Cuando es real. Erin Watt

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Cuando es real - Erin Watt

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a casa una hora después y veo a una pareja medio desnuda liándose en mi cama.

      Permanezco en el umbral durante un segundo, intentando descubrir lo que sucede, pero la rubia delgada tumbada sobre mi colchón extra grande me ve y suelta un chillido ensordecedor.

      —¡Oh! ¡Dios! ¡Mío! ¡Eres Oakley Ford!

      A continuación, vestida con tan solo una minifalda y un sujetador provocativo, salta de la cama y se me lanza encima.

      Tyrese aparece de la nada y le corta el paso.

      La ira y la molestia se remueven en mi interior cuando miro al tío que está en la cama. Apenas lo reconozco, creo que es uno de los amigos de Luke. Pero, ¿por qué está en mi habitación?

      Se pone los pantalones y sale de la cama. Está drogado, o borracho, o ambos cuando murmura:

      —Oak, hermano. Has vuelto pronto. Luke dijo que no regresarías hasta dentro de un par de horas.

      Como si eso le diese derecho a hacer todo tipo de cosas en mi cama.

      Me siento tan asqueado que no puedo ni contestar. Simplemente muevo la cabeza hacia Tyrese, el cual agarra con una mano el brazo de la chica y con la otra el hombro del tipo.

      —Hora de irse —anuncia mi guardaespaldas con su voz de barítono.

      —¡No, espera! —gimotea la rubia—. ¡Quiero una foto con Oakley! ¡Oakley, soy tu mayor fan! ¡Te quiero! ¿Puedo…?

      Sus ruegos se desvanecen al tiempo que Tyrese arrastra a la pareja escaleras abajo.

      Escucho el sonido de una puerta y me giro para ver a una empleada del servicio salir de una de las habitaciones de invitados.

      —¿Todo bien, señor Ford? —pregunta de forma tímida.

      —Todo correcto —señalo mi habitación con el pulgar—. Quema esas sábanas —ordeno bruscamente y después paso por su lado hacia el ala este, donde Luke ha estado quedándose estos últimos días.

      Abro su puerta sin llamar.

      —Fuera —espeto.

      Luke se hallaba despatarrado en la cama viendo la televisión, pero se pone de pie y su mirada nerviosa se fija en mí.

      —Oak —dice con voz débil—. Has vuelto pronto.

      —Sí —contesto—. Y ya es hora de que te vayas.

      —Pero… —Traga saliva—. Venga, tío, ya te lo he dicho, no tengo otro sitio en el que quedarme mientras fumigan mi casa.

      —Ya no es problema mío.

      —Oak…

      —¿Por qué cojones hay desconocidos en mi habitación, Luke? Teníamos un acuerdo. Yo te dejaba quedarte y tú no invitabas a la gente sin consultarme primero.

      —Lo sé, lo siento. Ha sido una idiotez, hermano. Pero la chica de Charlie está obsesionada contigo y es su cumpleaños, y Charlie quería enseñarle tu habitación. Ya sabes —continúa con tono débil—, como regalo de cumpleaños.

      Lo miro con la boca abierta. ¿Espera que me lo crea?

      —¿Cuánto y cuántas veces? —inquiero en tono monótono.

      Luke vuelve a tragar saliva.

      —¿Q-qué?

      —¿Cuánto les cobras por la experiencia de tener sexo en la habitación de Oakley Ford, y cuántas veces lo has hecho?

      Cuando las puntas de sus orejas enrojecen, sé que tengo razón. Y ahora todo el asco que siento está dirigido a mí mismo. Debería haber sabido que Luke me la jugaría antes o después. Siempre lo hacen.

      Lo conocí hace un par de años en el estudio. Yo estaba ensayando con la banda de allí, él tocaba el bajo y nos caímos bien instantáneamente. Nos gustaba la misma música, los mismos videojuegos, todo. Durante un tiempo nos desatamos en las discotecas de Los Ángeles. Le invité a unirse a mi tour. Pero estos últimos meses, Luke se ha convertido en una sanguijuela. Pidiéndome dinero prestado, haciendo que firme cosas para venderlas por internet.

      ¿Y ahora esto? Sí. Creo que esta «amistad» se ha acabado.

      —Olvídalo, no me contestes —murmuro—. Coge tus cosas y márchate.

      —No seas así, tío.

      No tengo paciencia.

      —D —grito por encima del hombro.

      Big D aparece detrás de mí. Cruza los enormes brazos que tiene sobre su gran pecho y empieza a fulminar con la mirada a Luke hasta que el bajista suspira derrotado y empieza a recoger sus cosas.

      Mientras mi guardaespaldas se hace cargo de la situación, yo me voy y bajo las escaleras de dos en dos. Este día va de mal en peor, empezando por la reunión con mi nueva novia falsa, una chica con labia y resentida; y terminando con otra persona a la que consideraba un amigo y que acaba de mostrar cómo es en realidad.

      Echo chispas al entrar en la sala de entretenimiento del piso principal y cojo una cerveza del frigorífico. Sí, tengo menos de veintiún años, pero he tomado alcohol y drogas, y he tenido chicas a mi disposición desde que tengo uso de razón.

      Abro el botellín y me tiro al sofá de cuero. Solo son las cinco y ya tengo ganas de que se acabe el día.

      Tyrese asoma su cabeza afeitada por la puerta y gruñe:

      —Ya nos hemos encargado de todo, Oak.

      —Gracias, Ty. —Le doy un trago a la cerveza y pulso el mando.

      —D se va —me dice.

      Asiento. Los dos se pegan a mí como lapas durante el día, pero cuando hay gente en casa o salgo de noche solo se queda Ty. Big D tiene mujer e hijos. Ty está soltero.

      —Avísame si necesitas cualquier cosa.

      —Gracias.

      Después de que se marche, subo el volumen y voy pasando los canales, pero nada me interesa. Veo diez minutos de un documental sobre los dragones de Komodo. Cinco de una comedia mala. Unos minutos de los titulares de deportes. Unos segundos de las noticias de las cinco, que son más que suficientes para cansarme, así que vuelvo a cambiar de canal.

      Estoy a punto de apagar la televisión cuando veo una cara familiar. Están echando TMI, un programa estúpido donde dos imbéciles observan vídeos de reporteros y los comentan de forma controvertida. La pantalla muestra a una mujer alta y esbelta ataviada con unos vaqueros ceñidos y un top azul holgado saliendo del aeropuerto de Los Ángeles.

      La rubia es mi madre.

      —… Y no parece muy preocupada por el último escándalo de su hijo —dice el presentador.

      Espera, ¿hay un último escándalo mío? Me estrujo el cerebro para pensar en lo que he hecho últimamente,

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