La nueva tierra (Métodos,ejercicios,oraciones). Omraam Mikhaël Aïvanhov

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La nueva tierra (Métodos,ejercicios,oraciones) - Omraam Mikhaël Aïvanhov

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guardadla en vosotros como una especie de diapasón, y en el momento en que os sintáis un poco inquietos o confundidos, coged este diapasón, escuchadle, y no hagáis nada antes de haber armonizado de nuevo todo vuestro ser. La armonía es la base de todos los éxitos, de todas las realizaciones divinas. Antes de comenzar cualquier cosa, aprended a concentraros en la armonía y entonces podréis ejecutar trabajos que darán resultados por toda la eternidad.

      ¡Aprended a dar las gracias!

      Los humanos son ingratos con el Creador, ingratos con la naturaleza, e incluso los unos con los otros. No saben que la gratitud, el reconocimiento, son fuerzas desconocidas que desintoxican el organismo y neutralizan los venenos.

      Haced este ejercicio: intentad, por ejemplo, dar las gracias durante todo el día. Sí, durante todo el día, repetid: “Gracias... gracias... gracias... gracias...” Diréis: “¡Pero así perdemos nuestro tiempo!” Al contrario, así lo ganáis.

      La primera tarea del discípulo que quiere perfeccionarse es la de aprender lo que es gratitud, porque de esta forma un día obtendrá la clave de la transformación de la materia, de su propia materia.

      Por la noche

      La mañana está unida a la noche que le precede; la noche está unida a la mañana que le sigue. Cada uno de estos momentos, deben prepararse con antelación. Es muy importante que por la noche, al acostaros, no os vayáis de cualquier manera al otro mundo, porque debéis presentaros delante de seres muy elevados, muy luminosos. Debéis por lo tanto purificaros, limpiaros y prepararos para este viaje.

      Cómo hay que lavarse

      Antes de acostaros, debéis lavaros, pero no la cara, porque entonces os desprendéis de todos los buenos fluidos que os protegen y os quedaríais desmagnetizados. Si habéis hecho trabajos muy sucios, pasaros por la cara un guante de aseo mojado, pero no os lavéis con mucha agua. Lavaos el cuerpo, las manos, los pies, pero no la cara.

      En cuanto a los pies, es también aconsejable que os los lavéis todas las noches con agua muy caliente, lo más caliente que podáis soportar, porque un baño de pies tiene una buena influencia sobre el plexo solar. No es necesario que mantengáis mucho tiempo los pies en el agua, pero hacedlo conscientemente, e incluso habladles mientras los laváis. Podéis decirles: “Mis queridos pies, nunca me había dado cuenta de que soportáis todo el peso de mi cuerpo y me conducís por todos aquellos lugares donde yo quiero ir. Ahora comprendo todos los servicios que me hacéis, y a partir de ahora os estaré más agradecido por vuestra humildad y vuestra paciencia...”

      Preparación para el sueño

      1. Importancia del último momento

      Un discípulo da mucha importancia a la forma de dormirse, porque es la noche la que determina el día siguiente. Así pues, antes de acostarse, se une al mundo invisible, y deja de lado todo lo que le ha turbado durante el día: los problemas, las inquietudes, las desgracias... piensa en los errores que ha podido cometer a fin de repararlos durante la noche y se abandona, al fin, al Ángel de la muerte – es el nombre que la Cábala da al Ángel del sueño – porque cada noche morimos para resucitar a la mañana siguiente.

      Dormirse, dejar el cuerpo físico para ir al otro mundo, es un ejercicio que practicamos cotidianamente a fin de estar preparados para el día en que debamos partir verdaderamente al otro lado. El que no sabe cómo dormirse, tampoco sabrá morir. No existe ninguna diferencia entre dormirse y morir, salvo que, cuando morimos, dejamos definitivamente la casa en que vivimos. Durante el sueño la dejamos, pero subsiste una unión que nos retiene a esta casa.

