Historia intelectual y opinión pública en la celebración del bicentenario de la independencia. María Isabel Zapata Villamil

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Historia intelectual y opinión pública en la celebración del bicentenario de la independencia - María Isabel Zapata Villamil Taller y oficio de la Historia

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el presente apartado, se fijará la atención en uno de los cambios más importantes que experimentó la esfera pública, entre los señalados por Elías José Palti en sus escritos. Así se hace referencia al hecho de que, durante la segunda mitad del siglo XIX, se originó una reconfiguración de la opinión pública; reestructuración que condujo a que, adentro del ambiente deliberativo, se adoptará un discurso estratégico. Cabe señalar que, según Annick Lempérière, el modelo jurídico de la opinión pública tiene su origen antes del siglo XVIII, y significó el escrutinio de las acciones individuales en público; marco que supuso fijar la reputación de un individuo.92 Por su parte, Palti hace alusión al modelo jurídico como el concepto moderno de opinión, en el que la opinión pública sería un tribunal neutral que buscaba llegar a una única verdad por medio del contraste de pruebas y argumentos disponibles. Sin embargo, la prensa tuvo mucha importancia en la formación de dicho modelo jurídico (forense) de la opinión pública. Es fundamental señalar entonces que la prensa surgió en la Nueva Granada a finales del siglo XVIII, con la función de informar a los súbditos las decisiones de los gobernantes; no obstante, los periódicos que la conformaban comenzaron a ser utilizados para mantener la legitimidad de los gobernantes, al convertirse en instrumentos que buscaban disminuir el papel deslegitimador que tenían otros medios como el líbelo y el chisme. En medio de ese escenario, los periódicos abrieron un ambiente de debate y, de este modo, dieron lugar a la posibilidad de que el público pensara que contaba con el poder de fiscalizar las acciones de los gobernantes. De esa manera, la autoridad de los gobernantes del antiguo régimen se resquebrajó, al instituirse la opinión pública como el árbitro supremo de la legitimidad de la autoridad; así, se instaló el modelo forense de la opinión pública.93 Al privar a las autoridades políticas de una autoridad basada en una figura divina, como ya se mencionó, el sustento de la legitimidad pasó a concentrarse en la voluntad de los sujetos, lo cual se encarnaría en la opinión pública.94 Por eso, durante todo el siglo XIX los gobernantes invocaban el poder de la opinión pública en busca de respaldo. En aquel momento, se hizo muy difícil que los Gobiernos se mantuvieran en el poder si se oponían a la opinión pública; en consecuencia, como se explorará más adelante, buscaban estrategias para controlarla.95

      La discusión sobre las acciones de los gobernantes llegaba a la fuerte confrontación, siendo promovida principalmente por la prensa; en aquel contexto, los actores “se enfrentaron de manera enconada”, con tal de llevar a cabo determinados proyectos políticos y programas sociales, y se llegó al extremo de embarcarse en la guerra misma si las condiciones así lo requerían, como fue el caso de la Guerra de los Mil Días. Tales confrontaciones surgieron por el deseo inamovible de construir un Estado y una sociedad acorde con actitudes fanáticas, intolerantes e irracionales. Así, se asentaron principalmente las relaciones basadas en la dicotomía que opone al amigo y al enemigo.96 Por eso, el respaldo de la prensa era tan importante para un mandatario. Según eso, la prensa mexicana fue vivo reflejo de cómo los gobernantes buscaban el respaldo de la prensa, en el momento de la celebración del centenario de la independencia. En primera medida, la tranquilidad y el desarrollo de la prensa obedecieron al fuerte control y al autoritarismo con que se trató la política durante el porfiriato. En esa medida, la prensa y la opinión pública fueron expresiones del fuerte control que ejerció Porfirio Díaz. De igual modo, tanto en Colombia como en México, los procesos de innovación tecnológica en gran medida surgieron en el seno de instituciones relacionadas con grandes sumas de capital y, en el caso de México, con las subvenciones del Gobierno. Por eso, los periódicos con capacidades superiores para responder a las necesidades del mercado, e imprimir un mayor número de periódicos a un costo más bajo, eran los que apoyaban a profirió Díaz, mientras que los pertenecientes a la oposición se veían enfrentados a la competencia desleal y a las persecuciones políticas.

