Te Tengo. Victory Storm
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Victory Storm
Te tengo
Victory Storm
Texto copyright © 2020 Victory Storm
Correo electrónico de la autora: [email protected]
http://www.victorystorm.com
Traductor (italiano à español): Georgina Jimenez
Editorial: Tektime
Este es un trabajo de ficción. Los nombres, personajes, organizaciones, lugares, eventos e incidentes son producto de la imaginación del autor o se usan ficticios.
Todos los derechos reservados. Ninguna parte del libro puede ser reproducida o difundida por ningún medio, fotocopias, microfilm u otro, sin el permiso del autor.
Portada: diseño gráfico Victory Storm | Enlace: https://stock.adobe.com - Couple Fashion Beauty, Young Woman in Sexy Red Dress and Embracing Man in Love By inarik
En la bella Verona, donde situamos nuestra escena,
dos familias, iguales una y otra en abolengo,
impulsadas por antiguos rencores, desencadenan nuevos disturbios,
en los que la sangre ciudadana tiñe manos de ciudadanos.
De la entraña fatal de estos dos enemigos
cobraron vida bajo contraria estrella dos amantes,
cuyas desventuradas y lamentables catástrofes sepultan en su muerte la discordia de sus padres.
El terrible desarrollo de su amor, marcado por la muerte,
El odio continuo de sus padres, que sólo pudo suprimir el final de sus hijos,
Va a ser durante dos horas el asunto de nuestra escena.
Si escucháis con benévola atención, procuraremos enmendar con nuestro celo las faltas que hubiere.
(Tomado de Romeo y Julieta
de William Shakespeare )
1
GINEBRA
“No lo sé, Maya. Quizás es mejor si lo dejamos así”, susurré, intentado calmar la ansiedad que me estaba asaltando.
“Ginebra, vamos, déjate llevar por una vez! No estás cansada de tener que someterte a las reglas de tu familia? No me digas que una parte de ti no desea otra cosa que salir del seminario y divertirse, como hacen todas las muchachas de nuestra edad!”, resopló mi amiga, quejándose.
Claro que lo quería! Pero no era tan fácil para quien tenía sangre italiana de los Rinaldi en las venas.
Ser la hija de un jefe de la mafia, significaba tener una vida prestablecida, dentro de un conjunto de reglas y de limitaciones, impuestas por un padre jefe.
Incluso si era la hija más pequeña, esto no me hacía más libre y, cada error o transgresión, era siempre castigado con severidad. Por ello había aprendido muy pronto a respetar los deseos de mi familia.
Me había siempre comportado de manera impecable, pero en los últimos años, desde que había comenzado la universidad, había empezado a sufrir por la rigidez típica de mi padre y por la perfección de mi madre.
Me sentía cambiada desde que había entrado en contacto con una realidad tan vasta como la universidad, con sus estudiantes que no eran seleccionados y evaluados de la forma en que lo hacía la escuela católica femenina en la que había estudiado hasta ahora.
Había aprendido que existían distintos estilos de vida y que, sin la presencia de mi padre en el consejo del instituto, a nadie le importaba que yo fuera una Rinaldi.
Por primera vez en mi vida me había concedido ser yo misma y abrazar nuevos ideales que mi padre aborrecía.
En los últimos dos años me había vuelto la oveja negra de la familia, a quien evitar o tratar como a una pobre desadaptada, pero la verdad era que nunca antes me había sentido tan viva.
Había roto lentamente las pequeñas cadenas que me anclaban a la familia, pero todavía estaba muy lejos de la libertad y de hacer aquello que quería, como tomar una decisión clara sobre mi futuro sentimental o profesional.
Hasta ese momento me había limitado a mirar a Maya, la hija del contador del patrimonio de los Rinaldi y mi única amiga, mientras transgredía las reglas de su familia, que seguía servilmente las leyes de mi padre.
Había envidiado a Maya cada vez que me llamaba por teléfono, pidiéndome que la cubriera con sus padres cuando quería encontrarse con sus amigos, que no agradaban a sus padres o, cuando salía con un muchacho.
Siempre había admirado la valentía con la que desafiaba los deseos de su familia.
Muchas veces había deseado ser como ella, pero el peso de mi apellido, siempre me había bloqueado.
Sin embargo, Maya tenía razón: no podía continuar así. Apenas había terminado mi último año de universidad y todavía no había experimentado la emoción de una pequeña escapada, de un encuentro secreto con un muchacho o de una pequeña locura, como una noche de paseo con personas que no conocía.
“Ok, hagámoslo!”, exclamé entusiasmada, pero con la voz aún cargada de temor.
“Verás que irá todo bien. Lo hice cientos de veces y te puedo asegurar que nunca he tenido problemas”, me aseguró Maya.
“Sólo tengo miedo que alguien me reconozca o que mi padre lo descubra.”
“He tomado todas las precauciones del caso. Mira aquí”, me dijo, dándome una peluca rubia con rulos.
“Estás bromeando, verdad?”, dije horrorizada.
“Tesoro, eres la hija del propietario de la mitad de Rockart City. No puedes considerar ir de paseo sin llamar la atención.”
“Ya nadie sabe quién soy. Pasaron dos años desde que mi padre no me incluye más en sus entrevistas y no me invita ni siquiera a sus ceremonias de inauguraciones. De todas formas, la gente cree que él tiene dos hijos. No tres. Mis apariciones a su lado se redujeron al mínimo desde que me hice vegetariana y empecé a hablar de derechos civiles.”
“Todavía no