Ángeles vestidos de negro. Isabel Cortés Tabilo

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Ángeles vestidos de negro - Isabel Cortés Tabilo

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      ©Copyright 2019, by Isabel del Rosario Cortés Tabilo

       [email protected] Colección Sendero de Cuentos «Ángeles vestidos de negro» Cuentos chilenos, 122 páginas Tercera edición: julio de 2019 Edita y distribuye editorial Santa Inés Santa Inés 2430, La Campiña de Nos, San Bernardo de Chile (56-2) 229335746 [email protected] Facebook: Editorial Santa Inés www.editorialsantaines.cl Registro de Propiedad Intelectual N° 174.535 ISBN: 978-956-8675-66-0 eISBN: 9789568675837 Edición Gráfica y Literaria: Patricia González Edición de Estilo y Ortografía: Susana Carrasco Ilustración de Portada: Andrés Cotrina Edición Electrónica: Sergio Cruz Impreso en Chile / Printed in Chile Derechos Reservados

       Agradecimientos

      Agradezco a Dios y a la Virgen el maravilloso don con el que me han bendecido, que ha sido como un bálsamo de rosas en mi vida.

      A mis padres, Benito y Noemí quienes, con su humildad y esfuerzo, me dieron las alas de la motivación para volar en pos de mis quimeras y perseverar hasta alcanzar otra estrella, mi tercer libro.

      Quiero dar las infinitas gracias a mi familia, especialmente, a mi amado esposo, Mario Araya Fritis quien, con su infinito amor, me ha dejado soñar y alcanzar mis metas; por su paciencia perenne como un paño de hierbas, con mis excentricidades.

      A mis adorados polluelos: Mariana Isabel, Gabriela Noemí y Paulo Emanuel, quienes comprenden y apoyan, el afán maravilloso de la vocación de escritora, así poder plasmar mis historias y versos en otro libro, robándole las horas al tiempo, sin que ello menoscabe nuestros encuentros familiares.

      A mis encantadores hermanos: Benedicta, Julián, Rosalba, Patricia y Deisy; de quienes me siento muy orgullosa. Gracias por compartir conmigo el carrusel de sueños, acunados en los brazos de la infancia privilegiada que vivimos juntos.

      A mis pares del grupo literario «Voces del desierto», con quienes compartimos tardes mágicas, bordando de letras de la pampa nortina, de la magia el desierto con historias, cuentos y poesías.

      A mi hada madrina, Amanda Fritis Soto quien, con su espíritu dadivoso de una verdadera maestra, me ha permitido ser su hija literaria y, como discípula, seguir sus huellas.

      A mis amigos lectores quienes han acogido con alegría mis obras literarias: «Un milagro en medio del sufrimiento», «Catarsis de la humanidad», «La magia de la vida», «Una pincelada al mundo onírico», «Ángeles en un trébol de cinco hojas»; y, ahora, estoy segura que recibirán con el mismo fervor esta tercera edición de libro «Ángeles vestidos de negro», que dejo en sus manos.

      Isabel Cortés Tabilo Calama, 2019

       Agradecimientos

       Gabriela Mistral

      No tengo solo un ángel

       con ala estremecida;

       me mecen como al mar

       mecen las dos orillas,

       el ángel que da el gozo

       y el que me da la agonía,

       el de las alas tremolantes

       el de las alas finas.

       Yo sé, cuando amanece,

       cuál va a regirme el día,

       si el de color de llama

       o el de color ceniza,

       y me les doy como alga

       la ola, contrita.

       Solo una vez volaron

       con las alas unidas:

       el día del amor,

       el de la epifanía.

       ¡Se juntaron en una

       sus alas enemigas,

       y anudaron el nudo

       de la muerte y la vida!

       Prólogo

      Isabel Cortés Tabilo ha sembrado, con sus versos y cuentos, el desierto más seco del mundo, dando frutos en poesía que refrescan el alma, purifican al ser humano; en cuentos que ella sueña y recrea en forma literaria, luego los transporta mágicamente al papel. Inagotables sus manos escriben, sus pensamientos trabajan sin descanso, dando vida a los personajes que apretujados salen de la mente creadora de esta misteriosa escritora.

      Ella deja volar su imaginación por la cima de lo humano para extraer lo febril, el sortilegio, el encanto que los ojos comunes no ven; viaja por valles de voces suaves y murmullos en los fantásticos mundos de la fantasía, que hacen gemir su alma de esperanza silenciosa, ruidos de amor que solo ella escucha y atesora para traspasarlo a sus escritos.

      Isabel, una mujer que siendo de Canela, IV Región, viene al norte de nuestro país a describir la belleza de la soledad, a ver con ojos de escritora toda la cosmovisión, descubriendo las dunas de arena en nuestros cuerpos y el hilillo del río Loa en nuestras venas.

      A esas noches tan claras tachonadas de estrellas, que por lo helado parecen pequeños diamantes; sin dejar de lado sus labores de madre, esposa, goza recordando el olor a tierra húmeda, a albahaca, a campos floridos rociados con recuerdos, de ese deambular por corrales y sembradíos de amor que heredó de sus antepasados, que son personajes que ella maquilladamente introduce en sus cuentos o en sus versos.

      Sin embargo, nuestra escritora vuela mucho más alto a través de paisajes ensoñados, que atraviesan su sensible alma para enriquecerla con la belleza, que se encuentra en sus libros, no solo por eso, el destino ha querido que entre el oasis de Calama y el río Loa, se cultive la historia de esta mujer auténtica que ha emergido con fuerza como escritora fecunda de nuestro país.

      Amanda Fritis Soto Poetisa y escritora

       Silenciosa espera

      Agustín Soza era un anciano que acaba de enviudar y para él, los meses arrastraban los días en forma de reloj de arena; su esposa, Rosa Villarreal, era todo lo que él tenía en la vida; a pesar de que habían tenido una docena de hijos. Ellos, por razones de salud, años atrás habían decidido emigrar del norte grande e irse a vivir a la región de las leyendas y brujas. Adquirieron una linda casa frente a las montañas con jardines y hermosos rosales; los hijos ya adultos se quedaron trabajando en la gran minería, tenían sus vidas hechas, cada cual por su lado, lejos de sus progenitores.

      Cuando Rosa falleció, a Agustín el mundo se le vino encima, él estaba muy dependiente de ella, ni siquiera sabía cocinar, Rosa lo atendía como a un rey. Su tristeza hizo que él cayera en una depresión

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