E-Pack Deseos Chicos Malos 2 - abril 2020. Varias Autoras
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Trent detuvo el coche y bajó, seguido de Julia. Fueron hasta la entrada de los establo.
Un hombre de la edad de Trent dio un paso adelante con una sonrisa en los labios y la mano extendida.
–Usted debe de ser la señorita Julia Lowell. Yo soy Pete. Me ocupo de los establos. Usted es la persona que nos va a ayudar a salir adelante –dijo con certeza.
Julia le estrechó la mano y miró a Trent.
–¿Y cómo voy a hacerlo? –preguntó ella.
–Consiguiendo más clientes –dijo Pete, como si estuviera diciendo algo obvio–. Solo trabajamos con la mitad de los animales. Son caballos de raza. Todos. No hacen suficiente ejercicio. Son demasiado salvajes como para estar encerrados. Vamos, le enseñaré cómo trabajamos.
Media hora después, Julia volvió al coche en compañía de Trent. Antes de emprender el camino de regreso hizo algunas anotaciones en su PDA.
–Parece que has convencido a todos de que obro milagros.
Trent la miró un instante.
–¿Demasiada presión?
–Trabajo mejor bajo presión –admitió Julia con honestidad.
Trent le lanzó una mirada satisfecha, como si ya lo supiera. Su fe en ella la intimidaba, pero también le subía la moral.
A continuación se dirigieron a la zona limítrofe de Crimson Canyon, donde el cielo azul se fundía con la tierra roja. Trent se detuvo en lo alto del cañón. A sus pies se extendía un abismo que parecía infinito.
–Esto es Shadow Ridge. Es mi zona favorita de toda la propiedad.
–Ya veo por qué –la belleza de la naturaleza deslumbró a la joven, que se sintió insignificante y diminuta–. Virgen y glorioso.
Trent guardó silencio durante un momento y entonces sacudió la cabeza.
–La mayoría de los clientes no llegan hasta aquí. El terreno es peligroso incluso con un buen caballo. El todoterreno no puede acercarse lo suficiente, pero créeme cuando te digo que no hay nada que se pueda comparar con las formas rocosas y los colores de Shadow Ridge.
Julia sacó la PDA y apuntó algo.
–De acuerdo –dijo, considerando las posibilidades–. ¿Adónde vamos ahora?
Veinte minutos después llegaron al lago Destiny.
–Hay piscinas naturales, pesca y paseos en bote. Es el único lago natural de la zona. Cuando compré la propiedad me aseguré de que estuviera incluido el lago.
–No podías haberlo hecho mejor.
–Así es. Sabía que construiría el hotel cerca del lago.
–Me dijiste que había una leyenda.
–Y la hay –Trent salió del todoterreno y abrió la portezuela del acompañante–. Vamos a dar un paseo –dijo, ofreciéndole la mano.
Julia aceptó la ayuda y lo soltó en cuanto bajó del coche. Juntos pasearon a lo largo de la orilla y disfrutaron de la brisa de otoño. A lo lejos unos clientes del hotel retozaban en el lago. Sus risas no eran más que un suave suspiro sobre las aguas.
Trent volvió a tomarla de la mano cuando se acercaron a un pequeño embarcadero que se adentraba en el lago. Tres botes de remo se mecían en la corriente. Avanzaron hasta la mitad del muelle y contemplaron el paisaje.
–Esta tierra fue poblada hace ciento cincuenta años por gente que había probado suerte en las minas de oro de California sin mucho éxito. Muchos ni siquiera llegaron a la Costa Oeste, sino que se asentaron aquí. Dice la leyenda que una joven llamada Ella y su prometido tuvieron una terrible discusión aquí. Sus padres habían elegido a otro pretendiente para ella. Samuel, el joven con el que había jurado casarse, le dio un ultimátum. Si no se reunía con él en este lugar al ponerse el sol, jamás volvería a verlo.
»Ella no quería fugarse y dejar a su familia, pero también sabía que no podía vivir sin el hombre al que amaba. Con mucho esfuerzo logró escaparse, pero cuando llegó al lago a medianoche, Samuel no estaba allí. Ella lo buscó sin cesar y, cuando por fin lo encontró, estaba a punto de saltar al vacío desde lo alto de Crimson Canyon.
–Es una historia muy triste, Trent, pero de alguna manera sabía que acabaría así.
Todas las leyendas terminaban en tragedia.
–Entonces dices que la tierra está encantada.
Trent sonrió.
–En absoluto. Dice la leyenda que la chica lloró durante toda la noche y al día siguiente, al amanecer, se encontró con su amado, que había atravesado el lago nadando para ir a su encuentro. Todo pasó en el sitio donde estamos ahora.
–¿Samuel no saltó desde ese acantilado?
–No. Se tropezó con una roca en la oscuridad y se dio un golpe en la cabeza. Ella pensó que había caído al vacío y esa había sido su intención, pero el destino les había dado una segunda oportunidad. Al final no huyeron a ninguna parte, sino que les hicieron frente a sus familias, se casaron y tuvieron cinco hijos. Vivieron en esta tierra hasta su muerte, cincuenta años más tarde.
–Entonces es por eso que el lago se llama Destiny.
–Ella y Sam no le pusieron nombre. Fueron sus hijos, después de oír la historia.
–Los dos estaban destinados a estar juntos. Tuvieron una segunda oportunidad –Julia miró hacia el lago y se dejó inspirar por aquella romántica historia de amor. Entonces sacó la PDA y apuntó algunas palabras clave–. De acuerdo. Lo tengo –se volvió hacia Trent–. ¿Me llevas de vuelta al despacho? Tengo mucho que hacer hoy.
Trent no lo dudó ni un instante. La llevó de vuelta al coche y puso rumbo a las oficinas. Ella tenía miles de ideas.
Tres horas más tarde, Julia estaba sentada frente al ordenador, intentando organizar ideas que le bullían en la mente. El Tempest West necesitaba algo más… Sabía que tendrían que organizar otra inauguración, pero también sabía que necesitaban una nueva perspectiva. Después del paseo, había llegado a la conclusión de que un destino turístico elitista con hermosos paisajes no era suficiente. Tenía que atraer a las masas adineradas, darles algo que no podían encontrar en otro lugar.
Julia sabía lo que quería hacer, y también sabía que sería arriesgado, pero a Trent le gustaban los riesgos. En cuanto lo tuviera todo listo, le haría la propuesta.
Julia llamó a Kimberly por el intercomunicador.
–Hola, Kim. ¿Tienes los informes financieros?
–Acabo de recogerlos. Ahora mismo voy.
Julia se recostó en el