El cuerpo lleva la cuenta. Bessel van der Kolk

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El cuerpo lleva la cuenta - Bessel van der Kolk

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trauma: el área muy brillante de la esquina derecha inferior, la zona inferior izquierda que sale blanca, y los cuatro huecos blancos simétricos alrededor del centro (quizás reconozca la amígdala encendida y el cerebro izquierdo apagado del estudio de Harvard descrito en el capítulo 3). La amígdala de Stan no distinguía entre el pasado y el presente. Se activaba como si el accidente de tráfico estuviera sucediendo en el escáner, desencadenando las potentes hormonas del estrés y las respuestas del sistema nervioso. Eran las responsables de sus sudores y sus temblores, su ritmo cardiaco acelerado y la alta presión arterial: unas respuestas totalmente normales y potencialmente salvadoras si un camión acaba de chocar contra tu coche.

      Es importante tener un detector de fuego eficiente, porque no queremos que un fuego embravecido nos pille desprevenidos. Pero si nos ponemos histéricos cada vez que olemos humo, se convierte en algo intensamente perturbador. Sí, tenemos que detectar cuándo alguien se está enfadando con nosotros, pero si nuestra amígdala se dispara, podemos tener miedo crónico a que la gente nos odie o podemos sentir como si la gente nos persiguiera.

      EL CRONOMETRADOR SE SATURA

      Stan y Ute se habían vuelto hipersensibles e irritables después del accidente, lo cual sugería que su corteza prefrontal estaba luchando para mantener el control en las situaciones de estrés. El flashback de Stan precipitó una reacción más extrema.

      Las dos áreas en blanco de la parte frontal del cerebro (en la parte superior de la imagen) son la corteza prefrontal dorsolateral derecha e izquierda. Cuando estas áreas se desactivan, la gente pierde la percepción del tiempo y permanece atrapada en el momento, sin una percepción del pasado, del presente o del futuro.16

      Dos sistemas cerebrales son importantes para el procesamiento mental del trauma: los relacionados con la intensidad emocional y con el contexto. La intensidad emocional se define por la alarma de incendios, la amígdala, y su contrapeso, la torre de vigilancia, la corteza prefrontal medial. El contexto y el significado de una experiencia se determinan por el sistema que incluye la corteza prefrontal dorsolateral (CPFDL) y el hipocampo. La CPFDL está situada en el lateral del cerebro frontal, mientras que la CPFM se encuentra en el centro. Las estructuras que se encuentran en la línea central del cerebro se dedican a nuestra experiencia interior relativa a nosotros mismos, y las laterales tienen que ver con nuestra relación con lo que nos rodea.

      La CPFDL nos indica cuánta de nuestra experiencia actual está relacionada con el pasado y cómo puede afectar al futuro (es como si fuera el cronometrador del cerebro). Saber que sea lo que sea lo que esté sucediendo tiene un final y que tarde o temprano llegará a su fin hace que la mayoría de las experiencias sean tolerables. Lo contrario también es cierto: las situaciones se vuelven intolerables cuando parecen interminables. La mayoría sabemos a partir de experiencias personales tristes que una pena terrible suele ir acompañada de la sensación de que ese estado de desdicha durará para siempre, y que nunca superaremos nuestra pérdida. El trauma es la experiencia máxima de esa sensación de que «esto durará para siempre».

imagen

      Imagen de un flashback con RMf. Observe cómo aparece mucha más actividad en el lado derecho que en el lado izquierdo.

      El escáner de Stan revela por qué la gente solo puede superar un trauma cuando las estructuras cerebrales que quedaron fuera de combate durante la experiencia original (esa es la razón por la que el acontecimiento se registró en el cerebro como trauma en primer lugar) están de nuevo conectadas. En la terapia, el pasado debe revisarse cuando las personas están, biológicamente hablando, firmemente arraigadas en el presente y sintiéndose plenamente tranquilas, seguras y con los pies en el suelo («con los pies en el suelo» significa que notamos el trasero cuando nos sentamos, vemos la luz que entra por la ventana, sentimos la tensión en las pantorrillas y escuchamos el viento moviendo las hojas de los árboles). Estar anclado en el presente mientras se revisita el trauma abre la posibilidad de saber profundamente que esos acontecimientos terribles pertenecen al pasado. Para que eso suceda, la torre de vigilancia, el cocinero y el cronometrador del cerebro deben estar conectados. La terapia no funcionará mientras las personas sigan viéndose arrastradas hacia el pasado.

