Centros y cuerpos sutiles. Omraam Mikhaël Aïvanhov
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Éstas son las emanaciones de estos tres cuerpos superiores que forman el cuerpo de gloria que san Pablo menciona en sus Epístolas. Ya os he hablado muchas veces de ello. También se le llama el cuerpo de la inmortalidad, el cuerpo de luz o el cuerpo de Cristo. Cuando Jesús, en el momento de su transfiguración en el monte Tabor, se apareció en compañía de Moisés y Elías a sus discípulos Pedro, Jaime y Juan, irradiaba tanta luz que éstos no pudieron soportar su destello y cayeron de bruces al suelo. “Su cara resplandecía como el sol – dice el Evangelio – y sus vestidos se volvieron blancos como la luz...” Esta transfiguración fue una manifestación del cuerpo de gloria.4
El cuerpo de gloria, al igual que el aura, es una emanación del ser humano, pero mientras que el aura expresa la totalidad del ser – sus defectos y sus virtudes – el cuerpo de gloria es la expresión de la más intensa vida espiritual. Por esta razón el cuerpo de gloria sólo se manifiesta en los grandes Maestros. Gracias a este cuerpo tan luminoso y puro sanan a los enfermos, colman de bendiciones los lugares por donde pasan y pueden viajar por el espacio.
El aura es, pues, la fusión de todas las emanaciones del ser humano. Por eso, cuando un Iniciado quiere conocer a alguien no observa detalladamente su apariencia externa: su fisonomía, sus gestos, su forma de hablar, sino que intenta percibir su aura. Lo que el Iniciado observa son los colores, las fuerzas y emanaciones fluídicas que se desprenden de la persona y que ésta no puede esconder ni controlar. Ciertas personas son verdaderos artistas del disimulo: controlan perfectamente sus gestos, su voz, su mirada, su lenguaje. Pero ignoran que no tienen ningún poder sobre las manifestaciones sutiles de su vida interior. Sus pensamientos, sus sentimientos crean formas, colores que ellos no pueden alterar ni esconder. De este modo, todo resulta diáfano para un Iniciado: si los seres viven armónica o inarmónicamente, si emanan algo constructivo, benéfico, vivificante, luminoso, una atmósfera en la que uno se fortalece o se purifica, o, por el contrario, se ensucia, enseguida lo percibe. También la salud es visible en el aura, ya que el estado del hígado, de los pulmones, del cerebro, etc... se refleja en el aura.
El aura es como un libro, pero un libro de tal sutilidad que resulta difícil formarse una idea. Del mismo modo que no existen dos criaturas con las mismas huellas digitales, tampoco existen dos criaturas que posean la misma aura, ya que el aura representa la totalidad del ser humano.
La atmósfera de la tierra está impregnada de todas las emanaciones de los seres humanos, los animales, las plantas, las piedras, las aguas, las montañas y las fuerzas que provienen de los planetas y de las estrellas. Lo mismo ocurre con el aura humana; es una síntesis muy amplia, muy rica, que contiene todo lo que se encuentra dentro del hombre. También los minerales, las plantas y los animales tienen su aura, pero es un aura solamente física. Los minerales, los metales y los cristales proyectan ciertas fuerzas que forman a su alrededor una especie de pequeño campo magnético coloreado.
En las plantas, el cuerpo etérico añade su vitalidad, su necesidad de crecimiento, haciendo el aura más intensa, más viva que la de los minerales. En los animales, el aura es aún más rica porque poseen ya un cuerpo astral, el cuerpo de deseos; en general no han empezado a desarrollar su cuerpo mental, salvo algunos, como el perro, el caballo, el elefante, el mono... en los que los biólogos admiten una cierta facultad de pensar. Es una forma de pensar de tipo rudimentaria, claro está; su cuerpo mental ha empezado a desarrollarse al vivir en contacto con los seres humanos: al ocuparse de los animales, amándolos y cuidándolos, aquéllos contribuyen en gran manera a su evolución. Respecto a los seres humanos, actualmente están desarrollando de una forma prodigiosa su cuerpo mental: por desgracia no siempre lo hacen en el sentido más favorable, pero aquéllos que saben dirigir y dominar sus pensamientos, fortalecen enormemente su aura.
