Un Amor Como Este. Софи Лав

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Un Amor Como Este - Софи Лав Las Crónicas del Romance

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Keira exclamó, ahora sonaba enojada. Hablar de su hermana mayor no estaba bien.

      "Y en vez de agradecerme", continuó Zach, "¡dejas caer esto sobre mí! ¿Cómo se supone que se lo voy a decir a Ruth?"

      "Yo se lo diré", sugirió Keira. "Déjame ser la mala, no me importa".

      "¡Tú eres la mala!" Zach dijo.

      Salió de la sala. Keira lo siguió, impotente. Llevaban dos años juntos y nunca antes lo había visto tan enfadado.

      Lo siguió hasta el dormitorio y vio cómo sacaba su maleta de debajo de la cama.

      "¿Qué estás haciendo?" preguntó, exasperada.

      "Tirando esto", le respondió él. "No puedes irte sin una maleta, ¿verdad?"

      Keira movió la cabeza.

      "Sé que estás enojado, pero estás llevando las cosas un poco lejos".

      Le quitó la maleta de las manos y la puso sobre la cama. Se abrió como si fuera una invitación para que comenzara a empacar. Keira tuvo que luchar contra las ganas que tenía de llenarla.

      Zach pareció perder momentáneamente su fuerza. Se desplomó, sentado al final de la cama con las manos en la cabeza.

      "Siempre escoges el trabajo por encima de mí".

      "Lo siento", dijo Keira, sin mirarlo mientras agarraba su suéter favorito del piso y lo arrojaba discretamente adentro de la maleta. "Pero esta es la oportunidad de mi vida". Se acercó a la cómoda y empezó a escoger entre sus frascos de cremas y perfumes. "Ruth me odia de todas formas. Solo me puso en su boda porque tú se lo pediste".

      "Porque eso es lo que se supone que debes hacer", dijo Zach sonando triste. "Se supone que debes hacer cosas de familia juntos".

      Se dio la vuelta y rápidamente metió las botellas a su maleta. Pero Zach se dio cuenta de lo que estaba haciendo y su expresión cada vez más oscura se oscureció aún más.

      "¿Estás empacando?"

      Keira se congeló y mordió el labio inferior.

      "Lo siento".

      "No, no lo sientes", dijo de una manera fría y calculada. Luego levantó la vista y dijo, "Si te vas, no sé si podremos seguir juntos".

      Keira levantó una ceja, desconcertada por su amenaza.

      "Oh, ¿en serio?" Se cruzó de brazos. Ahora había conseguido su atención. "¿Vas a darme un ultimátum?"

      Zachary levantó los brazos en señal de frustración.

      "¡No actúes como si no fuera tu culpa! ¿No ves lo vergonzoso que será para mí aparecer mañana en la boda de Ruth sin ti?"

      Keira suspiró, igualmente frustrada.

      "No entiendo por qué no puedes decirles que conseguí una gran oportunidad en el trabajo. Algo que no podía dejar pasar".

      "La boda de mi hermana debería ser algo que no te puedes perder. ¡Debería ser una prioridad!"

      Ah. Ahí estaba otra vez. Esa palabra. Prioridad. Lo que Keira nunca admitiría a Zach es que no era él, sino su carrera.

      "Lo siento", repetía, sintiendo que su voluntad se debilitaba. "Pero no puedo hacerlo. Mi carrera tiene que ser lo primero".

      Bajó la cabeza, no por vergüenza, sino por tristeza. No tenía que ser así. Zach nunca debió haber puesto su relación en contra de su carrera. Era una batalla que inevitablemente perdería.

      Keira no sabía qué más decir. Miró el rostro enfurecido de Zachary. No hubo más palabras entre ellos. No quedaba nada que decir. Entonces Zach se levantó de la cama, salió de la habitación y bajó por el pasillo, tomando sus llaves del recipiente junto a la puerta antes de abrirla y azotarla detrás de él. Mientras Keira escuchaba el sonido de su coche alejándose, sabía que no volvería esta noche; dormiría en el sofá de Ruth para demostrar su punto.

      Keira había ganado la pelea, pero no había placer en su victoria. Se desplomó en la cama junto a su maleta abierta y sintió un gran nudo en la garganta.

      Necesitando un poco de cariño, tomó su celular y llamó a su madre.

      "Hola, cariño", dijo una voz de mujer, contestando de inmediato, como si la vista del nombre de su hija menor en el identificador de llamadas la hubiera llevado a actuar de inmediato. "¿Está todo bien?"

      Keira suspiró.

      "Llamaba para contarte una noticia que me dieron hoy en el trabajo. Es una historia de portada. Tengo que volar a Irlanda".

      "Querida, son noticias maravillosas. ¡Qué emocionante! ¡Felicidades! Pero ¿por qué suenas tan triste?"

      Keira se puso boca abajo.

      "Zach. Está molesto. Básicamente dijo que, si me iba, todo terminaría entre nosotros".

      "Estoy segura de que no lo dice en serio", dijo su madre amablemente. "Ya sabes cómo pueden ser los hombres. Acabas de herir su ego al poner tus prioridades por encima de las suyas".

      Keira jalaba distraídamente la esquina de una funda de almohada.

      "Tiene más que ver con la boda de Ruth mañana", explicó. "Cree que lo estoy abandonando, dejándolo solo. Como si el llegar sin una cita fuera lo peor del mundo". Se rio irónicamente, pero se encontró con silencio al otro lado de la línea.

      "Oh", dijo su madre.

      "Oh… ¿qué?" Preguntó Keira, frunciendo el ceño.

      La voz de su madre había perdido algo de su calidez. Había una diferencia que Keira reconoció lo suficientemente bien, ya la había escuchado miles de veces de niña. Desaprobación.

      "Bueno, no sabía que te perderías la boda de su hermana", dijo.

      "¿Y eso cambia las cosas para ti?" Keira dijo, su voz más firme.

      Su madre respondió con la voz que Keira reconoció como «diplomática».

      "Si ya tenías compromisos previos, y es su hermana… Llegar solo a una boda es realmente de lo peor. Todo el mundo se te queda viendo y susurra. Se sentirá muy incómodo".

      "¡Mamá!" Keira dijo fuerte. "Ya no estamos en los años 50. ¡La comodidad de un hombre no es más importante que la carrera de una mujer!"

      "Eso no es lo que quiero decir, cariño", dijo su madre. "Solo quiero decir que Zachary es un joven encantador y no hay nada malo en priorizar la boda. No quieres ser como tu hermana, siempre en esos sitios de citas, teniendo esas terribles noches con hombres que dicen que miden 1,80m ¡pero resultan ser de apenas 1,50m!"

      "¡Mamá!" Keira gritó de nuevo, poniendo fin a su divagación. "Necesito tu apoyo ahora".

      Su madre suspiró.

      "Lo tienes. Me alegro mucho por ti. Y me encanta tu… pasión. Me encanta".

      Keira puso los ojos en blanco. Su madre no era muy buena para ser convincente.

      "Solo

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