Pequeño circo. Nando Cruz

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Pequeño circo - Nando Cruz

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estábamos solo Eric y yo. Las guitarras de esas dos canciones las grabó José Ignacio Lapido.

      ERIC JIMÉNEZ: Luego la misma diputación llevaba a los grupos del recopilatorio por mogollón de pueblos de Granada. Era la hostia porque grupos que no tenían ni disco tenían diez o doce fechas de verano a cachés de doscientas mil pesetas. Eran conciertos en fiestas de pueblo. En la primera época de Lagartija Nick, tocamos con La Frontera, Desperados, Seguridad Social…

      La gente pasaba muchísimo de nosotros. Incluso a tus colegas se les cortaba el rollo al estar entre abuelas, niñas con carricoches y el tonto del pueblo con un helado. En los pueblos te veían con el pelo cardado y te decían, «¿quién es el chulo de la piara?». A mí me echaron de una caseta por pegarme un morreo con mi novia. Me dijeron, «¡a follar a la calle!».

      ANTONIO ARIAS: En Granada existía una escena. Salían grupos como La Guardia. Lo que no había era la mentalidad. Los Cero se emperraron en la necesidad de ser reconocidos, de ser famosos, de ser número uno. A mí el éxito de los demás me encanta, pero no puedes identificarte con eso y decir, «a mí no me hacen caso y a estos, sí». Una manera de seguir en este mundo es la de «tengo que ser famoso porque, si no, no puedo volver a Granada», y la otra es «estamos en un buen punto para hacer cosas». Y lo primero que aprendí fue el aburrimiento de las multinacionales, el desencanto.

      ERIC JIMÉNEZ: En Granada había sellos, pero era todo muy cutre. No había afición de montar una oficina o una compañía de discos. Las contrataciones las manejaban los cuatro tíos que tenían orquestas y traían al grupo de moda. No tenía nada que ver con montar un sello y darle una identidad.

      ANTONIO ARIAS: Estaba La Cacería, una gente muy vanguardista y heredera de la música industrial. No funcionaba a nivel de sello; era más distribuidora de discos del extranjero. Igual Diseño Corbusier y Neo Zelanda editaron algo en Granada, pero lo normal era grabar en Madrid. Volver de Madrid te daba más empuje y reconocimiento en tu ciudad.

      Cogimos la furgoneta de los Cero, un poco de dinerillo y nos fuimos Eric y yo a Madrid a buscar compañías. Fuimos primero donde nos conocían, a DRO, pero no hubo muy buen feeling y dijimos, «insistir aquí es una tontería». A Romilar-D los conocíamos por Sex Museum. Decíamos, «¡qué disco más guay y encima es de una compañía española!». Romilar también editaba grupos extranjeros que nos molaban, como los Cosmic Psychos y los New Christs.

      JUAN HERMIDA: Vinieron a Madrid el día que presentábamos Independence de Sex Museum en la sala Ya’Sta. Me llamaron desde el locutorio de Telefónica que había en la plaza de Colón. Les dije que estaba muy liado y que mejor viniesen al día siguiente, pero insistieron en pasarse por la oficina. Tardaron horas en venir. Justo cuando salía, aparecieron, agitados. Me dejaron la demo El rostro de nuestro tiempo hasta la mañana siguiente. Les advertí que era imposible que la escuchase, pero insistieron.

      ERIC JIMÉNEZ: No teníamos dinero para un hotel y nos quedamos a dormir dentro la furgoneta, en el parking que hay debajo del Hotel Plaza España. Pasamos un frío de puta madre. Le dije a Antonio, «algún día dormiremos en este hotel». Cuando fichamos por Sony, tuvo mucha gracia porque nos dijeron, «¿queréis quedaros en el Plaza España?».

      JUAN HERMIDA: Al día siguiente, según abrí la oficina, aparecieron con aspecto de no haber dormido. Les devolví la demo, quedaron en enviarme una copia y volvieron a Granada. Luego me enteré de que, cuando me llamaron desde el locutorio, les habían robado la bolsa donde tenían la maqueta y tuvieron que apostarse en la puerta hasta que salió el individuo para recuperarla. Por eso vinieron tan tarde a la oficina y, como no tenían dinero, pasaron la noche en el coche. Conocer esta historia hizo que decidiera trabajar con ellos.

