Casi Perdida. Блейк Пирс

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Casi Perdida - Блейк Пирс страница 7

Casi Perdida - Блейк Пирс La Niñera

Скачать книгу

respuesta pícara y honesta de Madison.

      –¿En dónde está Dylan? —preguntó Ryan.

      –Está en el garaje, aceitando su bicicleta. Estaba rechinando cuesta arriba y luego se le salió la cadena.

      Madison respiró hondo y caminó hacia la puerta de la cocina.

      –¡Dylan! —Gritó— ¡Ven aquí!

      Cassie escuchó un grito a la distancia.

      –¡Ya voy!

      –Tardará una eternidad —dijo Madison—. Cuando se pone a reparar las bicicletas no termina más.

      Cuando advirtió el plato de refrigerios, se dirigió derecho a él con los ojos encendidos. Luego, al observar su contenido, suspiró exasperada.

      –Papá, hiciste sándwiches con huevo.

      –¿Y cuál es el problema? —preguntó Ryan, levantando las cejas.

      –Ya sabes mi opinión acerca de los huevos. Es como comer vómito en un sándwich.

      Cuidadosamente, eligió un bollo del otro lado del plato.

      –¿Vómito en un sándwich? —dijo Ryan, escandalizado y divertido—. Maddie, no deberías decir ese tipo de cosas en frente de la visita.

      –Ten cuidado, Cassie, el huevo se te pega a todo —le advirtió Madison, haciéndole un gesto impenitente a su padre.

      De pronto, Cassie sintió un extraño sentimiento de pertenencia. Estas bromas eran exactamente lo que había deseado. Hasta el momento, esta parecía una familia normal y feliz, bromeando y cuidándose entre ellos, aunque estaba segura de que cada uno tendría sus peculiaridades y dificultades. Se dio cuenta de lo nerviosa que se había sentido cuando pensaba que algo iba a salir mal.

      Aún no había probado nada de comida porque se sentía cohibida de comer en frente de Ryan. Ahora se daba cuenta del hambre que tenía y decidió probar algo, antes de que su estómago la avergonzara haciendo ruido.

      –Seré valiente y probaré un sándwich —se ofreció.

      –Gracias. Me alivia saber que alguien aprecia mis habilidades culinarias —dijo Ryan.

      –Huevilidades —agregó Madison, haciendo reír a Cassie.

      Luego se volvió hacia ella y le dijo:

      –Papá se encarga de cocinar. Pero odia limpiar.

      –Eso es cierto —dijo Ryan.

      Madison volvió a respirar hondo y se dirigió a la puerta de la cocina.

      –Dylan —gritó.

      Luego agregó, con voz normal:

      –Oh, ahí estás.

      Un muchacho alto y desgarbado entró a zancadas. Tenía el cabello castaño y brilloso como su hermana, y Cassie se preguntó si acababa de dar un estirón, porque parecía ser solo extremidades y tendones.

      –Hola, encantado de conocerte —le dijo a Cassie, un tanto distraído.

      En sus rasgos juveniles, Cassie podía ver un parecido con Ryan. Tenían la misma mandíbula pronunciada y los mismos pómulos bien definidos. En el rostro bello y ovalado de Madison veía menos similitudes con Ryan, y se preguntó cómo sería el aspecto de la madre de los niños. ¿Habría fotos de la familia en algún lugar de la casa? ¿O el divorcio había sido tan amargo que las habían quitado?

      –Debes estrecharle la mano —le recordó Ryan a su hijo, pero Dylan dio vuelta las manos y Cassie vio que tenía las palmas negras por el aceite.

      –Ay, no. Ven aquí.

      Ryan se apresuró a la pileta, abrió la canilla y volcó bastante jabón líquido en las manos de su hijo.

      Mientras Ryan estaba distraído, Cassie tomó otro sándwich.

      –¿Qué problema tenía la bicicleta? —preguntó Ryan.

      –Se le salía la cadena cuando hacía los cambios —explicó Dylan.

      –¿La arreglaste?

      Ryan estaba supervisando la limpieza de las manos con preocupación.

      –Sí —dijo Dylan.

      Cassie esperaba que explicara más, pero no lo hizo. Ryan le alcanzó una toalla y él se secó las manos, tomó la mano de Cassie brevemente como saludo formal, y luego desvió su atención hacia los refrigerios.

      Dylan no dijo mucho mientras comía, pero Cassie se sorprendió por la cantidad de comida que logró embutirse en pocos minutos. El plato estaba prácticamente vacío cuando Ryan lo puso de nuevo en el refrigerador.

      –Si sigues comiendo no tendrás hambre para la cena, y estoy por hacer espaguetis a la boloñesa —dijo Ryan.

      –También me comeré todos los espa-bol —prometió Dylan.

      Ryan cerró el refrigerador.

      –Bueno, niños, necesito que vayan a cambiarse de ropa ahora, o pescarán un resfrío.

      Cuando los niños se fueron, él se volvió hacia Cassie y ella notó que sonaba ansioso.

      –¿Qué piensas? ¿Los niños son como esperabas? Son buenos niños, aunque tienen sus momentos.

      A Cassie le habían agradado los niños inmediatamente. Madison, particularmente, parecía relajada, y no se podía imaginar que faltaran temas de conversación con esta niña charlatana cerca. Dylan parecía más complejo, una persona más tranquila e introvertida. Pero también podía ser porque era mayor y casi un adolescente. Era razonable que no tuviera mucho que decirle a una niñera de veintitrés años.

      Ryan tenía razón, parecían buenos niños, y más importante, él parecía ser un padre comprensivo, que ayudaría ante cualquier problema que ocurriera.

      La decisión estaba tomada. Aceptaría el empleo.

      –Parecen adorables. Estaré encantada de trabajar para ti durante las próximas tres semanas.

      El rostro de Ryan se encendió.

      –Ah, eso es genial. Sabes, Cassie, desde que te vi…no, desde la primera vez que hablamos, estaba deseando que aceptaras. Hay algo de tu energía que me intriga. Me encantaría saber por lo que has pasado, lo que te ha forjado, porque pareces…no sé cómo decirlo. Sabia. Madura. De cualquier modo, creo que mis hijos estarán en muy buenas manos.

      Cassie no sabía qué decir. Los halagos de Ryan la habían hecho sentirse incómoda.

      –Los niños estarán encantados; ya veo que les agradas. Vamos a acomodar tus cosas y te haré un rápido recorrido por la casa. ¿Trajiste tus maletas? —agregó Ryan.

      –Sí.

      Aprovechando un momento de cese de la lluvia, Ryan la acompañó al auto y cargó sus pesadas maletas con facilidad hasta el vestíbulo.

      –Tenemos

Скачать книгу