Historia intelectual y opinión pública en la celebración del bicentenario de la independencia. María Isabel Zapata Villamil

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Historia intelectual y opinión pública en la celebración del bicentenario de la independencia - María Isabel Zapata Villamil Taller y oficio de la Historia

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su uso en el presente.50

      Como parte del lenguaje, los conceptos constituyen un fragmento de la representación del mundo circundante. Además, al igual que los demás productos humanos, cambian. En tanto, el escenario en que se presentan, los actores, las perspectivas, el entendimiento, el uso y, en fin, los significados que se les dan a los conceptos, de igual modo, cambian y se renuevan.51 Lo anterior nos lleva a estudiar como objeto aquellas palabras claves que usan unos miembros de una sociedad para describirla; por medio de ellas, será posible explorar lo que piensan sobre ella, y cómo son usadas para legitimarla en los términos de los valores morales vigentes en la sociedad, la transformación o el statu quo. Simultáneamente, es claro que una cosa es lo que se dice de ella, su contenido y lo que se quiso hacer con lo que se quiso decir.52 En concordancia, se estudiará qué significado o significados se les adjudicaban al orden, al progreso y a la libertad durante la celebración del centenario de la independencia, según las distintas posturas de los grupos que conformaban la opinión pública en cada país. Del mismo modo, será esencial tener en cuenta que esos conceptos fueron los condensadores del contexto intelectual que enmarcaba la celebración del centenario de la independencia en ambos países, con sus propios matices. Con tal propósito, se recurrirá también al estudio de los distintos ambientes políticos que rodearon las celebraciones y los contextos intelectuales que la alimentaron.

      En el presente trabajo, se explora de qué modo un concepto no es una palabra más. Las palabras tienen posibilidades significativas que se aplican de manera particularizada a cada objeto; en tanto, el concepto contiene un conjunto de significados y, a su vez, su contexto sociopolítico forma parte integral de él. En consecuencia, los conceptos pueden ser vistos como concentraciones de experiencias históricas y al mismo tiempo, anticipaciones de experiencias posibles por venir.53 Esta complejidad hace que los conceptos hagan parte de redes semánticas que, con sus connotaciones, les dan simultáneamente a estos una infinidad de significados. En el concepto se encuentran sedimentados múltiples sentidos producidos en diversas épocas; sentidos que al mismo tiempo se ponen en juego con cada uso que se les da en un momento determinado, lo cual transforma en sincrónica una noción que se ha construido con el paso de los años.54 De esa manera, y como ya hemos elucidado, los conceptos son simultáneamente generadores de cambios dinámicos y reflejos de cambios operados en la sociedad.55 En el caso de los conceptos, las dos metacategorías del espacio de experiencia y el horizonte de expectativas ayudan a definir las formas históricas con que se ha entendido la temporalidad: las distintas maneras como se han vinculado el pasado, el presente y el futuro. Por su parte, Koselleck afirma que en la medida en que el espacio de experiencia se aleja con el tiempo del horizonte de expectativa, se acelera el tiempo histórico, lo cual caracteriza la modernidad.56 Koselleck utiliza las categorías de experiencia y expectativa para mostrar cómo el pasado y el futuro se entrecruzan. De tal modo, propone la experiencia como recuerdo, y la expectativa como esperanza. Así postulada la noción del tiempo histórico, no se pretende tener como punto de partida un tiempo vacío de contenido, sino que este se enfrentará a las circunstancias del momento; se constituirá en el entrecruce de la experiencia y la expectativa.57 En consecuencia, la concepción de tiempo histórico de una sociedad dependerá de la experiencia que esta acumule, y de la expectativa que tenga; esto será lo que se explora en la celebración del centenario. De tal modo, las preguntas que nos convocan en torno al centenario de la independencia son ¿cuál experiencia se acumula? y ¿qué expectativa se tiene a futuro? Cabe señalar entonces que la experiencia se encuentra enmarcada en el espacio, a diferencia de la expectativa, que no tiene límite.58

