Casi Perdida. Блейк Пирс

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Casi Perdida - Блейк Пирс La Niñera

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suficiente dinero para mantenerse allí hasta que pudiera recuperarse.

      Por otro lado, había pensado pasar más tiempo viajando. Había esperado con ansias pasar un año entero en el extranjero, y que eso le diera el tiempo que necesitaba para dejar atrás el pasado. Esta era su oportunidad para empezar su vida de cero y volver como una persona distinta. Volver a casa al poco tiempo de haberse ido sería como darse por vencida. No importaba que la gente pensara que no había tenido éxito, ella sentiría que había fracasado.

      El mesero llegó con los platos llenos de nachos. Cassie le hincó el diente a la comida, hambrienta porque se había salteado el desayuno.

      Pero Jess se detuvo con el ceño fruncido y sacó su teléfono del bolso.

      –Hablando de trabajos de medio tiempo, una de las personas para las que trabajé me llamó ayer para ver si podía volver a ayudarlo.

      –¿En serio? —preguntó Cassie, pero estaba concentrada en la comida.

      –Ryan Ellis. Trabajé para él el año pasado. Los padres de su esposa se mudaban y necesitaban a alguien que cuidara de los niños mientras ellos estaban de viaje. Son personas encantadoras, y sus hijos tampoco están mal, tienen un varón y una nena. Hicimos un montón de cosas divertidas. Viven en un hermoso pueblo costero.

      –¿En qué consiste el trabajo?

      –Está buscando a alguien para más o menos tres semanas de forma urgente, para residir allí. Esto puede ser justo lo que necesitas, Cassie. Me pagaba muy bien, me daba efectivo y no le importaba para nada que no tuviera visa. Decía que si me habían aceptado en una agencia de niñeras, era porque sin dudas yo era una persona confiable. ¿Por qué no lo llamas y averiguas más?

      Cassie se sintió tentada ante la posibilidad de tener efectivo en su bolsillo. Pero ¿otro trabajo como niñera? No se sentía lista. Quizás nunca lo estaría.

      –No estoy segura de que sea para mí.

      Sin embargo, Jess parecía decidida a solucionarle el futuro a Cassie. Marcó en su teléfono.

      –Déjame que te envíe su número de todos modos. Y yo le enviaré un mensaje para decirle que quizás te pongas en contacto, y que yo te recomiendo ampliamente. Nunca se sabe, aun si no trabajas para él, quizás él conozca a alguien que necesite una casera. O a una paseadora de perros. O algo.

      Cassie no podía discutir con ese razonamiento, y un minuto después su teléfono vibró por la llegada del mensaje de Jess.

      –¿Cómo va tu trabajo? —le preguntó, una vez que Jess terminó de enviar el mensaje.

      –No podría ir mejor.

      Jess untó guacamole con un nacho.

      –La familia es encantadora. Son muy generosos con mi tiempo libre y me dan muchas bonificaciones. Los niños pueden ser traviesos pero nunca desagradables, y creo que yo también les agrado.

      Luego dijo en voz baja.

      –La semana pasada, con toda la gente que llegaba para el casamiento, me presentaron a uno de los primos. Tiene veintiocho, es muy lindo y dirige una empresa de soporte informático. Creo que le gusto, y digamos que me divierte volver a coquetear.

      Aunque estaba contenta por su amiga, Cassie no pudo evitar sentir una punzada de envidia. Ese era el trabajo soñado que secretamente ella había esperado. ¿Por qué a ella le había salido todo mal? ¿Había sido tan solo mala suerte o era, de alguna manera, por las decisiones que había tomado?

      De repente, Cassie recordó lo que Jess le había dicho en el vuelo hacia Francia. Le había contado a Cassie que su primera asignación no había funcionado, por lo que la había abandonado y lo había intentado de nuevo.

      Jess había tenido suerte en su segundo intento, y eso hizo que Cassie se preguntara si se estaba dando por vencida demasiado pronto.

      Cuando terminaron los nachos, Jess miró la hora.

      –Mejor me apuro. Harrods me está esperando —dijo—. Tendré que comprar regalos para toda la familia, para los niños y para el hermoso Jacques. ¿Qué le puedo comprar? ¿Qué se le regala a alguien con quien estás coqueteando? ¡Me llevará un buen rato decidirme!

      Cassie se despidió de Jess con un abrazo, y con pena de que su almuerzo se hubiera terminado. La conversación amistosa había sido una distracción agradable. Jess parecía muy feliz, y Cassie podía entender por qué. La necesitaban y la valoraban, estaba ganando dinero, tenía un propósito en la vida y estaba segura.

      Jess no andaba vagando sola, sin compañía, sin trabajo y con la paranoia de que la estaban buscando porque un juicio por homicidio estaba por empezar.

      Unas semanas en un pueblo remoto podía ser exactamente lo que necesitaba ahora, en varios sentidos. Y Jess tenía razón. La llamada telefónica podía llevar a otras oportunidades laborales. Nunca las encontraría si no seguía intentándolo.

      Cassie salió del pub lleno de gente para buscar una esquina tranquila, mirando a su alrededor en caso de que pasara algún carterista o ladrón de teléfonos.

      Respiró hondo, y antes de que pudiera pensarlo demasiado y perdiera la calma, marcó el número.

      CAPÍTULO DOS

      Cassie se acercó a la pared para protegerse de la llovizna, aferrando su teléfono. Ahora que había llamado a Ryan Ellis, se sentía cada vez más nerviosa.

      Tendría que ganar dinero de alguna forma si quería quedarse más tiempo en el Reino Unido, pero después de lo que había vivido en Francia no estaba segura de que trabajar como niñera fuese la decisión correcta. Aunque el trabajo fuese ideal, ¿la contratarían con tan poca experiencia y sin acreditación?

      Cassie se imaginó armándose de valor para preguntar si podía aceptar el trabajo, para luego recibir un “No” vergonzoso como respuesta.

      El teléfono sonó tantas veces que temió que la atendiera el correo de voz. En el último momento posible, un hombre atendió y respondió.

      –Ryan al habla —dijo él.

      Parecía sin aliento, como si hubiese tenido que correr hacia el teléfono.

      –Hola, ¿es usted Ryan Ellis? —preguntó Cassie.

      Se avergonzó ante la obviedad de la pregunta, pero no lo conocía y no le parecía correcto decir “Hola, Ryan”.

      –Sí, soy yo. ¿Con quién hablo, por favor?

      No parecía irritado sino más bien curioso.

      –Mi nombre es Cassie Vale  y conseguí su número de mi amiga Jess, que trabajó para usted el año pasado. Ella me dijo que estaba buscando a alguien que lo ayudara a cuidar de los niños por un tiempo.

      –Jess, Jess, Jess —repitió Ryan, como intentando ubicar el nombre, y luego— Ah, sí, ¡Jess de Estados Unidos! Ahora veo que me envió un mensaje. Qué joven tan agradable. ¿Ella te recomendó? ¿Es por eso que te comunicaste conmigo? Aún no leí el mensaje.

      Cassie vaciló. ¿Iba a decir que sí? Hacerlo significaría comprometerse, y no estaba segura de querer dar ese paso aún.

      –Quisiera saber más acerca

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