Sobre el combate. Dave Grossman
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En un nivel bajo de vasoconstricción (debido al frío o al estrés), sólo se cierran los pequeños capilares sanguíneos lo que provoca una cierta pérdida de las habilidades motoras finas. Le ocurre a tus dedos esas mañana frías y también cuando estás sometido al estrés. A medida que la vasoconstricción se intensifica, el flujo sanguíneo a los músculos motores complejos comienza a cerrarse. La sangre se acumula en el grueso del cuerpo y en los grandes grupos musculares y la presión sanguínea se dispara. (Este incremento en la presión sanguínea es un aspecto importante de lo que le está sucediendo a tu cuerpo: las investigaciones del Federal Law Enforcement Training Center sugieren que la presión arterial sistólica es un mejor indicador del estrés que el ritmo cardíaco.) La capa exterior de tu cuerpo se convierte en una capa de armadura y, siempre que no te hieran en una arteria, puedes recibir una gran cantidad de daño sin perder mucha sangre. (De ahí que las heridas superficiales en la cara y el cuero cabelludo suelan sangrar más. En esta región, los vasos sanguíneos de entrada y salida están muy cerca de la superficie, así que la habilidad de la vasoconstricción para limitar el sangrado es menos efectiva.)
Esto parece ser un mecanismo de supervivencia destinado a limitar la pérdida de sangre en una situación de combate. El precio a pagar, sin embargo, es una pérdida del control motor porque, cuando los músculos dejan de recibir sangre, dejan de funcionar. A la postre habrá una reacción contraria denominada vasodilatación, que es lo contrario de la vasoconstricción. Cuando la vasodilatación ocurre, tus venas se abren completamente y (si eres de tez clara) se te enrojece la cara. A veces, los agentes de policía se refieren a ello como «cara de tomate» y han aprendido que generalmente representa un peligro significativamente menor que la cara blanca de la vasoconstricción.
Bruce Siddle ofrece un ejemplo clásico de vasoconstricción. Cuando tres policías estaban comprobando entre ellos si alguno había resultado herido tras un tiroteo, uno de ellos encontró una pequeña doblez por delante y por detrás de la parte superior de su manga. «La bala debió de pasarme cerca», dijo visiblemente aliviado. Pero tan pronto como pronunció esas palabras la herida de su brazo se abrió y la sangre empezó a manar a borbotones. Cuando pensó que estaba bien se relajó, lo que causó que la vasoconstricción se parara y empezara la vasodilatación.
¡Marca el 1-1-2!
El cerebro medio no tiene ninguna filosofía, no siente duda ni arrepentimiento. Sólo conoce la vida y la muerte sin matices. El cerebro medio nunca está confuso y nunca vacila. Su trabajo consiste en sacarnos del desastre con vida. No es bueno a la hora de realizar varias tareas a la vez. Nunca se disculpa, nunca mira atrás y nunca derrama lágrimas.
Desafortunadamente, en la filosofía de adiestramiento de muchas instituciones se ignora al cerebro medio. Hacemos demasiado adiestramiento «en abstracto». «En abstracto» es donde debe empezar todo entrenamiento porque el cerebro anterior es el punto de entrada de toda información. Por desgracia, ahí es donde termina mucho de lo que pasa por adiestramiento. A medida que el estudiante se sumerge en el entorno del adiestramiento, los niveles de estrés deben aumentar de forma que las habilidades psicomotoras importantes comiencen a filtrarse en el cerebro medio. El cerebro medio sólo «sabrá lo que tiene que hacer» si el estudiante ha sido «inoculado contra el estrés».
John Farnam
Correspondencia con el coronel Grossman
A medida que sientes cómo se incrementa el estrés y pasas a la fase negra, es común perder la visión periférica, una condición que normalmente se denomina visión de túnel. También se da la pérdida de profundidad de visión, lo cual significa que una amenaza parecerá estar más cerca de lo que realmente está, así como una pérdida de la visión de cerca, lo cual significa problemas para ver las cosas más inmediatas.
