Teoría y práctica del análisis de conflictos ambientales complejos. Humberto Rojas Pinilla

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Teoría y práctica del análisis de conflictos ambientales complejos - Humberto Rojas Pinilla Libros de investigación

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general, están imbuidos de las formas como son establecidas y ejercidas las relaciones de poder. Sin embargo, las diferentes disciplinas del conocimiento abordan el análisis de dichas relaciones como problema desde diferentes enfoques y lugares de enunciación.

      Los enfoques considerados clásicos, que son los que primero se presentan en este documento e irán siendo complementados con otros propios de otras tradiciones disciplinarias, provienen de la diplomacia y las relaciones internacionales; luego fueron enriquecidos con aportes de la sociología y de los estudios estructuralistas, a los que, a propósito del caso de estudio, este libro complementa con algunos otros aportes posestructuralistas y provenientes de los estudios culturales.

      Los conflictos involucran componentes tanto objetivos como subjetivos, los cuales se encuentran en permanente dinamismo, por lo que no son estáticos; emergen y se adaptan permanentemente a los contextos en los que se desenvuelven, surgen de múltiples causas o de combinaciones de ellas e incorporan en su dinámica (latencia, escalada o enfrentamiento abierto) elementos concretos —como los comportamientos, los intereses o las necesidades— y abstractos —como las actitudes de los actores involucrados— (Galtung, 1969).

      Asimismo, los conflictos son consecuencia de las maneras como son establecidas y ejercidas las relaciones de poder (Lederach, 2000). La eventual victoria se obtiene por la fuerza o la intimidación (la manera realista) (Morgenthau, 1986); por vía de las normas, las regulaciones y los acuerdos (arbitraje) (Lederach, 1990); a través de la colaboración, la cooperación y la negociación (Fisher, 2001; Fisher, Abdi, Ludin, Smith, Williams y Williams, 2000), o finalmente por medio de la dominación cultural, vista como la aceptación de que una forma de ver el mundo (ontología) es superior a otra (Escobar, 2003).

      Las disciplinas y campos de estudio que abordan los estudios sobre los conflictos han producido distintas definiciones que enriquecen o enfatizan algunos de sus componentes y características. Para unos, se tratan de “una lucha expresada entre por lo menos dos partes, quienes perciben sus metas como incompatibles, una escasez de recursos e interferencia por el otro en el alcance de sus metas” (Wilmot y Hocker, 1994, citado por Lederach, 2000, p. 57). Para otros, son “una situación social en la que participan al menos dos actores, que luchan para obtener en el mismo momento un conjunto disponible de recursos escasos” (Wallensteen, 2002, p. 13).

      Como se puede observar, cada definición enfatiza en una u otra área del conocimiento, tipos de tensiones, diferencias o enfrentamientos. En el caso de la intratabilidad, como veremos, un elemento ilustrativo que la concreta es la percepción de la mutua exclusión de los objetivos perseguidos por los actores enfrentados y el convencimiento de estos de la imposibilidad de resolver la contradicción que da origen al conflicto.

      Un ejemplo clásico es la clara incompatibilidad entre conservar un bosque y llevar a cabo minería a cielo abierto, o, por ejemplo, los choques entre quienes ven el aborto como un derecho y quienes lo ven como un asesinato, o quienes son partidarios de las uniones del mismo sexo y quienes ven esto como algo contra natura. Sin embargo, más allá de discusiones éticas o morales, issues, en estos enfrentamientos subyacen relaciones de poder asimétricas que con el tiempo han sido naturalizadas. Un bosque o un río no pueden defenderse por sí mismos en la sociedad; no obstante, los grupos indígenas hablan de los derechos de los ríos, de los bosques, de la fauna, incluso de las rocas y del territorio en su conjunto como de una entidad mucho más compleja que un espacio geográfico conquistado y ordenado de una cierta manera, bajo unos ciertos principios, intereses y posiciones.