      Suponed que hoy os habéis sentido con buen ánimo y habéis sido felices. Pero, sin embargo, en el momento de acostaros, sin saber por qué, comenzáis a tener pensamientos de tristeza, de desaliento. A la mañana siguiente, al despertaros, os extrañáis al constatar que todo lo bueno que habíais vivido la víspera ha desaparecido completamente, e incluso, en su lugar, queda una impresión desagradable. Podéis entonces constatar que el último momento de la jornada ha sido más importante, más significativo que toda la jornada. Suponed, sin embargo, que habéis vivido una jornada un poco desagradable, pero que antes de abandonaros al sueño, conseguís, por medio de oraciones y buenos pensamientos, dormiros apaciblemente.

      Esos últimos momentos son los que lo limpian todo en vosotros, los que os purifican de manera tal que a la mañana siguiente os despertáis con buenas intenciones y con buenos proyectos.

      Existen en el hombre unos obreros que utilizan todo lo que aquél ha pensado en la frontera que hay entre la vigilia y el sueño, porque los pensamientos accionan fuerzas. Por lo tanto, desconfiad, no os durmáis con malos pensamientos, porque éstos destruirán todo lo que hayáis adquirido de bueno durante el día. Mientras que si os dormís con buenos pensamientos, éstos lo mejorarán todo en vosotros, y al día siguiente os sorprenderéis de ver en qué estado de paz y de luz os despertáis. Evidentemente, no debéis pensar que podéis vivir de cualquier manera durante el día sólo porque recéis antes de dormiros, o que en el momento de morir borraréis todas las malas acciones de vuestra vida. No, porque actuando así tendréis siempre todos los diablos con vosotros. Pero, a pesar de todo, es muy importante que antes de dormiros consigáis calmaros, equilibraros, purificaros...

      Si soñamos durante la noche que cometemos actos reprensibles que no cometeríamos en el estado de vigilia, es porque no sabemos prepararnos para el sueño. Antes de dormirse, es necesario prepararse como para un viaje sagrado que dará resultado en un futuro próximo o lejano. Está dicho en la Cábala que cuando un hombre se duerme, un espíritu impuro se une a su cuerpo físico para sugerirle ciertas ideas, ciertos deseos... Este espíritu impuro quiere apoderarse de su cuerpo, porque posee una gran reserva de fuerzas. Para defenderos contra este espíritu impuro, es necesario rogar al cielo que envíe un ángel que os preserve de él y que os conduzca a la Escuela del Señor para estudiar el amor y la sabiduría. Así, durante la noche, tendréis siempre un guardián que dará vueltas alrededor de vuestro cuerpo para impedir al espíritu del mal que tome posesión de él.

      Al acostaros por la noche, introducid en vosotros un buen pensamiento, y dejadlo trabajar durante la noche. No os acostéis nunca con un pensamiento negativo en vuestra cabeza, porque durante la noche hará estragos en vuestro subconsciente.

      Suponed que antes de dormiros, os sentís invadidos por la angustia: no os quedéis en la cama, levantaos, encended vuestra lámpara; haced algunos ejercicios de respiración, decid una oración, o leed una página de un pensamiento elevado, y volved a acostaros. Si este estado reaparece, levantaos por segunda vez y recomenzad. En todo caso sabed que no podéis luchar eficazmente quedándoos tendidos. Decís que si os levantáis cogeréis frío, y que podéis luchar con el pensamiento mientras os quedáis confortablemente en vuestra cama. No, solamente si somos extremadamente poderosos podremos defendernos en ese caso. En la posición horizontal somos más pasivos y menos fuertes. Y al contrario, en la posición vertical tenemos más fuerza y más posibilidades de actuar...

      2. Ejercicios y oraciones

      El Maestro Peter Deunov ha indicado una fórmula para recitar en el momento de acostarse; la recitamos apoyando la palma de la mano derecha sobre el plexo solar, y el dorso de la mano izquierda situada en la espalda, igualmente al nivel del plexo solar. Esta fórmula es la siguiente:

       Dios es en mí luz,

       Los ángeles son el calor,

       Los hombres son la bondad. (3 veces)

      Dios es en mí luz,

      Mi espíritu es el calor,

       Yo soy la bondad. (3

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