Te Tengo. Victory Storm

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Te Tengo - Victory Storm

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como casi siempre sola en las dependencias donde me han relegado”, conté triste. Era difícil no sentirse aceptada por la propia familia.

      “Que guay! Allí estás sola y puedes hacer lo que quieres!”.

      “Ojalá! Recuerda que en mi casa hay tele- cámaras por todas partes y la vigilancia siempre está presente. No existe la privacidad y me pregunto a menudo si podré alguna vez separarme de mi familia y vivir mi vida. Quisiera encontrar un trabajo, casarme con un hombre que ame…”

      “Mientras te quedes en Rockart City, será imposible. Al este del río Safe River no se mueve una hoja sin que tu padre lo autorice… Tu única esperanza es irte muy lejos de aquí, a un lugar donde tu padre no pueda llegar, sabes muy bien, que él no te dejará nunca hacer lo que quieres. Hará de todo para impedirte que trabajes, para asegurarse que no puedas mantenerte y cortar ese cordón umbilical con el que te encadena todavía con veintitrés años!”.

      “Y seguro que no me permitiría casarme con quien yo quiera.”

      “Olvídalo! Ginebra, te alcanza con pensar en todas las relaciones amorosas que has tenido hasta ahora.”

      “He tenido sólo una. Duró tres días, en mi último año de escuela.”

      “Daniel Spencer, verdad?”

      “Sí. Apenas pude darle mi primer beso, antes de saber que él y toda su familia habían sido exiliados para siempre de Rockart City.”

      “Todo por un beso… Piensa si hubieras ido a la cama.”

      “Hubiera terminado en las mazmorras del castillo como los prisioneros de guerra”, reí débilmente, aunque en realidad siempre había pensado que lo habría hecho en serio. Todavía no había olvidado la furia y la cachetada de mi padre, cuando había descubierto que estaba enamorada del hijo de David Spencer, el hombre que le había hecho perder un negocio dos años atrás.

      Edoardo Rinaldi era un hombre que guardaba rencor de por vida.

      “Bien, te puedo garantizar que esta vez no te pasará nada y tu padre nunca lo sabrá”, me alentó Maya, poniéndome la peluca rubia sobre el cabello castaño, que me llegaba hasta la espalda.

      Me miré en el espejo.

      Me dio ganas de reír porque estaba irreconocible con el eyeliner negro y el cabello largo hasta la cintura. Además, el vestido que me había hecho poner Maya, era lo opuesto de mi look clásico convencional.

      Ese vestido rojo sin hombros y ese abrigo de piel negro, con mangas tres cuartos me daban un aire de mujer cosmopolita, emprendedora y transgresiva. Todo lo que no era.

      “Cómo es posible que tu padre no te haya dicho nada respecto a todas estas compras?”, exclamé sorprendida.

      “Mi padre no es desconfiado como el tuyo, pero me controla cada compra que hago con la tarjeta de crédito y mi madre se mete en mi vestidor una vez al mes, si mi padre se queja del extracto bancario.”

      “Tu madre es igual a la mía. Cómo haces para que no te regañen por este tipo de compras?”.

      “Mi madre no sabe nada de esta segunda vida mía. Tengo un acuerdo con la empleada del negocio. Ella me deja probar estos vestidos en casa por un día y, yo se los devuelvo intactos la tarde siguiente, cuando voy a cambiarlos por algo que se parezca más a los gustos de mi madre”, me reveló, mostrándome la etiqueta todavía adherida al vestido, antes de esconderla dentro del escote, debajo de la axila derecha.

      “Eres genial!”.

      “Lo sé, pero recuerda tratar a este vestido con cuidado, porque mañana debo llevarlo de nuevo al negocio y debe estar en perfectas condiciones.”

      “Prometido!”.

      “Bien, ahora salgamos. La empleada me ha dejado las llaves del coche que usa para hacer las compras y, así bronceadas, nadie nos reconocerá cuando nos dirijamos hacia la salida. Ni siquiera el guardaespaldas que te trajo hasta aquí y que te controla desde el aparcamiento fuera del portón.”

      “Así lo espero, de lo contrario estoy muerta.”

      “Por precaución, dejaremos los celulares aquí, de manera que la señal GPS del teléfono no nos descubra. Además, en la cartera llevaremos sólo dinero en efectivo y el documento falso que te conseguí. Recuerda que por esta noche yo no seré Maya Gerber, sino Chelsea Faye y tú no serás Ginebra Rinaldi sino Mia Madison, de Los Ángeles.”

      “Has pensado en todo, eh?”.

      “Ginebra, después de cinco años de fugas secretas, podría evadirme incluso de una prisión”, rió Maya, aliviando la tensión.

      2

      GINEBRA

      Tenía el corazón latiéndome como loco.

      Era la primera vez que hacía alguna locura y estaba aterrorizada a morir.

      Silenciosamente, a pesar de los tacos altos, seguí a Maya.

      De todas formas, todos se habían ido a dormir y la casa estaba desierta.

      Salimos por la puerta trasera y nos acercamos al coche aparcado delante, como había dicho mi amiga.

      Entramos en un viejo Toyota Corolla y rápidamente, partimos.

      Cuando el coche pasó el portón, me escondí para no dejarme ver por el conductor del coche que estaba estacionado en la salida. Era él, quien me había llevado hasta allí y sabía que no se hubiera ido hasta que no me hubiera llevado de vuelta a casa.

      Odiaba ese control permanente, pero no tenía idea de cómo hacer para liberarme de esa prisión sin barrotes.

      Ser una Rinaldi sería una cruz que habría llevado hasta la muerte.

      Sólo cuando nos dirigimos hacia la autopista, empecé a relajarme, pero apenas pude ver Safe River, sentí que me faltaba el aire. Era la primera vez que lo veía en vivo.

      De repente, sentí el miedo que me corría por todo el cuerpo.

      “Maya, adónde vamos?”, me agité viendo a mi amiga pasar el puente que unía la zona este de Rockart City con la oeste.

      “Vamos donde tu familia no podrá encontrarte nunca.”

      “Te has vuelto loca?! Está prohibido a los Rinaldi, incluso acercarse a este río! Si un Orlando descubre mi presencia en su parte de la ciudad, me mata!”, grité aterrorizada. Odiaba los límites y las reglas que me imponía mi padre, pero esa de no ir jamás más allá del río, había prometido no infringirla nunca sino quería arriesgar morir prematuramente.

      “Lo sé muy bien. Por eso tenemos los documentos falsos.”

      “Eso no me tranquiliza, Maya.”

      “Chelsea! Recuerda que aquí soy Chelsea y tú eres Mia! No te equivoques o estamos perdidas!”.

      Continué el viaje, aplastada contra el asiento, con el sonido de mi corazón latiendo en mis orejas e incapaz

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