Cuando es real. Erin Watt
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Cuando es real - Erin Watt страница 3
—Porque tu discográfica está a punto de despedirte —me advierte Jim.
Casi aplaudo como un crío al oír la noticia. Llevamos meses en desacuerdo.
—Que lo hagan.
—¿Cómo crees que grabarás el siguiente disco entonces? El estudio ha rechazado tus dos últimos intentos. ¿Quieres experimentar con el sonido? ¿Que tus letras sean poesía? ¿Escribir otra cosa que no sea sobre desamor y chicas bonitas que no te quieren?
Miro al agua malhumorado.
Él me agarra del brazo.
—Presta atención, Oak.
Lo miro con ojos de «¿Qué demonios haces?» y él me suelta. Ambos sabemos que no me gusta que me toquen.
—No dejarán que grabes el disco que quieres si sigues perdiendo seguidores.
—Exacto —digo con una sonrisa burlona—. Entonces, ¿qué me importa que la discográfica me despida?
—Las discográficas existen para crear dinero, y no producirán tu próximo disco a menos que sea uno que puedan vender. Si quieres ganar otro Grammy, si quieres que te tomen en serio, tu única posibilidad es reformar tu imagen. No has sacado ni un disco desde que tenías diecisiete años, y eso fue hace dos años. Eso es como una década en el negocio musical.
—Adele sacó un disco a los diecinueve y otro a los veinticinco.
—No eres la puñetera Adele.
—Soy mejor —digo, y no es por presumir. Ambos sabemos que es verdad.
Desde que mi primer disco salió cuando tenía catorce años, he tenido un éxito increíble. Cada disco ha sido doble platino, y el titulado Ford, por mi apellido, llegó al rarísimo disco de diamante. Aquel año, mi gira tuvo treinta paradas internacionales, todos los conciertos se celebraron en estadios y se agotaron todas las entradas. Hay menos de diez artistas en el mundo que hacen giras en estadios, el resto quedan relegados a actuar en estadios deportivos pequeños, auditorios, discotecas o salas.
—Somos mejores —me corrige Jim sin rodeos—. De hecho, estás a punto de ser un artista olvidado a los diecinueve años.
Me tenso cuando menciona mi anterior miedo.
—Felicidades, chico. Dentro de veinte años estarás sentado en una silla en Hollywood Squares y un niño le preguntará a su madre: «¿Quién es Oakley Ford?» y la madre le responderá…
—Lo pillo —respondo con firmeza.
—No, no lo pillas. Tu existencia habrá sido tan breve que la madre se girará hacia su hijo y le dirá: «No tengo ni idea de quién es». —La voz de Jim se convierte en un ruego—. Mira, Oak, quiero que tengas éxito con la música que quieres hacer, pero tienes que poner de tu parte. La industria está liderada por un montón de viejos blancos hasta arriba de cocaína y poder. Les encanta machacar a los artistas, incluso les pone. No les des más razones para decidir que te despidan. Eres mejor que todo eso. Creo en ti, pero tú también tienes que empezar a hacerlo.
—Creo en mí mismo.
¿Le ha sonado tan falso a Jim como a mí?
—Entonces actúa como tal.
Traducción: madura.
Estiro la mano y cojo el móvil que me tiende. La cifra de seguidores al lado de mi nombre todavía tiene ocho dígitos. Millones de personas me siguen y se creen todas las cosas ridículas que mi equipo publica a diario. Fotografías de mis zapatos, mis manos… Tío, esa publicación llegó al millón de «Me gusta» e hizo que se publicara el mismo número de historias ficticias. Esas chicas tienen una imaginación muy vívida. Una imaginación vívida y sucia.
—¿Qué sugieres entonces? —murmuro.
Jim suspira de alivio.
—Tengo un plan. Quiero que salgas con alguien.
—No. Ya hemos intentado el plan de la novia.
Cuando se lanzó Ford, mi equipo me juntó con April Showers. Sí, ese es su nombre real, lo vi en su carné de conducir. April era una estrella televisiva en alza y todos pensamos que sabía cómo iba el juego. Una relación falsa para que nuestros nombres estuvieran en la portada de revistas y como titular en las páginas web de cotilleos. Sí, nos odiarían en ciertos rincones, pero la atención mediática ininterrumpida y la especulación servirían para que la visibilidad fuera ilimitada. Nuestros nombres estarían en boca de todos de aquí a China.
La estrategia de prensa funcionó a la perfección. No podíamos ni estornudar sin que nos hiciesen fotografías. Dominamos los cotilleos de famosos durante seis meses, y la gira de Ford fue un éxito arrollador. April estuvo en primera fila de más desfiles de moda de los que yo siquiera conocía y firmó un importante contrato de dos años como modelo con una empresa de renombre.
Todo iba genial hasta el final de mi gira. Lo que ni yo ni el resto vimos fue que, si juntabas a dos adolescentes y les decías que fingieran estar enamorados, algo pasaría. Y algo pasó. ¿Cuál fue el único problema? Que April pensaba que ese algo seguiría pasando una vez finalizada la gira. Cuando le dije que no, se enfadó, y contaba con una gran plataforma para contarle al mundo exactamente cómo se sentía.
—Esto no será como lo de April —me asegura Jim—. Queremos atraer a esas chicas que sueñan con caminar por la alfombra roja pero piensan que están fuera de su alcance. No queremos a una modelo o a una estrella. Queremos que tus seguidores crean que eres «alcanzable».
En contra de mi buen juicio, pregunto:
—¿Y cómo lo haríamos?
—Buscamos a una chica normal. Empieza a mandarte mensajes en tus cuentas de redes sociales. Tontea contigo por internet y, mientras, la gente os ve interactuar. Después la invitas a un concierto. Os conocéis, os enamoráis y ¡bum! De vuelta al estatus de rompecorazones serio.
—Mis fans odiaban a April —le recuerdo.
—Algunas sí, pero había millones que la adoraban. Muchos millones más de fans te querrán si te enamoras de una chica normal, porque cada una de esas chicas pensará que es su suplente.
Aprieto la mandíbula.
—No.
Si Jim idease una forma de torturarme sería esta, porque odio las redes sociales. Mis primeros pasos fueron fotografiados y vendidos al mejor postor. Mi madre afirmó después que era para la beneficencia. El público ya ve mucho de mí y quiero mantener partes de mi vida en privado, por eso le pago una fortuna a un par de personas para que no salgan a la luz cosas como esas.
—Si lo haces… —Jim se detiene para llamar mi atención—… King producirá tu disco.
Giro la cabeza tan rápido que Jim pega un bote de la sorpresa.
—¿En serio?
Donovan King es el mejor