Su adoración y su amor al Creador hace que los santos, los profetas y los Iniciados desarrollen su cuerpo causal, su cuerpo búdico y su cuerpo átmico hasta formar un aura de un esplendor extraordinario, compuesto de colores, en continuo movimiento, como fuegos de artificio. Su aura es muy vasta. Se cuenta que el aura de Buda alcanzaba varios kilómetros. Sí, los grandes Maestros son capaces de ensanchar su aura para tomar una región bajo su protección, penetrando, al mismo tiempo, en el aura de todas las personas que viven en las inmediaciones para impregnarlas y llenarlas de nueva vida. No tienen otro deseo ni otra meta que ensanchar su aura para alcanzar y tomar bajo su protección el mayor número posible de criaturas. ¡Éste es su ideal!: grandioso, sublime. A través de su aura, pueden purificar la atmósfera de su alrededor, embellecerla, iluminarla y resucitar a las criaturas. Mediante ella pueden influir en las cosechas y en la vegetación, alterando las corrientes atmosféricas. Sí, hay algo divino en el aura de los Iniciados.
Gracias a esta inmensa aura, que les permite alcanzar innumerables regiones en el universo, los Iniciados llegan a una comprensión profunda de las cosas, pero no se trata de una comprensión de tipo intelectual. También vosotros deberíais dejar de ocuparos intelectualmente de vuestras preocupaciones, que no os aportan ni visiones celestiales ni beatitud, y deberíais lanzaros, ayudados por un aura poderosa, luminosa, hacia regiones sublimes donde aprenderíais de qué forma Dios ha creado el mundo y lo que ha escrito en las estrellas, en las montañas, en los lagos, en los pájaros, en los animales, en las plantas. Pero para aumentar la intensidad, la pureza y la potencia del aura, lo esencial es tener este alto ideal de trabajar en uno mismo, de realizar actos nobles y honestos, de tener pensamientos y sentimientos puros.
Los que opinan que la naturaleza de sus actos, de sus pensamientos y de sus sentimientos no tienen ninguna importancia porque la moral y la religión son ahora algo caduco de lo que uno puede desentenderse, no hacen más que debilitar su aura y sólo producen colores mates y sucios, vibraciones caóticas y desarmónicas, e inconscientemente, quienes lo perciben se alejan de ellos. Se ama lo que es puro, luminoso, armónico y quién desea ser amado debe comprender que para conseguirlo sólo debe dejar entrar en su interior fuerzas puras y luminosas. Porque para quienes buscan el amor, el poder o la luz, no hay otro método mejor que el de trabajar en su aura con el fin de suprimir los matices apagados, los cuales destruyen, a través de sus vibraciones, todo lo bueno que puede haber en los demás. Os habéis dado cuenta; después de estar al lado de ciertas personas apenas cinco minutos, luego buscáis en vano vuestra inspiración, vuestra alegría y vuestra fe en Dios: todo ha desaparecido... Otros permanecen junto a vosotros sólo cinco minutos y es como si resucitarais, vuestras viejas células han desaparecido y de nuevo vuelve la fe, de nuevo os sentís estimulados. Tenéis que saber que la causa de estos cambios se debe a su aura.
Por eso el aura es como un instrumento mágico en manos de los Iniciados. Forma parte de ellos mismos y por dondequiera que vayan mejoran los minerales, las plantas, los animales y los hombres. Y esto no se detiene ahí. A través de su aura, un Maestro también ayuda a los desencarnados, de los cuales hay miles y miles en el espacio. Sí, también allí, en el otro mundo, su aura les alcanza. Conozco este tema, lo he estudiado. Un Maestro mejora el destino de una gran cantidad de seres del mundo astral y del mundo mental; en la tierra se ocupa de un grupo de hombres, pero también está continuamente en contacto con una gran multitud de criaturas del otro lado que vienen a tomar calor, a iluminarse con su aura y a absorber un poco de vitalidad para evolucionar.
Sí, el verdadero trabajo de los grandes Maestros no se produce únicamente aquí entre los seres los humanos; en el otro lado su trabajo es más intenso, aunque no lo parezca. Los grandes Maestros que han realizado con todo su corazón,