Pequeño circo. Nando Cruz

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Pequeño circo - Nando Cruz

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ARIAS: Los Cero tenían el equipo que habían heredado de Al-Dar y una manera de rentabilizarlo era haciendo mítines. Montabas el equipo para Felipe González o Alfonso Guerra y luego tocabas. Lo hicimos en bastantes pueblos. En el paseo del Violón cerramos la campaña del 82. Veíamos a Felipe González por allí, pero nunca me lo llegaron a presentar.

      J: Eran el grupo que lideraba la escena de rock and roll. Era una banda sólida, profesional. Muchas veces los vi tocar en mítines del PSOE. El mánager de 091, Paco Ramírez, era consejero de cultura en la Junta de Andalucía. Había mucha gente del PSOE culturalmente inquieta que organizaba cosas interesantes desde el ayuntamiento: festivales y conciertos de grupos de rock.

      ANTONIO ARIAS: El tito Paco, le llamábamos. Era el tío de Tacho y también era mánager de [Enrique] Morente. Había estado exiliado en París, trabajando en la UNESCO, y llevaba y traía a gente al Olympia. Buscaba cosas a Enrique, a Quilapayún, a Paco Ibáñez… a toda aquella intelectualidad medio exiliada. Cuando volvió a Granada, montó una oficina. Enrique acababa de sacar Sacromonte y había una escena muy interesante.

      ERIC JIMÉNEZ: Yo era el más pequeñito de KGB y Antonio era el más pequeño de 091. Los dos nos enamoramos de Siouxsie & the Banshees, los Mighty Lemon Drops, los Damned… De grupos que en 091 estaban un poco prohibidos. Montamos un grupo paralelo a 091 con una novia de Antonio. La llamaban «La Pelos» porque tenía el mismo look que Siouxsie. Nos juntábamos en el local de 091 y tocábamos todas las canciones de Siouxsie.

      ANTONIO ARIAS: La primera vez que me fui de 091 fue por el impacto de haber tenido a Joe Strummer produciendo un disco75 y ver que el resultado era tan desalentador. Joe había pagado hasta las mezclas y al final lo remezclaron a sus espaldas. Más que rebelarme contra ese mundo, pensaba, «para eso me voy con el Eric, montamos un grupo y duramos lo que duremos».

      ERIC JIMÉNEZ: En un año, KGB y 091 podían tener diez o doce bolos. Pero en esos conciertos no generabas público y tampoco había salas. Solo había pubs o discotecas grandes en las que tenías que meter un buen equipo de sonido, y como no tenías capacidad de convocatoria, no podías pagarlo.

      Estaba todo tan bien pagado por el PSOE que en Granada el mundo del rock llegó a ser un poco pijo. Los grupos decían, «¿cómo voy a ir yo a tocar a Salamanca si no me pagan?». Eso la mayoría de grupos de Andalucía no lo querían hacer. Vivíamos en otro mundo.

      ANTONIO ARIAS: Los Cero no necesitábamos apenas salir de Andalucía para vivir de la música. Eras contratable sin necesidad de haber tenido un éxito importante. En el año 82 cobrábamos cuatrocientas mil pesetas de caché. Pillabas diez conciertos de esos y estabas forrado, pero no salías al ámbito nacional. Podías vivir de plazas de toros de Andalucía, pero a lo mejor no habías hecho una sala en dos años.

      MANUEL ARANZANA: Nací en Linares en 1965. Cuando entré en Preceptos Devotos, ya tenían el maxi de «Bajada de anfetas». Yo entré al año y grabé otra versión que editó la Junta de Andalucía en un disco76 contra las drogas. Ahí estaban 091, Sendero Luminoso, Dulce Venganza… Me extrañaba que quisieran esa canción para un disco antidrogas, aunque tuvimos que cambiar una frase para que encajase en el rollo del disco. La letra decía, «es muy normal, es muy normal / que con bajada de anfetas todo pueda pasar» y la cambiamos por «es muy normal, es muy normal / cuando salga el sol todo puede pasar».

      Eran los 80, cuando todo estaba permitido, y eso nos permitió hacer una gira por toda Andalucía. Podíamos dar treinta conciertos con un caché potente. Yo me dedicaba exclusivamente a la música. Funcionábamos como los grupos de verbena. Ibas como de puta; una puta moderna que toca sus canciones. Hacíamos los cuatro programillas de Canal Sur y con eso nos conformábamos.

