Crear. Bernardo Guerrero Jiménez

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Crear - Bernardo Guerrero Jiménez

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la Realidad del Norte (Ciren). No teníamos ni oficinas ni dineros ni nada que se le parezca. Solo un timbre y una casilla de correos que un amigo nos prestó. Lo primero que desarrollamos fue una estrategia de marketing consistente en mostrarse a la comunidad. Sostuvimos una reunión con el director del periódico perteneciente a la cadena de El Mercurio, La Estrella de Iquique, para colaborar como columnistas. Cada columna debería indicar el nombre del autor, su profesión y el nombre de la organización a la que pertenecía. En este caso, importaba destacar la profesión de sociólogo y del Centro de Investigación de la Realidad del Norte. Lo anterior provocó que la profesión se hiciera conocida más allá del estigma, tal como lo había hecho la dictadura. Lo que escribimos en esa época tenía que ver con temas generales, como el alcoholismo, la pesca artesanal, la vivienda, identidad, etcétera, en lo posible con una óptica regional. Escriben Juan Gabilán, Rafael Miquel, Víctor Guerrero, Juan Podestá, Bernardo Guerrero, entre los sociólogos. Luego se integran profesionales de otras disciplinas como el médico Ricardo Bustamante, la kinesióloga y hoy antropóloga física Vivien Standen, la sicóloga Marisol Susaeta, entre otros.

      Jorge Hidalgo, Edgardo Barría, Víctor Guerrero, Yerny González, Roberto Rebolledo, Fernando Flores, Vivien Standen y Olaff Olmos.

      Demás está decir que todo el Ciren participaba de la lucha contra la dictadura de Pinochet. La idea era abrir espacios de discusión y reflexión en una ciudad militarizada y con una fuerte represión militar, y que usó y ocupó Pisagua como campo de concentración (Guerrero, 1990).

      En forma casi simultánea, nos dedicamos a vincularnos con otros centros tanto en el resto del país como en el extranjero. En Santiago, logramos establecer relaciones con la Facultad de Ciencias Sociales (Flacso), Sur Profesionales, Vector, Grupo de Estudios Económicos (GEA), Grupo de Investigaciones Económicas (GIA), Academia de Humanismo Cristiano, Programa de Investigación del Trabajo (PET), Centro de Estudios de la Educación (CIDE), Centro de Estudios de la Mujer (CEM), Canelo de Nos, Organización, Capacitación y Acción Campesina (Ocac), Servicio Paz y Justicia (Serpaj), entre otros. También gracias a un convenio con el Ictus, en Iquique realizamos varios ciclos de videos. También llevamos a cabo en Iquique varios seminarios con académicos, por ejemplo, de la Flacso, que se desplazaban de Santiago a Iquique: Augusto Varas, Fernando Bustamante, Manuel Antonio Garretón, Tomás Moulián, Felipe Agüero, además de Sergio Galilea, Pablo Huneeus, Ximena Valdés, entre muchos otros. En esta labor de articulación con organismos en la capital, jugó un rol de importancia el periodista y escritor ariqueño Hermann Mondaca Raiteri.

      Todas estas instituciones cabían bajo la denominación de organizaciones no gubernamentales −ONG−, que para desarrollarse debían conseguir recursos del exterior. El mapa de las ONG era bastante heterogéneo. La mayoría de ellas estaba vinculada a los temas del desarrollo local, estrategias de subsistencia, situación de la mujer, realidad mapuche, entre otros. Por lo mismo, implementaron programas, mediante la educación popular, para intentar subsanar las situaciones de pobreza. Otras, las menos, combinaron este trabajo con la labor académica. Estas últimas fueron de gran importancia en el desarrollo de investigaciones sobre el período de la Unidad Popular y la violenta instauración del régimen militar. El Ciren, como se verá más adelante, realizó tanto actividades de investigación-acción como de investigación académica, pero como es lógico suponer, con una concepción no positivista de la misma.

      Estas actividades la efectuamos en dependencias de la Iglesia católica, que bien se sabe, en esa época cumplió una notable tarea. Un grupo de amigos, profesionales en su mayoría, nos ayudaba en tareas logísticas. La lista de seminarios que se efectuó es amplia. Ver anexos.

      Van Kessel, Patricio Arriaza y Patricio Núñez.