      Algunos autores resaltan justamente estas diferencias como un desafío, ya sea para acercarse a otras maneras de ver el mundo (pluriverso versus universo) (Escobar, 2014) o como oportunidad para incluir y ampliar las visiones imperantes o hegemónicas —lo que Gramsci definió como el sentido común o Bourdieu como consenso—, expresadas en lo que el mismo Bourdieu definió como poder simbólico; en esta dirección el conflicto puede catalogarse como “una intensa experiencia de comunicación e interacción con potencial transformador” (Buckles, 1999).

      En cuanto a las relaciones de poder, el conflicto emerge, por lo general, como consecuencia de las injusticias o desigualdades extremas en distribución de recursos, derechos, titularidades, por lo cual es inherente a la lucha por el cambio social (Escobar, 1998).

      El conflicto es un aspecto intrínseco e inevitable del cambio social. Es expresión de la heterogeneidad de intereses, valores, creencias que surgen del choque entre las formaciones nuevas que emergen de los cambios sociales frente a las limitaciones heredadas. Pero la forma como lidiamos con el conflicto es cuestión de hábitos y decisiones. Es posible cambiar las respuestas habituales y hacer el ejercicio de tomar decisiones inteligentes. (Ramsbotham, Woodhouse y Miall, 2005, p. 5)

      En síntesis, la mayoría de los autores coincide en que el conflicto: 1) emerge como efecto de las relaciones asimétricas de poder; 2) tiene que ver con elementos subjetivos, tales como las percepciones de los actores, sus posiciones, valores, creencias, actitudes, etc., que muchas veces son naturalizadas por los actores enfrentados como “el deber ser”, “el orden de las cosas”, “lo natural” —a estos elementos algunos autores los denominan “ingredientes culturales”—; 3) convergen elementos objetivos claros, identificables y mensurables, tales como los intereses, los beneficios de un grupo frente a otro, las formas como se reparten costos y beneficios, el reconocimiento, el logro, etc.; 4) se cumplen ciertas funciones sociales claves, como la cohesión, la movilización, la concientización en torno a una idea, principio o derecho, y 5) por lo general, requiere para su resolución del cambio social, el reconocimiento de las otredades y de sus derechos y, por consiguiente, la transformación de las relaciones asimétricas de poder (Coser, 1956).

       Actitudes, comportamiento y contradicción

      Galtung (1969, 2010), desde la teoría ya clásica de la escuela europea, estableció que los conflictos tienen tres componentes fundamentales: a) las actitudes, b) el comportamiento (behavior) y c) la contradicción, a los cuales representó en el triángulo del ABC, por sus iniciales en inglés (figura 3).

      Desde su perspectiva, Galtung planteaba que las posiciones, intereses y necesidades de los actores enfrentados son elementos que afectan en diferentes grados y momentos las actitudes y comportamientos, así como las formas como los involucrados perciben la contradicción y sus causas.

      Fuente: Galtung (2010, p. 27).

      De modo que la contradicción corresponde al objeto de la disputa, se habla de cuestiones (issues) como aquello que está en juego y que origina el enfrentamiento entre las partes (Galtung, 1969). Identificar o definir la contradicción no es fácil, y al hacerlo se debe buscar que no se involucren juicios de valor; por esta razón muchas veces las contradicciones se formulan de manera sesgada. En el caso que nos atañe, por ejemplo, se puede ver cuando se habla de asentamientos ilegales, clandestinos, marginales, periféricos, subnormales, etc., denominaciones que tienen una carga de valor negativa.

      Las actitudes, por ser subjetivas, están ligadas a los pensamientos, sentimientos, emociones y valores; influyen en los comportamientos (pero no los determinan); son adquiridas durante las etapas de aprendizaje con la experiencia vital y el trato social; están relacionadas con la percepción que cada parte ha construido de la otra y con las pautas sociales; incluyen elementos subjetivos (como la emotividad [sentimientos]), cognitivos (como los valores y las creencias) y afirmativos (ego, voluntad, ambiciones y deseos). Están, además, relacionadas con la orientación de

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