E-Pack Deseos Chicos Malos 2 - abril 2020. Varias Autoras
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу E-Pack Deseos Chicos Malos 2 - abril 2020 - Varias Autoras страница 39
–¿Cuándo podríamos hacer la fiesta de Laney? –le preguntó ella, cambiando de tema.
–Cuando quieras. Yo pondré a tu disposición el jet de la compañía para recoger a los invitados. Pueden quedarse un par de noches y tendrán acceso a todas las instalaciones.
–Me gustaría hacerlo dentro de un par de semanas, antes de que Laney empiece a sospechar. Tendré que decírselo a Evan para que la traiga. Se me ocurrió usar la excusa de una jornada de puertas abiertas para toda la familia, ya que es verdad en parte.
Trent asintió.
–Me parece bien. Yo te seguiré la corriente. ¿Algo más?
–Los números de teléfono y los nombres. Tengo que regresar.
Terminaron de concretar los planes, y Trent la llevó de vuelta al hotel. Aparcó el coche y se volvió hacia ella.
–Volveré el viernes. Kimberly sabe cómo ponerse en contacto conmigo, si necesitas algo.
–No será necesario.
–Ya me lo has dejado muy claro. Pero estaba hablando de negocios, Julia.
–Bien –ella tragó en seco y asintió con la cabeza–. Cuando regreses habré terminado mi nueva estrategia de marketing.
–Estoy deseando verla.
Se bajó del coche y le abrió la puerta. Ella salió con facilidad y él la acompañó hasta el ascensor de la recepción del hotel.
–Te veo el vier…
Trent dio un paso adelante y la besó antes de que ella pudiera terminar la frase. Apretó su cuerpo contra el de ella y la agarró de la cintura con firmeza.
–Lo necesitaba –le dijo, besándola de nuevo y acariciándole las caderas.
–No lo hagas –dijo Julia en un intento por negar lo que ambos sentían–. Trent, nunca te perdonaré.
–Lo sé, pero no eres tonta. Tú y yo… Nos compenetramos muy bien.
El estremecimiento que recorrió sus suaves curvas fue lo que Trent necesitaba para sobrevivir aquellos días.
–Y estarías mintiéndote a ti misma si pensaras que no necesitabas ese beso tanto como yo.
Capítulo Cinco
Dos días más tarde Julia no podía pensar en otra cosa que no fuera Trent. Cuando no estaba ocupada en el trabajo, pensaba en su último encuentro con Trent, en aquel beso de lujuria, en la mirada de sus ojos. Cuando la tocaba, despertaba todos los sentidos de su cuerpo, pero ella deseaba que no fuera así. Ningún hombre la había hecho reaccionar como Trent.
Él lo tenía todo. Era apuesto, encantador y tenía mucho sex appeal, además de ser inteligente; y sus andares de vaquero la hacían derretirse cada vez que se le acercaba. Algunas veces, cuando obraba su magia y la besaba inesperadamente, ella podía llegar a olvidar que era tan cruel como encantador. Era un alivio saber que se había marchado durante unos días, pero también tenía que reconocer que estaba deseando volver a verlo.
Era una locura.
Él la había manipulado y le había mentido. La había seducido, dejándola en ridículo. Su cabeza le decía que se olvidara de él para siempre, pero su corazón…
Ya había pasado la hora de la cena, pero Julia seguía sentada frente a la nueva campaña publicitaria del hotel. La vista se le nublaba.
Un artista le había pintado Crimson Canyon en un póster y ella había trabajado duro en el lema de la campaña. Con la nueva imagen del Tempest West delante de los ojos, Julia sintió un golpe de energía y supo que iba por el buen camino.
Le dio un sorbo al café, ya frío, e hizo una mueca.
–Qué horror –murmuró, y dejó la taza en la mesa.
Se apoyó en el respaldo de la silla y suspiró. Su cerebro se merecía un descanso. Además, su estómago empezaba a quejarse.
Se levantó y estiró los brazos. Cerró los ojos y empezó a mover la cabeza a un lado y al otro, intentando relajar los músculos.
–Estás muy sexy cuando haces eso –Trent estaba en el umbral del despacho, apoyado contra el marco. Tenía las manos en los bolsillos.
–Has vuelto –dijo ella, sorprendida.
Los ojos de Trent emitieron un destello.
–¿Me has echado de menos? –le preguntó, entrando en el despacho.
–Iba a irme a casa.
Trent hizo caso omiso de sus palabras y miró el póster, que descansaba sobre la mesa.
–¿Es eso? –dijo, acercándose un poco para verlo mejor.
Julia vaciló un instante. Creía tener buenas ideas y la campaña iba bien, pero aún no estaba preparada para una presentación. Cuando se trataba de su profesión le gustaba tenerlo todo bajo control. Sin embargo, Trent siempre se las ingeniaba para desordenar algo en su vida.
–Sí, ya está. Pero todavía no he terminado. Voy a diseñar una invitación especial para nuestra reinauguración. Pero no quiero llamarlo así.
Trent continuó mirando el póster.
–«Vive nuestra leyenda» –dijo, leyendo– «o crea la tuya propia».
Ella se puso a su lado.
–Ahí –le dijo, señalando la parte inferior del póster– es donde pondremos «Tempest West, Crimson Canyon».
Trent la miró de reojo.
–Me gusta el eslogan.
–Gracias –dijo ella suavemente, y oyó cómo le rugía el estómago una vez más.
Trent sonrió.
–Yo también me muero de hambre. He venido directamente desde el aeropuerto. El chef nos traerá la cena. Para dos.
Julia asintió.
–Seguro que puedes comértelo todo –dijo, sacando el bolso de un cajón.
–Salmón a las finas hierbas con arroz basmati.
Aquello sonaba como un manjar celestial, pero Julia sacudió la cabeza.
–Suflé de zanahoria.
–¿Suflé? –repitió. La boca se le hacía agua–. Eso no parece una cena de vaquero.
–Mi apetito no conoce fronteras.
Ella esbozó una sonrisa tímida.
–El