      Se realizaron, además, actividades de extensión artística como exposiciónes de fotografías. Una de ellas, “La quebrada de Tarapacá, El agua que nos da la vida” con fotografías de Juan Van Kessel, y que daba cuenta de la lucha por las aguas por parte de la comunidad de Lirima. Tuvo lugar en febrero de 1983 y fue auspiciada por el Centro de Estudios Paramédicos Propam y el Centro Interamericano de Educación y Cultura Cidec. En el catálogo se cita a Nicanor Parra: “El error consistió en creer que la tierra era nuestra, cuando la verdad de las cosas es que nosotros somos de la tierra”. Hernán Pereira Palomo, académico y fotógrafo, colaboró con una exposición sobre la fiesta de La Tirana. En esta misma dirección, el poeta Juvenal Jorge Ayala desarrolló como encargado de extensión del Ciren una amplia labor literaria. Se llevaron a cabo, además, festivales de teatro y se contó con la presencia del actor Mauricio Celedón en una jornada de capacitación teatral. Jaime Torres, Cecilia Millar, Guillermo Jorquera e Iván Vera-Pinto siempre colaboraron con nuestros proyectos. Conciertos de Osvaldo Torres eran frecuentes y se realizaban en las iglesias, sobre todo en la de San José de la calle Riquelme.

      Nos articulamos con otras organizaciones de la ciudad de Iquique. Entre ellos el colegio de médicos, de enfermeras, de profesores y el de sociólogos, además de sindicatos como el de tripulantes, cuyas dependencias usamos para varias actividades. De igual forma, el Comité Permanente de Solidaridad (CPS), el grupo de laicos de la Iglesia católica, la Agrupación Cultural Tarapacá y, por cierto, con los partidos políticos de oposición.

      En todos estos años que van del 80 al 85, el Ciren se autofinanció. Los investigadores pagaban una pequeña cuota mensual que hacía posible publicar los Cuadernos de Investigación Social. Logramos crear una amplia red de amigos que nos colaboraban. Muchos de ellos alojaban en sus casas a los invitados y otros los invitaban a almorzar. Familias como Ostoij-Salinas,Reutter-Susaeta,Aguilera-Barros,Gómez-Pecarevic, Vivanco-Henríquez, cumplieron una función importante en esa red de apoyo, al igual que Luz María Armijo, Tita Zaninovic, Zarela Solar, Carmen Grimm, Loreto Fuentes, Ramsés Aguirre, Ricardo Bustamante, Eduardo Olguín, Iris Rojas, Jorge Monardes, Arturo Kirberg, Juan Maass, Óscar Acevedo, Alfredo Oñate, Carlos González Moscoso, Argimiro Aláez, Franklin Luza, entre tantos otros, fueron fundamentales en esa etapa.

      El año 1983, en octubre viajamos a Ámsterdam tres investigadores del Ciren a estudiar un posgrado en Antropología Cultural, a la Universidad Libre de Holanda. Todo ello articulado por el interés de Van Kessel, en cursar estudios superiores y, por otro lado, sortear la difícil situación que se vivía en Chile. En ese período, a la par que estudiábamos, logramos el apoyo de la agencia para el desarrollo HIVOS para que financiara algunas de nuestras actividades, sobre todo aquellas vinculadas con el mundo andino. En los años anteriores, la Fundación Andina de ese país nos había contratado para efectuar estudios sobre la sociedad aymara en temas de religión, educación y tecnología. Con el financiamiento de HIVOS, se nos abre la posibilidad de institucionalizarnos como centro de investigación.

      De ser un grupo de amigos que realizaba, de acuerdo con sus posibilidades, labores de investigación y de extensión, nos convertimos en Sociedad de Profesionales y Técnicos de Responsabilidad Limitada, la única posibilidad legal que se contaba en esa época. Este período va a significar que el Ciren desarrolle y explicite su línea de investigación que en ese entonces estaba claramente vinculada a las corrientes de la investigación-acción y de la educación popular.

      La primera sede donde oficialmente funciona el Ciren será en la calle Bolívar 155, en las cercanías con el puerto. Allí en el segundo piso de una vieja casa del tiempo del salitre, se empiezan a diseñar las investigaciones tendientes a mejorar las condiciones de vida de los aymaras de la entonces provincia de Tarapacá. En ese período, se integran nuevos investigadores como Olaff Olmos Figueroa, arqueólogo y de destacada labor en el hallazgo de la fosa clandestina en Pisagua; Hans Gunderman Kroll, antropólogo; Vivian Gavilán Vega, antropóloga; Lucila Pizarro, psicóloga. Estas dos últimas con gran sensibilidad

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