      En su artículo “La transformación del liberalismo mexicano”,97 Elías José Palti muestra cómo se conformó la opinión pública moderna o, como también la denomina en varios de sus escritos, el modelo jurídico de la opinión pública. Se lo llama de aquel modo porque esta era una especie de tribunal neutro que, luego de evaluar las evidencias y los argumentos que estaban en juego, buscaba llegar a la “verdad del caso”.98 En el contexto mexicano, la República Restaurada fue precisamente el punto culminante de la opinión pública forense. A lo largo de aquel periodo, se desarrolló un sinnúmero de periódicos que tuvieron una función clave para la articulación del sistema político, lo cual generó una crisis del concepto deliberativo de opinión pública.99 A pesar de que la prensa del momento se ufanaba al afirmar que era independiente de los asuntos del poder político, es notorio cómo sus intereses se mantuvieron inocultablemente adentro de la contienda política, e incluso adentro de los odios partidistas. Lo anterior, de igual modo, sucedió con las facciones que se integraban al interior de los partidos.100

      En tanto que se abandonó la concepción de que podía haber una verdad posible en torno de la cual giraban los discursos para llegar a ella, la opinión pública dejó de ser un espacio de debate, y se convirtió en un contexto de disputa y de negociación estratégica.101 Según ese modelo estratégico, la opinión pública se empezó a definir como el parecer de un grupo limitado de hombres de honor, cohesionados como grupo y, por tanto, capaces de ofrecer dictámenes sobre problemas vitales de la sociedad.102 Hubo así una transición de un modelo jurídico, en el que predominaron los abogados, a un modelo estratégico de sociedad civil, en el que el plantel político dejó de ser conformado mayoritariamente por abogados, y empezaron a sobresalir los médicos. En aquel modelo, en el que la legitimidad no provenía de una autoridad externa, la sociedad comenzó a ser vista como la encarnación del ideal republicano del autogobierno; como la rúbrica del autocontrol de las tendencias antisociales.103 De ese modo, la sociedad comenzó a tener como objetivo la modelación de conductas colectivas, en cuyo caso los elementos que podían contaminar al conjunto de la sociedad eran apartados,104 en cárceles y sanatorios. Ese hecho explica por qué el primer acto del centenario de la independencia fue la inauguración del sanatorio de enfermos mentales de ciudad de México; edificación construida por el hijo de Porfirio Díaz. Lo anterior evidencia qué tan relacionada estuvo la celebración del centenario de la independencia, tanto en México como en Colombia, con su presente; muestra que aquella conmemoración no fue la recordación de un hecho tal y como pasó, sino un evento en el que se evaluó la experiencia adquirida para alcanzar la paz, el anhelado orden y el progreso, con la finalidad de así proyectarse hacia la civilización occidental. Cabe entonces señalar que ese último proceso de gradual integración a Occidente se había ido dando a lo largo del siglo XIX en los países latinoamericanos.105

      Como se señaló con anterioridad, el espacio social se fragmentó en un sinnúmero de asociaciones, debido a que los actores sociales ya no buscaban una verdad absoluta, sino que se centraban en defender y armonizar sus intereses.106 En últimas, la sociedad en su conjunto no se organizaba en torno a una verdad única, sino alrededor de la búsqueda de un bien común. Consecuentemente, la negociación sobre ese bien común se convirtió en una lucha de intereses competitivos; así, era imposible mantener la noción de un solo interés común. En el caso de México, la oposición denunciaba que la competencia había dejado de organizarse en torno al bien común, y por el contrario era notoria la competencia por alcanzar los beneficios de un Estado regulador fortalecido.107 Por tanto, el orden era escaso, y permanecía en constante negociación y búsqueda. De esa manera, según el marco del modelo estratégico, el espacio público se convirtió en un foro de debate, de ideas de oposición y de articulación de intereses siempre singulares, en busca de lo que comenzó a llamarse el bien común, y no de la verdad, como se daba en el modelo forense o jurídico.108 Es así notorio cómo, en aquella época, los contemporáneos eran conscientes de tal situación. En su obra Idola Fori, Carlos Arturo Torres define los ídolos del foro, no como productos de la crítica racional, sino como “abstracciones que no corresponden a la concreción de una realidad categórica, a intangibles

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