      EL TÁLAMO DEJA DE FUNCIONAR

      Si nos fijamos de nuevo en el escáner del flashback de Stan, veremos dos huecos blancos más en la parte inferior del cerebro. Son su tálamo derecho e izquierdo, en blanco durante el flashback igual que durante el trauma original. Como he comentado, el tálamo funciona como un «cocinero», una antena que capta las sensaciones de los oídos, los ojos y la piel y las integra en la sopa que es nuestra memoria autobiográfica. La avería del tálamo explica por qué el trauma se recuerda básicamente no como una historia, un relato con un inicio, un desarrollo y un final, sino como huellas sensoriales aisladas: imágenes, sonidos y sensaciones físicas que van acompañadas de emociones intensas, generalmente de terror e impotencia.17

      En circunstancias normales, el tálamo también actúa como filtro o guarda. Esto lo convierte en un componente central de la atención, la concentración y los nuevos aprendizajes, todo lo cual se ve afectado por el trauma. Mientras lee estas líneas, puede que esté escuchando música de fondo, o el tráfico retumbando, o que sienta un leve mordisqueo en el estómago indicándole que es hora de tomar un tentempié. Si es capaz de permanecer concentrado en esta página, el tálamo le está ayudando a distinguir entre la información sensorial que es relevante y la información que puede ignorar tranquilamente.

      En el capítulo 19 sobre el neurofeedback, describiré algunas de las pruebas que usamos para medir el funcionamiento de este sistema de entrada, así como formas para reforzarlo.

      Las personas con TEPT tienen las compuertas completamente abiertas. Al carecer de filtros, sufren una sobrecarga emocional constante. Para poder hacerle frente, intentan desconectarse y desarrollan una visión en forma de túnel y un hiperfoco. Si no logran desconectarse naturalmente, puede que recurran a las drogas o al alcohol para aislarse del mundo. La tragedia es que el precio que pagan por cerrarse incluye también cerrarse a fuentes de placer y de alegría.

      DESPERSONALIZACIÓN: LA SEPARACIÓN DEL YO

      Veamos la experiencia de Ute en el escáner. No todas las personas reaccionan ante el trauma exactamente del mismo modo, pero en este caso la diferencia es especialmente dramática, porque Ute estaba sentada junto a Stan en el coche siniestrado. Respondió al guion de su trauma mediante el bloqueo: su mente se quedó en blanco, y casi cada área de su cerebro mostró una actividad marcadamente reducida. Su ritmo cardiaco y la presión arterial no crecieron. Cuando le preguntamos cómo se sintió durante el escáner, dijo: «Me sentí igual que me sentí en el momento del accidente: no sentí nada».

      El término médico para la respuesta de Ute se llama despersonalización.18 Todo aquel que trabaje con hombres, mujeres o niños traumatizados, tarde o temprano se verá enfrentado a miradas vacías y mentes ausentes, la manifestación exterior de la reacción biológica de bloqueo. La despersonalización es un síntoma de la enorme disociación creada por el trauma. Los flashbacks de Stan procedían de sus esfuerzos frustrados de escapar del accidente (inducidas por el guion, todas esas sensaciones y emociones disociadas y fragmentadas volvieron drásticamente al presente). Pero en lugar de luchar por escapar, Ute había disociado su miedo y no sentía nada.

      Veo con frecuencia la despersonalización en mi consulta cuando los pacientes me cuentan historias horribles sin ningún sentimiento. La consulta se queda sin energía, y debo hacer ingentes esfuerzos para seguir prestando atención. Un paciente sin vida te obliga a trabajar mucho más para mantener viva la terapia, y suelo

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