas, descubrir cómo funcionan y volver a montarlas, ¡o incluso mejorarlas!»

      «Nunca me he sentido a gusto con vestidos o usando pintalabios. Siempre quería jugar con los chicos. Al final encontré a otras personas como yo y que se interesaban por mí. Soy masculina y estoy orgullosa de mí.»

      Momento para la reflexión: ¿quién eres tú?

      Ahora que hemos profundizado un poco más en estos términos, ¿cómo describirías tu propio sexo, tu género y tu sexualidad? Puedes hacer anotaciones aquí o usar un cuaderno si lo prefieres.

      Sexo

      Género

      Sexualidad

      La gente suele preocuparse mucho por cuestiones como si el género es algo que viene determinado por el cerebro o por las hormonas, si lo desarrollamos con el tiempo debido a los mensajes y a las normas a las que nos expone la sociedad o si tal vez podemos elegirlo libremente.

      Tanto en el ámbito de la investigación científica como en los medios de comunicación, y también en las conversaciones cotidianas, estos debates sobre el carácter innato o adquirido del género están muy arraigados y a menudo se asume que una respuesta es más correcta que la otra. Por ejemplo, piensa en esas preguntas tan habituales sobre si las personas trans son «realmente» del género que dicen ser; y con «realmente» a menudo se hace referencia a cuestiones biológicas. Esto se debe a que, ahora mismo, en la cultura angloamericana todo se considera más legítimo si se puede demostrar que tiene una «causa» en el cerebro o en el ADN.

      Nos gustaría enfatizar aquí que, en realidad, no debería importar si el género de una persona es biológico, psicológico o social, o una combinación de las tres cosas. Tampoco debería importar si es una elección o algo que no podemos evitar. La experiencia de una persona es su experiencia, y las múltiples y complejas razones que haya detrás —incluso si pudiéramos entenderlas todas— no deberían suponer ninguna diferencia en cuanto a tratarla bien o mal, reconocer sus derechos como ser humano o ayudarla para que viva lo más a gusto y satisfecha posible en el mundo.

      Sin embargo, ya que a la gente le preocupa tanto, dediquémosle un momento a este asunto. La mejor prueba al respecto proviene de la antropología. Hay estudios que demuestran que las personas con experiencias y expresiones de género diversas y expansivas han existido en todo tiempo y lugar, adoptando diferentes formas en cada periodo histórico y en las distintas culturas de todo el mundo. Volveremos sobre esto con más detalle en la sección 2. Por ahora, es importante recordar que la diversidad de género no es nada nuevo. ¡No es un invento de internet!

      La gran palabra: biopsicosocial

      Nos gusta la palabra «biopsicosocial» para reflejar el hecho de que, para cualquier persona, la experiencia del género es una mezcla compleja de biología, psicología y el mundo que nos rodea. Somos conscientes de que estamos repitiendo mucho la palabra «complejo», ¡pero es que describe de verdad cómo es la realidad! Además, tiene algo de belleza. Dado que la estructura biológica, las experiencias psicológicas y el contexto social de cada cual se interrelacionan de una forma única y compleja, nuestro género es realmente algo así como un copo de nieve: no hay dos iguales. Y aun así, al igual que somos capaces de reconocer lo que es un copo de nieve, podemos encontrar gente que nos hable de determinados aspectos de su identidad y sus experiencias de género.

      Por otra parte, lo biológico, lo psicológico y lo social se retroalimentan de una forma… sí, lo has adivinado, compleja. Tal vez parezca obvio, por ejemplo, que la biología de una persona puede influir en sus experiencias psicológicas. Por ejemplo, si alguien tiene un cuerpo y un cerebro en gran parte «femeninos», podría significar que esa persona está, en potencia, más capacitada físicamente para hacer unas cosas y no otras; tal vez incluso que se sienta más atraída por ciertas actividades. Pero ¿te has parado a pensar que las experiencias psicológicas también influyen en el cuerpo y en el cerebro? Si se anima a una criatura a jugar a lo bruto y a practicar deportes desde la primera infancia, es probable que desarrolle un físico muy diferente que si se le inculcan otro tipo de actividades. Y la neurociencia nos enseña que el cerebro infantil se desarrolla de manera distinta en función de las actividades que realiza. Cuando aprendemos a cocinar o a dar patadas a un balón, ese aprendizaje se nos graba en el cerebro para que podamos recordar cómo hacerlo y para hacerlo cada vez mejor. Y cuando se trata del género, aprendemos muy rápido y desde muy temprano qué cosas se supone que deben interesarnos y cuáles no, y eso puede determinar fácilmente una gran parte de nuestras vidas: las habilidades que adquirimos y, por lo tanto, las oportunidades que tendremos. Cuando repetimos conductas de género una y otra vez en nuestro día a día, como hablar con un determinado tono de voz, caminar de una forma concreta o responder de una manera u otra a distintas situaciones, esa forma de hacer las cosas se nos graba en el cuerpo y en el cerebro. No es de extrañar que termine por parecernos «natural», ¡hemos recibido un montón de refuerzos!

      Por supuesto, aquí es donde entra en juego lo social. Los mensajes culturales que se nos dan sobre lo que es apropiado para alguien de nuestro género determinan qué cosas hacemos y cuáles no. También qué cosas nos parecen agradables, pues recibimos muchas recompensas y aprobación por hacerlas, mientras que corremos el riesgo de que nos avergüencen o nos castiguen si hacemos algo que no está socialmente aprobado. Todo esto va creando un mapa en nuestros cuerpos y en nuestros cerebros cuando aún están en desarrollo. Aunque, desde luego, nuestras experiencias también pueden influir en la sociedad. Cada oleada feminista ha cambiado de forma significativa los mensajes culturales que la gente recibe sobre el género, y la expansión actual del género también está cambiando las cosas. Cada generación, en consecuencia, tiene distintas opciones a su alcance y, por tanto, también puede experimentar sus géneros de maneras diferentes.

      Tal vez la forma más fácil de hacer entender que el género es algo biopsicosocial sea aportar algunos testimonios de personas que nos cuentan cómo llegaron a comprender el proceso de formación de su propio género.

      Experiencias diversas: género biopsicosocial

      «Mi madre me decía que era muy “echá pa’lante”, que siempre quería llegar más lejos y más rápido que los demás. Puede que me hubiesen programado así. En cualquier caso, desde luego no era esa la forma de actuar que se esperaba de las chicas donde me crie. Terminé armando el pollo y fui la primera niña que entró en los scouts. Ahora me considero sin duda marimacho y feminista. También soy madre y quiero asegurarme de que mis hijas tengan todas las puertas abiertas.»

      «De

Скачать книгу