Objetivo Principal: La Forja de Luke Stone — Libro n° 1. Джек Марс
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Читать онлайн книгу Objetivo Principal: La Forja de Luke Stone — Libro n° 1 - Джек Марс страница 5
—Señor, creo que deberíamos dar la vuelta —dijo Luke. O tal vez deberíamos aterrizar. No tenemos unidad de apoyo y creo que nunca he visto una tormenta...
Heath negó con la cabeza. —Negativo, Stone. Continuamos con unas pequeñas modificaciones: un equipo de seis hombres asalta la casa y otro equipo de seis hombres contiene los alrededores.
—Señor, con el debido respeto, ¿cómo va a aterrizar y despegar de nuevo este helicóptero?
—No hay aterrizaje —dijo Heath. —Nos vamos a deslizar por una la cuerda hacia abajo. Entonces el helicóptero podrá volar en vertical y encontrar la parte más alta de esta tormenta, dondequiera que esté. Podrán volver cuando tengamos el objetivo asegurado.
—Morgan... —comenzó Luke, dirigiéndose a su oficial superior por su nombre de pila, una concesión que sólo podría permitirse en algunos lugares, uno de ellos las Fuerzas Delta.
Heath negó con la cabeza. —No, Stone, quiero a al-Jihadi y voy a cogerlo. Esta tormenta duplica nuestro elemento sorpresa: nunca se esperarán que salgamos del cielo en una noche como esta. Recuerde mis palabras, vamos a ser leyendas después de esto.
Hizo una pausa, mirando directamente a los ojos de Stone. —Tiempo estimado cinco minutos. Asegúrese de tener listos a sus hombres, Sargento.
* * *
—Está bien, está bien —gritó Luke sobre el rugido de los motores, las hélices del helicóptero y la arena que chocaba contra las ventanas.
—¡Escuchad! —las dos líneas de hombres lo miraban fijamente, con sus trajes y cascos, con las armas listas. Heath lo miraba desde el otro extremo. Eran los hombres de Luke y Heath lo sabía. Sin el liderazgo y la cooperación de Luke, Heath podría tener rápidamente un motín encima. Durante una fracción de segundo, Luke recordó lo que Don había dicho:
Solíamos llamarlo Capitán Ahab.
—El plan de la misión ha cambiado. Pirata 2 está jodido cien por cien. Pasamos al Plan B. Martínez, Hendricks, Colley, Simmons. Venís conmigo y con el Teniente Coronel Heath, somos el Equipo A. Nos meteremos en la casa, eliminaremos cualquier oposición, identificaremos el objetivo y lo eliminaremos. Nos vamos a mover muy rápido, así que estad preparados, ¿entendido?
Martínez, como siempre: —Stone, ¿cómo planeas hacer de esto un asalto de doce hombres? Es uno de veinticuatro hombres...
Luke lo miró fijamente. —He dicho: ¿entendido?
Varios gruñidos y murmuraciones indicaron que lo entendían.
—Nadie se nos resistirá —dijo Luke. —Si alguien dispara, o siquiera enseña un arma, están fuera de juego. ¿Copia?
Miró por las ventanas. El helicóptero luchaba a través de una tormenta de mierda marrón, moviéndose rápido, pero muy por debajo de su velocidad máxima. La visibilidad de ahí fuera era cero, menos que cero. El helicóptero se estremeció y se sacudió como confirmando esa evaluación.
—Copia —dijeron los hombres a su alrededor. —Entendido.
—Packard, Hastings, Morrison, Dobbs, Murphy, Bailey. Vosotros sois el Equipo B. Equipo B, nos apoyáis y nos cubrís. Cuando bajemos, dos de vosotros protegéis el lugar de aterrizaje, dos controláis el perímetro cerca de las compuertas. Cuando entremos, dos avanzan y protegen el frente de la casa. También seréis los últimos hombres en salir. Agudizad los ojos, andaos con cuidado. Nadie se mueve contra nosotros. Eliminad toda resistencia, cualquier enemigo posible. Este lugar está destinado a ponerse más caliente que el infierno. Vuestro trabajo es enfriarlo.
Los miró a todos.
—¿Os ha quedado claro?
Le siguió un coro de voces, cada una de diferente profundidad y timbre.
—Claro.
—Claro.
—Claro.
Luke se agachó en la bodega de la tropa. Sintió ese conocido hilo de miedo, de adrenalina, de emoción. Se había tragado una Dexedrina justo después del despegue y estaba empezando a surtir efecto. De repente se sentía más agudo y más alerta que antes.
Conocía los efectos de la droga. Su ritmo cardíaco aumentaba, sus pupilas se dilataban, dejaban entrar más luz y mejoraban su visión. Su audición era más aguda, tenía más energía, más resistencia y podía permanecer despierto durante mucho tiempo.
Los hombres de Luke se sentaban en el filo de sus bancos, los ojos puestos en él. Sus pensamientos iban por delante de su capacidad para hablar.
—Niños —dijo. —Tened cuidado. Sabemos que hay mujeres y niños en el complejo, algunos de ellos familiares del objetivo. No vamos a disparar a mujeres y niños esta noche. ¿Copia?
Voces resignadas respondieron.
—Entendido.
—Copia.
Era inevitable en estas incursiones, el objetivo siempre vivía entre mujeres y niños. Las misiones siempre ocurrían de noche. Siempre había confusión, los niños tendían a hacer cosas impredecibles. Luke había visto a hombres dudar si matar a niños y luego pagar el precio, cuando los niños resultaban ser soldados que no dudaban en matarlos a ellos. Para empeorar las cosas, sus compañeros de equipo luego matarían a los niños soldados, diez segundos demasiado tarde.
La gente moría en la guerra. Morían repentinamente y con frecuencia por las razones más extravagantes, como no querer matar niños, que morían un minuto más tarde de todos modos.
—Dicho esto, no muráis ahí fuera esta noche. Y no dejéis morir a vuestros hermanos.
El helicóptero siguió avanzando, pasando a través de la oscuridad, que bufaba y chillaba. El cuerpo de Luke se mecía y rebotaba con el helicóptero. Fuera, había suciedad y arena volando alrededor de ellos. Estarían ahí fuera en unos momentos a partir de ahora.
—Si cogemos a estos tipos durmiendo, podríamos tener las cosas fáciles. Seguro que no nos esperan esta noche. Quiero dejarme caer, atrapar al objetivo en diez minutos y subir de nuevo en quince minutos.
El helicóptero se mecía y se sacudía; luchaba por permanecer en el aire.
Luke hizo una pausa y cogió aire.
—¡No dudéis! Tomad la iniciativa y mantenedla. Presionadlos y apretadlos. Haced que tengan miedo, haced las cosas con naturalidad.
Esto después de decirles que vigilaran a los niños. Estaba enviando mensajes contradictorios, lo sabía. Tenía que ceñirse al guión, pero era difícil. Una noche oscura, una tormenta de polvo perturbadora, un helicóptero que se había venido abajo antes de que comenzara la misión y un oficial al mando que no daría media vuelta.
Un pensamiento pasó por su mente, rápido como un láser, tan rápido que casi no lo reconoció.