E-Pack Deseos Chicos Malos 2 - abril 2020. Varias Autoras
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Trent no tuvo que mirarlo para ver su sonrisa burlona.
Se encogió de hombros. Tenía muchos años de práctica y Brock ya no lograba sacarlo de sus casillas.
–No es asunto tuyo.
–Es espectacular –dijo Brock–. También debe de tener cerebro si la has contratado para sacar este hotel del agujero. Tengo que conocerla un poco más.
–Tú flirteaste con ella, pero ella no flirteó contigo –dijo Evan–. Eso sí que es una mujer inteligente.
Brock siguió adelante, sin dejarse amedrentar.
–¿Eso es un desafío? Sabes que me gusta competir.
Evan levantó las manos.
–Eso es entre Trent y tú. Yo solo estoy apuntando algo que es obvio. Tus encantos no surtieron efecto hoy.
Trent dejó escapar una carcajada.
Brock no se rio.
–Si no estás interesado, yo podría…
–Piérdete –Trent puso la copa en la barra y miró a Brock a los ojos.
Su hermano se apartó con una mueca en los labios.
–Creo que tengo una respuesta –Brock se bebió el último sorbo de su bebida y le hizo señas al camarero para que le pusiera otra–. Hay rumores sobre la rapidez con que se logró el trato con los restaurantes Bridges. Parece que tiene algo que ver con el contrato de Julia.
–¿Ella te lo dijo? –Trent se preguntó cuánto sabía Brock sobre el trabajo de Julia en el Tempest West.
–Digamos que tengo una intuición muy buena –dijo Brock con una media sonrisa–. Y sé sumar dos más dos. Llevábamos meses detrás de ese acuerdo y, de repente, logras un trato con ellos.
Trent sacudió la cabeza.
–Te estás tomando demasiadas molestias para estar tan seguro de conseguir la victoria. ¿Acaso te has asustado al ver este lugar?
–¿Asustado? Claro que no. No tienes nada que hacer. Este lugar –dijo mirando alrededor– no está mal. Tiene un buen ambiente y estilo. Pero está aislado y no tiene gancho suficiente para que los clientes vuelvan.
Trent no opinaba lo mismo. Él creía en el talento de Julia.
–Si estás tan seguro, ¿quieres subir las apuestas?
–¿Qué tienes en mente?
Mientras Trent buscaba un trofeo, Evan hizo una propuesta.
–¿Qué tal el «pájaro»?
–Es tuyo, Ev –dijo Brock con la voz llena de envidia sana.
Aquel Thunderbird clásico llevaba muchos años en el garaje de su madre, que acababa de anunciar que estaba dispuesta a deshacerse de él.
–Por derecho te corresponde a ti.
–Por ser el primogénito –añadió Trent.
Evan hizo una mueca.
–Ah, pero ahora yo tengo todo lo que necesito. Y no soy aficionado a los coches. Nunca lo he querido tanto como Trent y tú. De niños se os caía la baba por él. Había pensado en dároslo a uno de los dos, pero no sabía a cuál. Esto es mejor que echarlo a suertes, ¿no? Y como los dos estáis muy seguros de ganar la apuesta…
Trent y Brock se miraron y asintieron. Parecía un buen plan. Evan tenía razón: a Trent le encantaba aquel coche; un incentivo más para hacer del Tempest West un hotel de primera.
–Yo me apunto.
–Y yo –dijo Brock.
Trent le estrechó la mano a su hermano.
–¿Trato hecho?
–Trato hecho.
–Como fuisteis los padrinos de nuestra boda y como os queremos mucho –empezó a decir Laney–, nos gustaría haceros una pregunta –le agarró la mano a su marido.
Los cuatro estaban sentados en el balcón de la suite y la luz de la mañana se reflejaba en las cristalinas aguas de Destiny Lake. Porcelana elegante y flores amarillas adornaban la mesa. El aroma a café recién hecho llenaba el aire.
Aquella invitación a desayunar estaba rodeada de misterio.
«Los dos tenéis que venir a desayunar con nosotros…».
Laney miró a Evan y él hizo un gesto con la cabeza. Ella sonrió y los dos intercambiaron miradas secretas de amor.
Un golpe de calor le inundó las mejillas a Julia. Ella lo habría dado todo por que un hombre la mirara así, con amor y sinceridad. También se merecía ser amada de esa forma y no se iba a conformar con menos.
Por desgracia, Trent no era capaz de sentir esa clase de amor, por lo menos no con ella. Él había dejado sus prioridades muy claras, así que no había lugar para la esperanza.
La voz sincera de Laney interrumpió sus pensamientos.
–A Evan y a mí nos gustaría mucho que fuerais los padrinos de nuestro hijo, cuando llegue.
Aquella petición tomó a Julia por sorpresa. Ella siempre había esperado tener aquel honor, pero oírselo decir a Laney lo hacía todo tan real… Las lágrimas no la dejaron encontrar las palabras adecuadas. Desbordada por la emoción, solo pudo asentir con un gesto.
Por debajo de la mesa, Trent le puso la mano en el muslo. Su miradas se encontraron un momento y una sonrisa asomó a sus labios.
–Creo que eso es un «sí» de los dos –dijo él, y le dio un pequeño apretón antes de retirar la mano.
Todos se pusieron en pie y empezaron a hablar al mismo tiempo. Evan estrechó la mano de Trent y le dio un abrazo. Laney y Julia se abrazaron con fuerza y las lágrimas corrieron por sus mejillas.
Evan sirvió el champán y todos brindaron por los padrinos del bebé y…
–Por mi hermano, Trent –dijo Evan.
Trent y Julia alzaron las copas, las chocaron y bebieron un poco de champán. Laney bebió un pequeño sorbo y dejó la copa en la mesa.
–Muchas gracias a los dos. Sé que vais a ser unos padrinos excelentes. Ojalá pudiéramos quedarnos más, pero tengo una cita con el médico mañana.
–Y yo tengo que volver al trabajo. Tengo que pagarle la universidad a mi hijo –dijo Evan con un guiño.
Laney sacudió la cabeza y sonrió.
–Antes tendrá que pasar por preescolar, ¿no?
Cuando