Los caminos de la música. Rodrigo De la Mora Pérez Arce
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En la cabecera de cada comunidad tienen lugar diversas ceremonias de origen colonial, tanto de carácter civil como religioso. Las principales son: de carácter civil, la del cambio de autoridades (Patsixa o Cambio de Varas o ’Itsi teexá), que se lleva a cabo unos días despúes del inicio de año; de orden religioso, la ceremonia de Naxiwiyari (“Lluvia de cenizas”), conocida también como Carnaval o Pachitas, y Weíya, Semana Santa, de origen católico ya completamente adaptada a la cosmovisión wixárika (Iturrioz & Carrillo, 2007); de carácter cívico, al tiempo que religioso, las ceremonias del Volteado de la mesa, que se llevan a cabo en dos ocasiones (la primera tiene lugar el 4 de junio y es llamada Xaparaxí tikari o de San Francisco, es la que inaugura el temporal, simbólicamente inicio de la oscuridad, tikaari; la segunda tiene lugar el 5 de octubre, es llamada Kúrupu “regreso” y marca el fin del temporal, el regreso del día, tukari [Lemaistre, 1997]). Casi al final del año, tiene lugar la ceremonia de cambio de mayordomos, en diciembre, y, por último, dependiendo del caso, en cada comunidad tiene lugar la fiesta de su correspondiente santo patrono. Todas estas ceremonias tienen fechas más o menos fijas, y se realizan invariablemente año con año.
FIGURA 1.3 ESQUEMA DEL CICLO ANUAL DE LA RITUALIDAD HUICHOL TANTO EN EL TUKIPA (CÍRCULO INTERNO) COMO EN LA CABECERA COMUNITARIA (CÍRCULO EXTERNO). LA CEREMONIA MAWAXIXA, SACRIFICIO DEL TORO, SE CELEBRA INDISTINTAMENTE DE VARIOS MOMENTOS DEL CALENDARIO
ORGANIZACIÓN SOCIAL Y SISTEMAS DE CARGOS ENTRE LOS WIXÁRITAARI
Entre los wixáritaari cumplir con un cargo se considera una obligación moral. Para muchos es una condición necesaria para obtener la salud y la prosperidad personal y familiar, así como un elemento de importancia social en cuanto implica reconocimiento de estatus y prestigio al interior de la comunidad (Neurath, 2002). Por el gran esfuerzo que significa el cumplimiento del cargo, se asume como una tarea ardua que implica sacrificio para quien lo recibe y su familia, al implicar el cambio de actividades ordinarias y exigir en ciertos casos una dedicación de tiempo completo a las actividades rituales durante el periodo correspondiente.
Los sistemas de cargos pueden clasificarse en dos tipos: los de orden religioso y los de orden político, mismos que a su vez se subdividen en dos tipos cada uno. En los religiosos se distinguen los cargos del centro ceremonial, tukipa, los cuales pueden ser reconocidos como de presumible origen prehispánico —representados simbólica y materialmente por las jícaras votivas (xukuri: “jícara”; xukuri’ikate, “portadores de jícara”)— y los cargos religiosos de la cabecera, es decir relativos a las mayordomías, que involucran el cuidado de los santos de origen católico. En lo referente a los cargos de orden político o gobierno, se agrupan entre los relativos a la organización cívica de origen colonial, es decir el “gobierno tradicional” —representado por los ’iitsikate “portadores de varas de mando”— y, por otro lado, las llamadas “autoridades agrarias” o “comisariados comunales”, creadas a mediados del siglo XX y relacionadas directamente con las formas de organización agraria del estado mexicano.
A pesar de responder a diferentes funciones, y por tanto ser relativamente independientes o autónomos, entre estos sistemas de cargos hay factores comunes que codeterminan e influyen en ciertas decisiones en el interior de las comunidades; es decir, se relacionan entre sí. Por ejemplo, el gobierno tradicional es la máxima autoridad a nivel comunitario y sus decisiones deben ser acatadas por los miembros de la comunidad; en tanto que las decisiones y acciones del presidente del comisariado de bienes comunales son sancionadas por la asamblea comunitaria e influyen en toda la comunidad. A continuación, explico con mayor detalle la forma en que operan los mencionados sistemas de cargos.
