Enamorada De Una Estrella. Storm Victory
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Читать онлайн книгу Enamorada De Una Estrella - Storm Victory страница 3
Siguieron mirándose fijamente hasta que el peso del momento se hizo insoportable.
―¿Me extrañarás, Leny? ―preguntó con voz ronca, rodeando su cara con sus manos.
La pregunta entró como un tsunami en la ya débil psique de Leny, y ella estalló en un gemido incontrolado que la hizo casi caer.
Afortunadamente Chris seguía abrazándola fuerte y eso evitó que cayera al suelo.
Tan pronto como Leny volvió en sí, Chris relajó su abrazo y los dos se encontraron perdidos el uno en los ojos del otro.
Aunque se conocían desde que ella tenía solo tres años, en los últimos dos las cosas habían cambiado. Leny había empezado a mirarlo de una manera distinta y deseaba un contacto físico más cercano con él.
Como las otras chicas, ella también había empezado a mirar a los chicos bajo una luz diferente de un tiempo a esta parte, y miraba a Chris por la ventana cuando se desvestía, lo que la confundía y desconcertaba, pero nunca había querido investigar a fondo el motivo de su curiosidad, ya que le importaba demasiado su amistad y el equilibrio que existía entre Chris, Emily y ella.
Es más, rara vez había estado a solas con él, sin la presencia cautivadora de Emily, con quien Chris compartía muchas pasiones, como la de actuar. O sin la multitud de chicas que a menudo seguían a Chris tratando de captar su atención, atraídas por su buen aspecto.
Pero ahora estaban solos.
Nadie los miraba.
De repente, los ojos de Chris se iluminaron con un brillo desconocido para Leny.
―Chris… ―suspiró afligida.
Ella lo vio desviar la mirada de sus ojos a su boca, y antes de que pudiera darse cuenta, los labios cálidos y suaves de Chris estaban en los suyos, estremeciéndose.
Un beso. Ese beso fue suficiente y finalmente abrió la cerradura del corazón de Leny, que descubría el amor por primera vez. Amor de verdad. El que va con A mayúscula.
Ella sintió su boca moviéndose sobre la suya, mientras ese nuevo sentimiento inundaba su corazón hasta dejarla sin aliento.
Cuando Chris se separó de ella, se encontró jadeando.
Se pasó la lengua por los labios ardientes. Sabían a lágrimas y a él.
Nunca olvidaría aquel sabor tan dulce y masculino al mismo tiempo.
Su corazón seguía martilleando frenéticamente en su pecho, cuando escucharon la voz de la señora Martens llamándolo para que subiera al coche.
Ese momento mágico de ternura se desvaneció en un instante, dando lugar a la más oscura desesperanza.
Leny deseaba con todas sus fuerzas gritarle que no se fuera, porque lo amaba. Ahora lo sabía. Estaba muy segura, pero su mente le impedía poner fin a los sueños de Chris por puro egoísmo.
―Leny, ¿me extrañarás? ―le preguntó con voz rota.
―Yo…, no sé cómo podré seguir sin ti, sobre todo porque he entendido que te quiero.
―Leny, una palabra tuya será suficiente… Solo una y me quedaré aquí. Contigo.
¿Cómo podía cargarle esa responsabilidad?
¿Cómo podría ser ella la que eligiera entre hacer realidad su sueño de amor o el sueño de él de triunfar en el mundo del espectáculo?
Ella realmente deseaba declararle sus sentimientos y permanecer en sus brazos para siempre, pero se dio cuenta de lo injusto que sería cortarle las alas.
Un prometedor director de cine había visto en él un talento natural y una futura carrera como actor. ¿Cómo podía quitarle todo eso?
Se obligó a sí misma a apartarse de él, con la certeza de hacerlo solo por el amor infinito que sentía por él, y él quedó abatido.
―Debes irte o perderás el vuelo ―logró decir ella tratando de mantener la voz firme.
―Leny, yo… te…
―Estaré bien. No te preocupes.
―¿En serio?
Lenny asintió intensamente, sentía que había perdido el control de su dolor.
―Volveré pronto ―susurró casi tan sorprendido como ella.
Ella consiguió sonreír por última vez antes de darse la vuelta y volver corriendo a casa, mientras su corazón se rompía en mil pedazos.
―Cuida de mi abuelo. ―Esas fueron las últimas palabras que escuchó de Chris antes de llegar a la puerta de su casa y cerrarla tras ella.
Ni siquiera escuchó los coches arrancando ni las últimas despedidas a gritos de su madre y de su tía, porque en cuanto la puerta se cerró tras ella, cayó al suelo rota de dolor.
Un dolor oscuro y profundo que rompió su alma.
Y esta vez no había nadie para consolarla. Ni siquiera Emily.
1
Abril de 2018
―¡Tengo que dejar de perderlo todo! ―se dijo Leny a sí misma molesta, cerrando la sexta caja llena de las muñecas que había compartido con Emily a lo largo de su infancia.
No podía evitarlo: no podía apartarse de nada que la recordara los felices días pasados con su prima, antes de que un famoso director de cine se fijara en ella y la arrastrara al brillante mundo de Hollywood, del que nunca regresó.
Habían pasado siete años y apenas había visto a Emily y, aunque era más fácil hablar con su agente, la señora Martens, que con ella, nunca dejó de tenerla presente.
Además, la serie de televisión Love School, que la había catapultado, iba ya por la sexta temporada y Leny podía ver a su prima en la tele todos los martes por la noche.
Estaba muy orgullosa de ella y, aunque la había echado de menos durante todos estos años, era feliz por lo que había conseguido: ¡ser una estrella de cine! ¡Lo que siempre quiso!
Enjugándose las lágrimas por el recuerdo de todas las veces que había sufrido por su ausencia, tomó otra caja para meter las carpetas con todos los recortes de prensa que había guardado en aquellos años: desde las primeras reseñas sobre la protagonista de la nueva serie Love School, sobre sus apariciones en fiestas VIP, sobre sus coqueteos con algunas de las jóvenes y más famosas estrellas de la época, el anuncio que había hecho, los cientos de entrevistas en las que a veces incluso había insinuado su fantástica relación con Leny…
Desafortunadamente, en todas esas publicaciones no se hablaba solo de ella, también de Chris Hailen, el nuevo ídolo que había llevado al éxtasis a miles de fans y había vuelto locas a decenas de actrices y cantantes, incluso a la famosa Shannon