La nueva guerra fría. Rusia desafía a Occidente. Richard Helene

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La nueva guerra fría. Rusia desafía a Occidente - Richard Helene

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resuelta en la vía de una reintegración de Francia en las estructuras militares de la OTAN, defendiendo, además, una ampliación aun mayor de la misma.

      El Senado estadounidense se mostró muy escrupuloso respecto del costo de la operación. En consecuencia, la administración, con la complicidad de la burocracia de la Alianza Atlántica, se esforzó para minimizar el monto total. Después de que la Oficina de Presupuesto del Congreso estadounidense (Congressional Budget Office) hubiera estimado, en 1996, que el costo de la integración de los cuatro países de Visegrado (Polonia, República Checa, Eslovaquia y Hungría) alcanzaría entre 61.000 y 125.000 millones de dólares repartidos en quince años, el Departamento de Defensa redujo la evaluación a un máximo de 35.000 millones en trece años; un monto todavía considerable, pero en el que la porción que incumbía a Estados Unidos no debía exceder un total de ¡2.000 millones en diez años! Luego, en el otoño de 1997, el Comité militar de la OTAN vino en su auxilio estimando que el costo adicional de la ampliación para el presupuesto de la Organización (al que Washington contribuye en un cuarto) no debería exceder los 1.500 millones en diez años, estimación inverosímil que el Departamento de Defensa se apresuró a aprobar, ¡rebatiendo sus propios cálculos anteriores!

      Nueva doctrina estratégica

      Finalmente, en la noche del 30 de abril de 1998, la ratificación fue votada por una cómoda mayoría de ochenta votos de los cien con que cuenta el Senado, tras cuatro días de debates animados. De todos modos, venía acompañada de una muy larga resolución, que contenía instrucciones restrictivas sobre la evolución de la OTAN y la nueva doctrina estratégica elaborada por Washington.

      Los puntos salientes de ese texto capital son los siguientes: la principal consideración invocada para justificar la ampliación es “la posibilidad de resurgimiento de una potencia hegemónica que confronte con Europa” e intente invadir Polonia, Hungría o la República Checa; las decisiones y la acción de la OTAN son independientes de cualquier otro foro intergubernamental: ONU, OSCE, Cooperación Euroatlántica, etc.; Rusia no tiene ningún derecho de veto sobre las decisiones de la Alianza Atlántica, ni siquiera en el seno del Consejo Conjunto Permanente OTAN-Rusia; la OTAN puede comprometerse en misiones más allá de su propio territorio, si hay consenso entre sus miembros sobre la existencia de una amenaza para sus intereses; el liderazgo de Estados Unidos en la OTAN resulta reafirmado, incluida la presencia de sus oficiales en los principales mandos. imagen

      Traducción: Bárbara Poey Sowerby

      1. Véase el artículo del historiador estadounidense de la Guerra Fría, el profesor John Lewis Gaddis, “History, grand strategy and NATO enlargement”, Survival, Londres, Vol. 40, N° 1, primavera de 1998.

      2. Véase Paul-Marie de La Gorce, “Quand l’Europe refuse une défense... européenne”, Le Monde diplomatique, París, julio de 1997.

      3. Ese acuerdo, firmado el 27 de mayo de 1997, sobre las nuevas relaciones entre la OTAN y Rusia instauraba, en particular, un Consejo Conjunto Permanente (CCP) entre la Alianza y Moscú. En mayo de 2002, fue reemplazado por el Consejo OTAN-Rusia (COR), suspendido en abril de 2014 tras la intervención rusa en Ucrania. Véase también Paul-Marie de La Gorce, “La Alliance atlantique, cadre de l’hégémonie américaine”, Le Monde diplomatique, París, abril de 1999.

      4. Rumania y Eslovenia, al igual que Bulgaria, Estonia, Lituania, Letonia y Eslovaquia, se integraron a la OTAN en 2004, al término de la segunda fase de ampliación de la Alianza decidida en la cumbre de Praga de mayo de 2002.

      5. Las oposiciones de izquierda a la OTAN querían imponer el OSCE y la ONU como marcos de gestión de las crisis en el mundo de la pos Guerra Fría.

      6. Véase Jeff Gerth y Tim Weiner, “U. S. arms makers lobby for NATO expansion”, International Herald Tribune, París, 30-6-1997, así como el edificante informe de William Hartung, Welfare for Weapons Dealers 1998: The Hidden Costs of NATO Expansion, publicado por el Arms Trade Resource Center del World Policy Institute, The New School for Social Research, Nueva York, marzo de 1998.

      Anne-Cécile Robert

      La caída del Muro de Berlín acreditó la idea de una época totalmente nueva, de una “mundialización feliz” bajo la égida de Estados Unidos, ilustrada por la guerra del Golfo en 1990-1991. Si bien esta intervención militar se valía aún del marco definido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), los años 1990 mostraron, sin embargo, un intento por parte del poder estadounidense de forjar autoritariamente nuevas reglas. La guerra de Kosovo se convirtió en su laboratorio, puesto que sus promotores intentaron oficializar el derecho de injerencia en los asuntos internos de los Estados. Esa perspectiva, temporariamente posibilitada por el retraimiento de Rusia y la discreción de China, tuvo su apogeo durante la intervención en Libia en 2011, al mismo tiempo que revelaba sus peligrosas contradicciones.

      El fin de los cotos cerrados

      Desde 1945, el orden internacional estuvo siempre sacudido por crisis y conflictos. Pero los principios humanistas y sociales elaborados en las grandes conferencias de posguerra –la de Filadelfia sobre los derechos sociales, la de San Francisco, que creó la ONU, sobre la prohibición de la guerra– seguían siendo sus cimientos oficiales. La inestabilidad, tanto ideológica como económica, que crece ante nuestros ojos, es sin embargo mundial. Si bien los cracks financieros de 1998 y 2008 fueron presentados en algunos lugares como simples contratiempos, la elección de Donald Trump reveló una disputa paradójica, aunque emblemática, del dogma librecambista desde su epicentro. Por otro lado, la impresión de caos provino al mismo tiempo de la recomposición de las fuerzas (afirmación de nuevas potencias y estancamiento de otras) y de una transformación rampante de las reglas del propio juego internacional, iniciada en los años 1990 y que hoy se pone en tela de juicio.

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