E-Pack Deseos Chicos Malos 2 - abril 2020. Varias Autoras

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limpio. Así que si me estás preguntando si te arrojaría a los lobos por venganza, la respuesta es «no». Es el mismo proyecto que empecé a mi llegada.

      –Tenía que preguntar.

      –De acuerdo. ¿Y ahora qué te parecen mis ideas?

      Trent se frotó la mandíbula. La barba de un día le arañó los dedos. Unos días antes Julia se había sentado sobre sus piernas mientras le afeitaba la cara con movimientos suaves y cuidadosos hasta hacerle perder el control. Ese día la había sentado sobre el mueble del baño y le había hecho el amor con frenesí.

      Trent suspiró.

      –Estoy dispuesto a asumir el riesgo. Es una idea brillante.

      Julia esbozó una sonrisa cristalina. Sus ojos refulgían.

      –Me pondré a trabajar en el nuevo eslogan del hotel. Necesitamos algo llamativo, acorde con la temática del Tempest West. Habrá que pensar un poco en ello.

      –Dime qué necesitas.

      Julia le miró los labios un instante, y Trent se preguntó cuánto le duraría el enfado.

      –Yo trabajo mejor sola, Trent. Cuando se me ocurra algo, te lo haré saber.

      Él asintió y reparó en el generoso escote que dejaba ver parte de sus pechos.

      –Muy bien.

      Se miraron durante unos momentos.

      –No vas a disculparte por lo que me hiciste, ¿verdad?

      Lo habría hecho si hubiera sido suficiente para tenerla en su cama esa noche.

      –No.

      Ella asintió con la cabeza, resignada. La expresión de sus ojos dejaba ver un ligero desprecio.

      –Tenemos que hablar de la fiesta de Evan y Laney. Laney cree que va a ser dentro de seis semanas.

      Trent consultó su agenda.

      –Tengo reuniones durante todo el día. Nos vemos a la hora de cenar y hablamos del tema.

      Ella sacudió la cabeza.

      –No puedo. Hazme un hueco a otra hora.

      –¿No puedes o no quieres?

      –No quiero. Además, tengo planes para esta noche.

      Trent cerró la agenda de golpe.

      –No estoy disponible para ti fuera de las horas de trabajo –le dijo ella, sonriendo–. Que te quede claro desde ahora.

      Trent captó el mensaje alto y claro. Sin embargo, nada lo estimulaba tanto como que le llevaran la contraria.

      Ella guardó los documentos en su maletín y se puso en pie. Estaba a medio camino de la puerta cuando se dio la vuelta.

      –Dime una cosa, Trent. ¿Es que llevo un mensaje escrito en la frente que dice «aprovechaos de mí»?

      Trent se levantó y rodeó el escritorio, sosteniéndole la mirada.

      –Todo lo que yo veo es una mujer irresistible con cerebro y talento.

      Julia bajó la vista, rehuyendo su mirada.

      –Me temo que es muy tarde para esto, Trent –le dijo, y salió del despacho.

      Él no pudo evitar preguntarse con quién había quedado esa noche.

      Julia se montó en la yegua. Pete le había dicho que era el caballo más dócil de todos. El vaquero la acompañó hasta el acantilado más lejano de Crimson Canyon.

      –Hay algunos lugares muy hermosos que nuestros huéspedes nunca llegan a conocer.

      –Eso es lo que Tre… eh, el señor Tyler me dijo. ¿Y por qué ocurre eso?

      Pete se encogió de hombros.

      –Es un lugar recóndito. Algunas zonas son más peligrosas que otras. Cuando los llevamos en una visita guiada, seguimos rutas establecidas por seguridad.

      –Eso es propio de Trent Tyler. Él quiere que todo el mundo conozca esta tierra.

      –No fue idea suya. Tuvimos un problema al poco tiempo de abrir –Pete sacudió la cabeza–. Hay gente que cree saber montar a caballo. A un hombre se le ocurrió subir a Shadow Ridge. Quería ver el cañón a vista de pájaro. Emprendió el ascenso a lomos del caballo y llegó hasta la mitad del camino, pero un halcón de alas rojas se precipitó sobre él y asustó al caballo. El huésped acabó en el suelo. No le pasó nada grave, pero le echó la culpa a la dirección del hotel por no poner señales de peligro. Amenazó con demandarnos por negligencia. El señor Tyler trató de calmarlo y logró disuadirlo. Desde entonces solo se permiten visitas guiadas por los caminos seguros.

      –Qué pena –dijo Julia, admirando la belleza de Shadow Ridge, la majestuosa cumbre de Crimson Canyon.

      –Es la tierra más hermosa que existe.

      –No podría imaginar un lugar mejor.

      –Puede estar segura de ello.

      –Me gustaría verlo –dijo Julia con una sonrisa–. Lléveme allí.

      Pete la miró.

      –El sol ya se va a poner, señorita Lowell.

      –Llámame Julia. Lo sé y es por eso que quiero ir. Quiero verlo antes de que anochezca.

      Pete asintió y espoleó al potro.

      Una hora más tarde, estaban de vuelta en el hotel. Bajaron de los caballos frente a los establos y Julia le dio las riendas de la yegua.

      –Gracias, Pete. He disfrutado mucho del paseo. Me has enseñado mucho sobre este lugar.

      Pete esbozó una sonrisa.

      –Hacía mucho que no le enseñaba nada a nadie, señorita Low… Julia –dijo finalmente.

      Ambos se echaron a reír. En ese momento Trent salió del establo con cara de pocos amigos. Después de echarle una mirada a Pete, se dirigió hacia Julia.

      Pete ni se inmutó ante la presencia del jefe.

      –Buenas noches, señor Tyler –le dijo, tocándose el sombrero.

      –Pete –dijo Trent, sin quitarle ojo a Julia.

      Ella reparó en su todoterreno, que estaba aparcado frente a las oficinas.

      –¿Por esto no pudiste quedar conmigo a la hora de la cena?

      Julia habría querido hacer un gesto irónico, pero prefirió mirarlo fijamente.

      –Sí –admitió–. Te dije que tenía planes esta noche.

      –Íbamos

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