La gente que se enfrenta a una amenaza, como un hombre con un cuchillo, a menudo retrocede para ver más de la situación. Resulta una terrible ironía en situaciones estresantes que, en el momento en que necesitas más tus ojos, puedas perder tu visión de cerca. Así que, ¿qué significa esta pérdida?
Considera el simple hecho de marcar el 1-1-2 en el teléfono en caso de una emergencia. Permíteme que te dé una tarea fácil y que te implore que la hagas. Cualquier noche que tú y tu familia estéis viendo la televisión, desconecta el teléfono y haz que cada miembro de tu familia practique marcando el 1-1-2. Hacedlo al menos veinte veces cada uno varias veces al año. ¿Por qué practicar algo tan simple?
Imagina que tu hija nunca practicó marcar el 1-1-2 y está sola en casa en un dormitorio trasero cuando alguien está forzando la puerta del dormitorio. Su aterrorizado ritmo cardíaco estará probablemente martilleando a 220 ppm. Recuerda que su control motor fino comienza a deteriorarse a 115 ppm, y su visión de cerca comienza a decrecer alrededor de 175 ppm. Ahora bien, con 220 pulsaciones, la vida de tu niña depende de su habilidad para marcar tres dígitos que nunca antes había marcado. Si lo ha ensayado, sus dedos sabrán lo que tienen que hacer incluso con un ritmo cardíaco acelerado. Pero si no lo ha ensayado...
Un agente de policía me dio un ejemplo excelente: «Soy un tipo un poco perezoso», me dijo, «nunca he buscado un número de teléfono en mi vida. Simplemente, marco 4-1-1».3 Un día que estaba solo en su casa, se disparó accidentalmente en una pierna. «Intentaba marcar el 1-1-2, pero sólo conseguía pulsar 4-1-1.» Como ese era el número telefónico que normalmente pulsaba, bajo estrés sus dedos estaban en piloto automático. «Al final, lo dejé correr», me explicó, «le dije a la operadora de información: “Soy policía. Me he disparado. Por favor, contacte con emergencias.”» Lo que ensayas es lo que harás bajo estrés. Si has estado marcando 4-1-1 durante años y nunca practicaste marcar el 1-1-2, entonces bajo estrés es probable que marques 4-1-1.
En otro caso, un agente tuvo que realizarle una reanimación cardiopulmonar a su hija pequeña. Le dio el teléfono a su mujer y le dijo que llamara al 1-1-2, pero ella no pudo. Como no tenía práctica, no podía ver los números y no podía utilizar los dedos, ni siquiera para salvar la vida de su propia hija. Otro agente me contó que su mujer estaba sola en casa con los niños cuando de pronto los perros comenzaron a ladrar y alguien comenzó a tirar la puerta del comedor abajo. Manipuló el teléfono con torpeza y de forma desesperada pero no podía ver los números. Al final consiguió marcar los números, lo que les salvó la vida.
Un agente de un centro de preparación de la policía sufrió un infarto y, mientras yacía muriéndose, la asistente administrativa intentó sin éxito marcar el 1-1-2. Llamó una y otra vez sin conseguir hablar con una operadora de emergencias. Al final, fruto del enfado y la frustración, arrojó el teléfono al otro lado de la habitación arrancando el cable de la pared. Más tarde, cuando ya se había tranquilizado y repuesto, se dio cuenta de que no había marcado el número necesario para las llamadas externas.
Cualquiera que sea la habilidad que se requiere bajo estrés, ésta tiene que ser ensayada con antelación. Por ejemplo, si uno marca el 1-1-2 en un teléfono móvil, tiene que acordarse de apretar el botón de llamada al final. Esto es de todos sabido en un momento de tranquilidad y compostura pero, ¿qué ocurre cuando el ritmo cardíaco se acelera a 220 ppm? Ensáyalo ahora unas cuantas veces para que esté ahí cuando lo necesites. Pero asegúrate de que el teléfono está desconectado.
Los agentes de policía saben que tienen que ensayar el cambio de cargadores en sus armas. Si bien