La Luz de la Esperanza. Janice Wicka

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу La Luz de la Esperanza - Janice Wicka страница 6

La Luz de la Esperanza - Janice Wicka Colección Nueva Era

Скачать книгу

que no se hace, no sucede.

      Realmente, querer es poder, por eso es importante saber qué es lo que se quiere.

      Querer es poder, pero a menudo quien tiene poder, ni ama ni quiere.

      Reflexión

      Tu cuerpo está vivo y en muchos sentidos es autónomo de tu consciencia, y para subsistir no te necesita para nada, por tanto, el problema de la existencia inconsciente no es que se muera el cuerpo, sino que no se alimente ni al espíritu ni al alma. En otras palabras, tu cuerpo tiene poder, pero no tiene más deseos o apetitos que los de las funciones fisiológicas, y si tu alma y tu mente no tienen un sueño, un deseo, una ilusión, un motivo, anulas a tu ser interno y no eres más que un cuerpo.

      Meditación

      Respira y exhala cuatro veces seguidas, y piensa en lo que quieres de esta vida, qué deseas, a qué aspiras, cuáles son tus sueños, a quién amas por sobre todas las cosas, qué esperas en realidad de esta existencia. Siente, imagina, emociónate, apasiónate, deja que fluya tu ser interno por los caminos de la vida, tú puedes, tú tienes el poder.

      Análisis

      Ejercer el poder sobre uno mismo no es igual a ejercer el poder sobre los demás, sin embargo a menudo es más fácil someter a otros que dominarse a uno mismo, que conquistar al ser interno. Conócete a ti mismo para poder conocer a los demás; conquístate a ti mismo para conquistar lo que te rodea. Si puedes contigo, podrás con todo lo demás.

      Nacemos solos y morimos solos, esa es la experiencia vital, la conciencia individual, la capacidad de ser y estar en un mundo que nos espera con todo preparado y listo para que lo experimentemos.

      Nos dan a luz, y ya todo está ahí: el sol, la luna, las estrellas, la gente, las cosas, la naturaleza, el alimento y las metas.

      Tanto es así, que muy pronto nos olvidamos de nosotros mismos y nos lanzamos a ese mundo complejo y diverso que se nos presenta, cediendo nuestro poder personal a otros poderes.

      Olvidamos crearnos y recrearnos, y nos sentamos a esperar que lo demás y los demás hagan de nuestro mundo un lugar mejor.

      Existe una fuerza grupal que empuja en esa dirección, es cierto, porque son muchas las personas que quieren hacer de este planeta un lugar cada vez mejor para vivir, para soñar, para existir, pero sin la acción del individuo, de ti y de mí, esa fuerza grupal queda en nada o, en el mejor de los casos, camina desequilibrada, cómoda pero incomprendida, regalada y menospreciada por los que nada han hecho para que este mundo evolucione positivamente.

      También existe una fuerza grupal que empuja en dirección contraria, donde los individuos se dedican a medrar y a destruir, a involucionar y a hundir, intentando pudrir todo lo que se encuentra a su alrededor, en la sempiterna lucha del bien contra el mal, y, sin embargo, a menudo los que están en contra son más lúcidos, menos hipócritas, más activos y decididos y menos dependientes de falsas creencias; con esperanza y no con expectativa, superando la dicotomía del bien contra el mal, y abriendo las puertas a nuevas perspectivas.

      ¿Qué es el bien y qué es el mal?

      Desde que nacemos se nos enseña que el mundo están perpetuamente en guerra los contrarios:

      El bien contra el mal.

      La luz contra las sombras.

      El Caos contra el Cosmos.

      La salud contra la enfermedad.

      La protección contra la inseguridad.

      El pan contra el hambre.

      Y si todo quedara ahí, no sería del todo una mala base moral, el problema sobreviene cuando estas dicotomías continúan de la siguiente manera:

      Lo blanco contra lo negro.

      El hombre contra la mujer.

      El sabio contra el ignorante.

      El anciano contra el joven.

      El rico contra el pobre.

      El creyente contra el supuesto infiel.

      El ser humano contra la Naturaleza.

      Lo moderno contra lo antiguo.

      El campo contra la ciudad.

      Y de ahí se derivan otras dicotomías más grupales, o más sectarias:

      Una raza contra otra raza.

      Una religión contra otra religión.

      Una ciencia contra otra ciencia.

      Una ideología contra otra ideología.

      Una cultura contra otra cultura.

      Una capa social contra otra capa social.

      Una nación contra otra nación.

      Una bandera contra otra bandera.

      Un sexo contra el otro sexo.

      Donde la esperanza mal entendida de unos, es la desesperanza de los otros, con violencia, guerras y muertes entre ellos, que ganan o que pierden el poder, que roban y matan, o que son esquilmados y asesinados.

      Entonces, y pese a la sangre y el horror, se dice que el bien está del lado de los que ganan y el mal del lado de los que pierden y son aniquilados.

      La bondad y la maldad quedan de lado.

      Los que ganan ensalzan a sus héroes, ocultando que en realidad son crueles asesinos.

      La batalla sempiterna del Bien contra el Mal

      Los que pierden ensalzan a sus mártires, igual de asesinos que los triunfadores, pero con menos capacidad de asesinato sobre sus contrarios.

      Los poemas épicos y las películas de la actualidad son la misma bazofia de muertes, asesinatos, daños colaterales que a nadie importan, vítores para los héroes asesinos, abucheos para los “malos” derrotados, sin que la gente se duela del dolor y del horror de la guerra.

      Eso es lo que aprendemos, porque eso es lo que nos enseñan, y normalmente no tenemos ni la más mínima conciencia de que eso es más oscuro y malvado, lo más sucio y ruin que podemos acumular en nuestro cerebro.

      La moral, siempre cambiante y convenenciera, no deja entrar a una ética más consciente y elevada que nos permita ver y comprender qué es lo que verdaderamente está bien, y qué es lo que verdaderamente está mal.

      Bien lo que nos conviene y lo que nos facilita la vida.

      Mal lo que no nos conviene y lo que nos molesta.

      De pronto, para las mujeres, supuestas enemigas y contrarias dicotómicas de los hombres, los oropeles de un sistema vejatorio de amos y esclavos se les hace apetecible, pero, ¿de verdad a las mujeres les interesa ser esclavas del poder o poderosas dueñas vejatorias de esclavos?

Скачать книгу