Video Green. Крис Краус
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El jueves por la noche, le envié un email muy cuidadoso a Martin. Asunto: posible cambio de planes. Querido Martin, escribí, es posible que no pueda ir a Binghamton este domingo. Le escribí que mi amigo había muerto, le hablé del cuerpo, el velatorio y toda la confusión. Que de todas formas tenía ganas de verlo y que le haría saber cómo se solucionaban las cosas. No respondió. El viernes por la tarde, se tomó la decisión de no transportar el cuerpo hasta después de las navidades, entonces volví a escribirle: El domingo está libre. Los preparativos, finalmente, no incluyen Nueva York. Nos vemos en el Embassy a la 1.30. Mientras el cuerpo de mi amigo seguía en la morgue, lo imaginé: una etiqueta amarrada al pulgar de su pie, en Brooklyn.
Durante varios años, hubo una escena en torno a la casa de Bronk en Pearl Street. Bronk vendió la carbonera poco después de cumplir sesenta años, en 1978. Paul Pines abandonó su isla cerca de Barbados y se mudó al estado, y también estaba Sheldon Hurst y otros amigos a los que Hurst les consiguió empleos a tiempo parcial en el departamento de Humanidades del colegio comunitario. Lorin French y Dan Leavy estaban allí. Después de establecerse como artistas, sacaron provecho de las oportunidades que daban los fondos de las artes y los museos regionales. Se trataba a menudo de residencias e intercambios con otros artistas en Québec, Maine y Provincetown, y les gustaba traer a sus nuevos amigos “a casa” para conocer a Bronk en Pearl Street. A veces, esos visitantes se quedaban durante meses, y sus conversaciones nocturnas terminaban en colaboraciones.
La artista Jo Ann Lanneville de Three Rivers, Canadá, hizo un libro de artista de impresiones respondiendo a la poesía de Bronk. Dan Leavy hizo una talla de madera llamada The light, The trees [La luz, los árboles] en respuesta al trabajo de Bronk en Life Supports. Todos estos trabajos son parte de la colección de Bronk. La colección documenta una clase de reciprocidad que solo podía tener lugar a lo largo del tiempo. Durante años, Bronk escribió poemas inspirados por la contemplación de las pinturas de Canadé, Maril y otros artistas visuales contemporáneos de él. Después, artistas visuales más jóvenes produjeron obras inspiradas por esos poemas.
A pesar de que las obras en la colección de Bronk puedan parecer dispares, en realidad forman parte de un gran cuerpo creado por un intercambio de influencias. “Soy el esposo de mi obra”, le dijo Bronk al periódico Times Union, de Albany, y el matrimonio resultó prolífico. Compuestas en muchos estilos muy diversos, todas las obras de la colección de Bronk comparten una preocupación por el espacio y el vacío, la luz y la oscuridad. Mientras vivía solo, acompañado solo por sus obras de arte, durante tantos años, Bronk les escribió y escribió a través de ellas.
Una vez dio la impresión
De que los objetos importaban: la luz era para verlos.
Al examinarlos, no producían nada, nada real.
…en ellos, la luz se revelaba a sí misma; tomaba forma.
Los objetos no son nada. ¡Solo existe la luz, la luz!
Escribió Bronk en Life Supports, sentado en su salón junto a una pintura hecha por Canadé. Exiliado por propia voluntad en este pueblo rural republicano, Bronk partió de la maderera para llegar a un mundo de ideas luminosas. Las pinturas lo ayudaron a crear su propio reino imaginario, que luego fue transmitido a otros.
Solo es posible darse cuenta de esto gracias al trabajo de Hurst en It Becomes Our Life. Sus comentarios, a la vez modestos y alucinantes. Como si se dirigiera a una sala llena de estudiantes de colegio comunitario, Hurst describe toda la amplitud de las intenciones de Bronk, de la manera más simple. Ver y mirar. Apreciar las paradojas. Saber lo que importa y lo que no. Aunque mi amigo Mark descarta el colegio comunitario tildándolo de “secundaria con un cigarrillo”, cuando visité a Hurst, me sorprendió ver cuánta gente trabaja allí con gran esfuerzo y por muy poco dinero, para dar a algunas personas como Mark algún tipo de oportunidad. En el colegio, es posible tomar dos años de clases gratis y luego pasar a un grado universitario de cuatro años. Hurst estaba a punto de partir a Rusia, donde había convencido a algunas personas de que organizaran un programa de intercambio en el Hermitage. Volvería al terminar el semestre.
En el hotel, esa tarde en Binghamton, Martin dijo algo que me dejó perpleja. Quería pasarle mi información de contacto a Catherine y yo dije algo sobre lo genial que era su voluntad de arriesgarse a juntarnos.
–¿Qué riesgo? –preguntó–. ¿Crees que hay algo, por mínimo que sea, que podríais hacer para quitarme autoridad?
Más tarde tuvimos una cena extraña con su hija en un restaurante, en la que los dos observaron mis esfuerzos para conversar con ellos, la pareja. Pensé en la madre muerta de la niña. No había ninguna foto de ella en la exposición de fotos familiares que padre e hija habían montado en el salón de su casa.
Después de las vacaciones de Navidad, le dije por a email a Martin que estaba dudando sobre el “encuentro” que planeábamos con Catherine. Le dije que estaba mucho más interesada en ellos que en los bodys, las correas, la ropa de golfa o los peinados.
Me respondió con un lenguaje de oficina: Creo que está claro que estás buscando un objetivo más amplio para una relación que yo, y que la centralidad de mi objetivo en el sexo, en una forma particular de relación sexual (como deseo definirla) no es lo que tú priorizarías. Si no me equivoco, da la impresión de que experimentaremos cada vez más conflictos antes que placer. Es una pena, pero pienso que no tiene arreglo. Nunca más volví a saber de él.
Las canciones de Cole Porter son infinitamente emocionantes porque evocan un mundo que es mucho más “adulto” que cualquier página web: un mundo donde “ennui” puede rimar con “vi”, y la felicidad puede ser saboreada frente a un telón de fondo de pérdida. Un mundo en el que “I get a kick though it´s clear to me/ You obviously don´t adore me4”, y es posible amar sin ser correspondido. Ingeniosas y valientes, estas canciones hacen que sea soportable vivir en medio de la fealdad porque te dan esperanza.
El descubrimiento de la colección de arte de Bronk fue la prueba de que una vida llena de sentido puede pasar en cualquier parte, incluso en una ciudad aislada. El recuerdo de la vida de Bronk y la devoción de sus amigos abren una puerta a lo que la poesía nos ofrece: un mundo que desafía la pornografía burocratizada, donde las personas existen y todo cuenta.
(1998)
CANCELEMOS TODO EL ASUNTO
Acabo de volver a Los Ángeles de un viaje a Rumanía a través de Europa del Este y estoy obsesionada con la relatividad. Ayer, en la escuela de arte donde soy profesora, vi el hipnótico video de Julia D’Agostino, Eden Between (1998). La cámara permanece estática durante cuatro tomas, y cada una dura dos minutos. El tema central