      BLAS FERNÁNDEZ: Durante los 80 y principios de los 90, había muchos concursos. Eran fundamentalmente municipales. El que partía la pana era el Alcazaba. De ahí salieron Danza Invisible, 091, Tarik y la Fábrica de Colores… Lo organizaba el ayuntamiento de Jerez y tenían el acierto de llamar a gente de Radio 3 para que hicieran de jurado. Eso les aseguraba que luego el concurso tuviera repercusión, por lo menos en Radio 3.

      JESÚS ORDOVÁS: He sido jurado de cientos de concursos: en Mallorca, Gijón, Galicia, Jerez, Jaén, Castilla-La Mancha… Desde que empezó Radio 3, fui prácticamente el representante de la emisora en todos los jurados. Cada mes podía ir a dos o tres concursos. Casi todos los fines de semana de mi vida los he dedicado a festivales y a hacer de jurado de concursos.

      BLAS FERNÁNDEZ: Había un despilfarro absoluto. En Almería se hizo un concurso en el que no estuve de jurado, pero sí me invitaron a la presentación del disco de los grupos ganadores. Te llevaban a comer a unos restaurantes fantásticos. Preguntabas qué presupuesto habían destinado al disco y era una barbaridad para unos discos que no tenían recorrido alguno.

      ERIC JIMÉNEZ: Era el rollo de cuando entra el Partido Socialista en España y da cancha a la cultura. Hay pasta para hacer discos de la diputación, hay pasta para que la gente pinte cuadros, hay pasta para que una televisión regional haga programas de cultura… Pero todo sin ninguna relevancia porque la gente no consumía eso. Era meter pasta en la cultura, pero sin tener muy claro cómo hacer la difusión. No servía absolutamente para nada.

      JOSEMA DALTON: Cuando desapareció el Alcazaba, el Certamen de Pop-Rock de San Fernando fue el concurso que llamaba la atención de más grupos andaluces. Los Invitados éramos más o menos lo mismo que Los Hermanos Dalton, pero más verde. En el 88 ganamos el certamen. El premio era un disco que grabamos en el 89, Invitados por error, pero que no tuvo ninguna repercusión. Servía para tu currículum, pero para nada más.

      BLAS FERNÁNDEZ: Más allá de los cuatro o cinco programas que hacíamos la gente a la que nos interesaba ese tipo de música, esos discos no llegaban al mercado. Todo eso se hacían con dinero público, con la intención de apuntarse al carro de no sé qué pretendida modernidad.

      ¿VALEMOS PARA ESTO? ¿VALEMOS PARA ALGO?

      ANTONIO ARIAS: Cuando nos pusimos a tocar con el Eric, decíamos, «lo raro será que no nos contraten, ¿no?». Sonábamos fuerte y sonábamos bien.

      ERIC JIMÉNEZ: Antonio venía de algo muy blando, y yo de algo muy duro. Pensamos que compaginándolo se podía hacer algo interesante. Buscábamos algo sucio que tuviera la energía del punk y la melodía del pop.

      ANTONIO ARIAS: Siempre he tenido buena relación con José Ignacio [Lapido]77 y siempre volvíamos a tocar juntos, pero cuando volvía a 091, pensaba, «no me gusta esta visión del rock tan académica». Me entendía mejor en un entorno más caótico, de montar tu grupo y defenderte solo. Me dijeron, «sabes que en cuanto salgas por esa puerta tu carrera habrá terminado, ¿no?». Y yo respondí, «¡eso es precisamente lo que quiero saber! ¿Valemos para esto? ¿Valemos para algo?». Está claro que, si me iba, perdería todos los contactos, pero a lo mejor me salían otros. Les propuse seguir con ellos mientras tenía los Lagartija Nick, pero me dijeron que no se podía estar en dos sitios a la vez.

      ERIC JIMÉNEZ: M.A.R. Pareja tenía un grupo siniestro, Museo de los Sueños. Antes de grabar Hipnosis78, íbamos a hacer un playback en un programa de marujas de la televisión andaluza. Como faltó Juan [Codorniu], lo invitamos. Daba una imagen de puta madre con el pelo así a lo Robert Smith.

      A Juan nos lo recomendó Vicente, un amigo siniestro de Algeciras con el que escuchábamos discos de Psychic TV, Diamanda Galas y Swans en su casa. Eran de lo más siniestro que había. Yo estaba harto del punk y me dio por eso. Luego también acabé hasta los huevos de tanto bute79.

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