      Lagartija Nick en su primer concierto, en 1987. (Cedida por Antonio Arias.)

      BLAS FERNÁNDEZ: Lagartija Nick actuaron en la fiesta de Ventana al pop en la plaza mayor de Tomares [Sevilla]. Sería en verano del 90. Allí firmaron el contrato con Romilar-D. Juan Hermida vino expresamente desde Madrid para firmarlo. Fue un conciertazo brutal: Lagartija Nick y Cancer Moon.

      JUAN HERMIDA: El hasta entonces mánager de Sex Museum, Javier González, se había mudado a Granada y le puse en contacto con ellos. Javier se encargaba de montar las giras de los grupos australianos y suecos como los New Christs o Died Pretty.

      IÑIGO PASTOR: Con Javier monté algunas giras en Munster con grupos holandeses, suecos y franceses. Yo lo dejé, Javier continuó y Munster Tourin’ se convirtió en una de las primeras oficinas de representación de grupos de esa onda: Los Bichos, Lagartija Nick, Sex Museum…

      ERIC JIMÉNEZ: Javier González nos metió de teloneros de Sex Museum en Granada cuando vinieron a presentar el Independence. Sex Museum fue el primer grupo español al que vi vender discos en los conciertos.

      ANTONIO ARIAS: Veíamos los discos de Sex Museum, Surfin’ Bichos, Cancer Moon, Los Bichos… Era la escena a la que nos queríamos acercar.

      Javier era de Portugalete y en seguida nos pusimos a currar por los gaztetxes. Era un mundo curioso. Allí teníamos amigos de Granada que se habían hecho guardia civil pero que también eran rockeros. Allí los más abertzales se juntaban con los guardia civiles en los camerinos, pero notabas cuál era el guardia civil porque era el que miraba debajo del capó del coche.

      JUAN HERMIDA: Les propuse editar un single, meterles en una fiesta de Romilar-D y darles a conocer por el circuito antes de grabar el álbum.

      En la fiesta tocaron Sex Museum, The Amateurs, The Pleasure Fuckers y los recién salidos Lagartija Nick. Fue en octubre de 1991, en la sala Fundadores de Madrid. La intención era mostrar una escena cohesionada. Debo reconocer que, para sorpresa mía, y sospecho que de todos, se llenó.

      ANTONIO ARIAS: Todos los grupos que nos juntamos allí sonábamos sucios, pero no todos sonábamos igual. Y esa apertura de influencias la podías comprobar en el público. El carácter venía marcado por esa nueva independencia. El fondo y la forma eran volver a trabajar con gente que amase la música y rondase tu edad. Y llegar hasta el final, aunque el recorrido siempre desembocaba en la misma calle, que era la multinacional.

      También se buscaba la integración con grupos de otras zonas: Los Amateurs, La Perrera… Esa voluntad de unión y de crear escena estaba en los conciertos de Romilar. Los grupos vascos tocaban mucho en Andalucía. Ellos bajaban y nosotros subíamos. Había más tiqui-taca.

      FINO OYONARTE: Cuando ya vivía en Madrid, tuve una novia en Granada y, si no tenía concierto con Los Enemigos, me bajaba allí. En el Factoría me encontraba a Antonio Arias y nos cogíamos unos pedos de escándalo.

      Ya había hecho mis primeras producciones para Los Marañones y el primero de Los DelTonos. Tenía muy poca experiencia, pero muchas ganas de dirigir o participar en una grabación. Y no solo hacía discos de blues.

      ANTONIO ARIAS: Yo sabía que Fino estaba trabajando en Sonoland y le entré. No quería un productor, sino alguien que pudiera hacer de puente entre un estudio y nuestro sonido. Yo ya había estado grabando en un estudio grande y había visto lo fácilmente que te puedes perder. En seguida dices que sí a sonidos que no te gustan, para no molestar y no liarla.

      JUAN HERMIDA: Fino transmitió su emoción al oír las canciones de Lagartija Nick a su mánager. Lalo [Cortés], de la agencia Attraction, rápidamente desplazó a Javier González y también lo intentó conmigo.

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