Enamorada De Una Estrella. Storm Victory
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―Chris volverá ―susurró Leny, tratando de consolar el alma turbada del viejo.
―¡No, no lo hará! Está demasiado ocupado viviendo como una estrella de Hollywood para acordarse de su abuelo. ¡Lo único que sabe hacer es llenar mi cuenta bancaria con cantidades tan altas que no podría gastar en dos vidas! ―gruñó el anciano, que se había negado en todos esos años a gastar ese dinero en algo que no fuesen sus cuidados médicos y en una mujer que cuidaba la casa y de las comidas diarias entresemana.
―Arthur, ¿por qué no lo llamas? ¿Por qué no hablas con él? ―le preguntó una vez más inútilmente, conociendo su naturaleza terca y orgullosa.
―Absolutamente no y tú tampoco, te lo prohíbo.
Leny asintió, dándose por vencida. Era inútil hacer razonar a Arthur.
Todavía recordaba la bronca que tuvieron cuando lo llevaron al hospital por un ictus que, por suerte, solo le afectó ligeramente el funcionamiento de su pierna derecha, o la que tuvieron después de su ingreso el mes pasado.
Leny lo había cuidado y apoyado todo el tiempo. Sabía que Arthur no quería molestar a su nieto. Pero ella no estaba de acuerdo. A menudo había pensado traicionar la confianza de Arthur y llamar a Chris, pero nunca lo hizo. Solo una vez, después del ictus. Aquella vez contestó el agente de Chris, y aunque Leny insistió en hablar directamente con él por un problema familiar, el agente no la dejó.
Finalmente se había dado por vencida para hablar con Chris, y había decidido hacerse cargo de la situación y tratar de convencer a Arthur para usar el dinero de su nieto en renovar la casa y hacerla más accesible, por sus dificultades para caminar, y en contratar a un cuidador o enfermero que pudiera ocuparse de él mientras ella trabajaba.
También habían hablado de contratar a un jardinero alguna vez, pero a Leny le encantaba trabajar en el jardín, así que al final eso se había quedado en nada.
―Como quieras, pero no puedes seguir así con Chris. Él te quiere, lo sabes. Solo intenta hacer realidad su sueño y convertirse en alguien ―lo defendió Leny.
―¿Convertirse en alguien? ¿Te refieres a un actor alcohólico que entra y sale de rehabilitación?
―No podemos entender la presión a la que Emily y Chris están sujetos. No debe ser nada fácil tener éxito en ese campo y a ese nivel. Pero Chris es un chico listo y seguro que la segunda vez ha sido también la última. Hace trece meses que no tiene esos problemas ―le informó, recordando la última entrevista de Chris en la que hablaban de sus problemas con el alcohol.
Declaró que había perdido la cabeza, pero que ahora la había encontrado de nuevo. Leny recordó también cómo se puso la mano en el corazón mientras lo decía, y unos meses después, salieron unas fotos de Chris en el Caribe, saliendo entre las olas del mar con la rosa de los vientos tatuada en su pectoral izquierdo hinchado y duro, como resultado de un entrenamiento muy estricto que había fortalecido su cuerpo hasta dejarlo en perfecta forma.
―Cuando llegas a tener una adicción así, ya no estás haciendo realidad tu sueño, sino que estás cayendo en el abismo, Leny. También se lo he dicho a él ―le recordó Arthur, arrugando la frente al pensar en su última conversación, cuando claramente le había dicho que no llamara más si no quería volver a casa, y que se guardara el dinero para sí mismo.
Rindiéndose a la terquedad de Arthur, Leny terminó de prepararle la cena y ordenar su cocina y su antes de salir a ver a su madre al otro lado de la calle.
―Si necesitas dinero, yo… ―le ofreció Arthur antes de que se fuera.
―No, estoy bien. Tenía algo ahorrado ―mintió la muchacha, ya que no quería limosnas.
―No importa. Me llevas al banco el lunes y te hago un depósito ―insistió antes de dejarla marchar. Ayudarla económicamente ahora que estaba desempleada era lo menos que podía hacer después de todo lo que ella había hecho por él en todos esos años sin pedirle nada a cambio.
Tan pronto como entró en casa de su madre, Leny comenzó a zigzaguear entre las muchas cajas que llenaban el pasillo.
―¿Te mudas? ―preguntó Leny preocupada al entrar en la cocina, donde su madre preparaba carne asada para la cena.
―No. Son los últimos regalos de Emily. Puse tu nombre en los que son para ti.
―¿Más ropa? ―preguntó resoplando.
―¡Ropa, zapatos y maquillaje! ¡No puedes creer todo lo que hay ahí! También está el último disco de F3 con un autógrafo y una dedicatoria para ti ―explicó su madre, siempre alegre.
Leny intentó mostrar la misma felicidad, pero no pudo.
Odiaba ser la prima friki que siempre llevaba ropa de diseñador gracias a su prima actriz.
Nunca llegó a entender si la gente que la rodeaba la apreciaba por sí misma o por ser la prima de la famosa Emily Keys. Incluso el grupo de amigos de la escuela secundaria con los que se reunía algunos sábados por la noche nunca había mostrado interés real en ella, aparte de considerarla una fuente de cotilleos sobre la vida estelar de su prima y de Chris.
Leny cargó con los paquetes para unirlos a los que se amontonaban en el fondo del trastero.
Luego volvió a entrar y, deseando que no hubiese más sorpresas, se sentó a la mesa donde su madre ya había servido la carne asada al vapor.
―¿Cómo va el trabajo? ―preguntó su madre, antes de tomar un gran bocado de carne asada.
―Bueno… ¡esta carne está excelente! ―dijo Leny apresuradamente.
―Me alegro. Ya sabes, con esta crisis… ¿Crees que podrían contratar también a Mary, la hija del panadero, en el bufete de abogados? Lleva un año en casa y no encuentra un trabajo fijo.
―No creo. Pero preguntaré.
―Gracias. ¿Y cómo te va con Travis?
Leny hizo un esfuerzo para evitar atragantarse con la carne.
¿Era posible que su madre tuviera la capacidad de hacer las preguntas más incómodas en el peor momento?
―Muy bien ―murmuró su hija, llenando su boca con otro bocado a la vez.
―¡Qué bien! Creo que Travis es el hombre adecuado para ti y además es policía. Siempre es cómodo tener un policía en la familia.
―Claro ―dijo Leny en voz baja, sufriendo por ese interrogatorio.
Afortunadamente el teléfono de su madre empezó a sonar.
Era Rose, la madre de Emily.
―¡Es Rose! ―exclamó feliz como una niña. Desde que su hermana empezara a pasar la mayor parte del año con su hija en Los Ángeles y en el set de Love School, la madre de Leny realmente esperaba con ansias las llamadas de su hermana porque la extrañaba mucho.
―Me voy ―advirtió Leny, levantándose de la mesa. Sabía que su madre desaparecería durante al menos una hora y quería huir antes de que le hicieran más preguntas incómodas.