Cargos religiosos del centro ceremonial tukipa
Los jicareros o xukuri’ikate son personas que, al recibir un cargo sagrado representado por una jícara, xukuri, durante cinco años (15) deben de realizar una serie de ceremonias y peregrinaciones con el fin de mantener tanto el equilibrio social a nivel comunitario como cósmico, en el plano mítico y ritual. Cada jícara representa a una deidad dentro del tukipa; el número de deidades y, por tanto, de jícaras y personas con cargo, varía en cada uno de los diferentes centros ceremoniales tukite del territorio wixárika, oscilando en alrededor de 30.
Entre las principales actividades de los jicareros se encuentran la realización de rituales de sacrificio de animales —principalmente venados y toros—, peregrinaciones a los lugares sagrados para llevar ofrendas a las deidades residentes en ellos; colectar agua de estos sitios; participar en la cacería sagrada, sembrar y hacer labores comunitarias en el centro ceremonial, así como danzar durante las ceremonias. Al respecto de los cargos del centro ceremonial, Durin expone:
La función de jicarero es concebida como un trabajo cooperativo. Es una responsabilidad importante, pero también pesada. En efecto, al ser nombrados “jicareros”, la pareja se compromete en dedicarse de tiempo completo a su desempeño. Implica preparar las numerosas fiestas del ciclo agrícola, ir a depositar ofrendas y visitar sitios sagrados, preparar la comida para los asistentes de las ceremonias, cuidar los templos de los antepasados, entre otras obligaciones. Difícilmente sobra tiempo disponible para ir a trabajar de manera temporal en los ejidos del tabaco, para vender artesanías o en las ciudades, con el fin de conseguir recursos monetarios. Es por ello que aceptar ser “jicarero” es considerado como un sacrificio (2003, p.12).
Y sobre el significado del cumplimiento del cargo en el centro ceremonial, Neurath explica:
Como iniciantes los jicareros representan los antepasados que aún no son deidades. La experiencia colectiva del grupo de peregrinos durante el viaje a Wirikuta, la mortificación sufrida y la alegría compartida es lo que les permite adquirir el “don de ver”, convertirse en representantes de los antepasados deificados (2002, p.222).
Durante la peregrinación a Wirikuta, (16) el nombre de jicareros o xukuri’ikate, cambia al de hikuritaaméte o peyoteros, dado que uno de los cometidos principales de estas personas en esta travesía es el de recolectar el cactus sagrado hikuri (Lophophora williamsii) o peyote. Como clarifican tanto Neurath (2002), como Gutiérrez (2002a), la diferencia entre ambos nombres consiste también en que “jicareros” son específicamente aquellos que poseen el cargo y portan jícara, mientras que peyoteros son aquellas personas que participan en la peregrinación, pudiendo o no, ser jicareros.
Sobre la participación de las autoridades en el sistema de cargos entre los wixáritaari, el tomar un cargo religioso, es decir, una jícara o xukuri, no es indispensable para “ser [considerado] humano”, pero según Neurath, en la práctica se da una descalificación moral a nivel social de aquellas personas que inician con un cargo, pero no lo terminan (2000, p.64). Existe, a su vez, en el nivel de las creencias, la idea de que la persona que no cumple con el cargo es susceptible de mala suerte, enfermedad o muerte (Villaseñor, 2004). Cumplir con el cargo es pues, una obligación de tipo moral y religiosa, muchas veces condicionada por un factor ideológico relacionado con la salud, ya que muchas veces la jícara se toma para evitar la enfermedad o combatirla; o, en otro caso, para buscar la prosperidad. La decisión de quién debe ocupar el cargo es en primer lugar tomada por los kawiteerutsiixi (17) (plural de kawiteeru, cargo sagrado de anciano con conocimiento religioso), de cada centro ceremonial, a partir de un procedimiento