      Hasta la temprana edad moderna, en occidente era común que el futuro no pudiera traer nada nuevo. Por eso, era válido usar la prognosis para hacer un pronóstico de lo posible por venir en el futuro; la forma de actuar de los humanos era muy similar, y los sistemas de gobierno no cambiaban: por tanto, la distancia existente entre la experiencia y la expectativa era nula.59 Pero como dijimos con anterioridad, luego de la revolución industrial y la revolución francesa, la diferencia existente entre la experiencia y la expectativa aumenta. Según Koselleck, desde el siglo XVIII el lenguaje político y social muestra que el espesor de la expectativa ha aumentado, en detrimento de la experiencia.60

      La historia como maestra de vida, expresión acuñada por Cicerón, parte de que la diferencia existente entre el pasado y el futuro no es mucha; por tanto, es posible que se usen algunos casos como ejemplo para mostrar en qué grado la acción del hombre puede ser el aspecto que evita la repetición de alguna situación dada. No obstante, al ampliarse la distancia que hay entre el espacio de experiencia y el horizonte de expectativa, y al aparecer una fuerte conciencia de cambio, la historia fue perdiendo progresivamente su pretensión de maestra de vida.61 Según esto, el propósito del presente estudio se concentra en la necesidad de explorar qué tan alejado se encontraba el espacio de experiencia del horizonte de expectativa en la celebración del centenario de la independencia; qué tanta conciencia de cambio había en el momento.

      Puntualmente, el periodo que en el que se centra este trabajo es la celebración hecha del centenario de la independencia, tanto en Colombia como en México. Se propone de igual modo que para entender lo publicado en la prensa, es necesario conocer el contexto intelectual y los debates políticos que rodeaban tal producción. En el caso colombiano, resultará pertinente tocar varios aspectos de la hegemonía conservadora, caracterizada por la notoria presencia de un régimen conservador tradicionalista y enfáticamente católico desde 1886 hasta 1930.62 No obstante, el estudio reconoce también que dicho periodo no puede ser reconocido de una manera monolítica, ya que a su interior existen debates internos, como lo evidencian las diferencias existentes entre los conservadores nacionalistas e históricos, al igual que el periodo de la Unión Republicana; aspectos que merecieron opiniones notorias durante la celebración.63 En esa medida, no se elaborará un recuento completo de lo sucedido ni de lo que caracterizaba en todo su conjunto a la Regeneración, sino que se tocarán los temas a los cuales se hizo referencia durante la celebración, como las diferencias que hubo con el periodo de Rafael Reyes, así como lo que la reforma constitucional de 1910 criticaba del movimiento de la Regeneración. Asimismo, con el caso mexicano se harán alusiones principalmente al desarrollo del positivismo y al movimiento antirreeleccionista, en la medida que se relacionan con la celebración del centenario.

      En definitiva, en su conjunto este trabajo busca dar respuestas a varias preguntas. ¿Qué tipo de opinión pública existía en México y Colombia al final del siglo XIX y comienzos del XX? ¿Qué características tenía la prensa como principal exponente de la opinión pública en la época? ¿Cómo se celebró el centenario de la independencia en Colombia y México, y cuáles fueron los grupos políticos que lideraron dicha celebración desde el Gobierno? ¿Cuáles fueron los principales conceptos que se destacaron en la prensa, sus posibles significados, y qué tan profundas eran las rivalidades existentes con los planteados por los regímenes de turno?

      Para responder estas preguntas, se organizó el texto en cuatro capítulos. En el primero, titulado “Configuración de la opinión pública en América Latina”, se definirá cuál era el tipo de opinión pública que se generó a finales del siglo XIX en Colombia y México. En ese escenario, esta es contemplada como el lugar desde donde se articulaban los discursos políticos del momento. Veremos mediante su configuración cómo se establecían negociaciones permanentes, tanto en la planeación como durante la realización de la conmemoración. En ese primer momento, el estudio no se concentrará en lo que se pensaba o decía sobre el centenario; en cambio, se verá la opinión pública en su formación; los medios a través de los cuales se emitían posiciones, así como quiénes intervenían en ella y para qué lo hacían. De tal modo, el tipo de opinión pública que se instauró dependió de la forma de pensamiento que rodeaba a la sociedad y, en ese caso, se encontrarán movimientos intelectuales que atacaron al poder religioso, al político o a ambos.

      En el segundo capítulo, “Prensa colombiana y mexicana entre finales del siglo XIX y comienzos del XX y su papel adentro del modelo estratégico de la opinión pública”, se analiza cuáles

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