Manifiesto por el progreso social. Helga Nowotny

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Manifiesto por el progreso social - Helga  Nowotny

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una sociedad cohesionada, cosa que convencerá a muchos de quedarse en su lugar de origen.

      Este Estado emancipador es compatible con las instituciones descentralizadas, a diferencia del tipo socialdemócrata, y no impone una vigilancia política sobre la economía. También es contrario al enfoque socialista autoritario. En cambio, inculca la política por medio de todas las instituciones y las asociaciones para que cada ciudadano se involucre más en las decisiones en todos los niveles. El mismo movimiento emancipador debería transformar la “política” estándar: ésta seguirá siendo una importante esfera de la sociedad pero necesita algunas reformas clave en la deteriorada situación actual de las llamadas “democracias avanzadas”. Tal deterioro está asociado con las crisis sociales y con la creciente desconfianza de la población. Los populistas acusan a la democracia representativa de no dar suficiente voz a quienes sienten que fueron dejados atrás. El remedio se busca en una democracia más directa sin ver el peligro que ello enfrentará. La democracia directa tiende a debilitar la democracia en lugar de fortalecerla, pues corre el riesgo de marginar o de silenciar las posturas de las minorías y, por lo tanto, de abrir la puerta a regímenes autoritarios. Otra tendencia preocupante está asociada con la omnipresencia de los medios de comunicación, incluidas las redes sociales. La política se ha vuelto un escenario público, dirigido por encabezados llamativos y por mensajes de Twitter.

      Se pueden identificar elementos clave de algunas reformas que pretenden democratizar las democracias. Tienen que ver con el financiamiento de la política, con los medios de comunicación, con las reglas electorales, con las formación de partidos y con la distribución del poder dentro y entre las instituciones estatales. Tales reformas, en particular, frenarían la tendencia actual hacia la polarización política y serían muy útiles para aumentar la calidad de la deliberación sobre las políticas públicas. También es importante reconocer que la calidad de la política democrática y el grado de cohesión social son sumamente interdependientes. Trabajar por una sociedad más incluyente hace avanzar la causa de una democracia que funcione mejor. Las instituciones políticas son muy vulnerables a la corrupción, que genera la disgregación social, y la mejor salvaguarda de los principios democráticos es una sociedad abierta y cohesionada con desigualdades limitadas.

      La visión que aquí se defiende implica que la oposición entre ideologías promercado y progobierno es equivocada. Se necesita tanto un mercado muy vivo como salvaguardas fuertes, garantizadas por el gobierno y la sociedad civil, para limitar el efecto de las fallas de mercado y para empoderar a la gente, al igual que se necesita una democracia política muy viva y salvaguardas contra las fallas de la política democrática y las acciones gubernamentales. Más importante aún, la supuesta oposición entre mercado y gobierno esconde el papel central de la empresa, que no es el de un conjunto de mercados ni el de una institución pública, sino que juega un papel clave en el tejido social, junto con otras instituciones de la sociedad civil. La compañía privada tradicional históricamente ha sido un factor importante de progreso económico y social, pero también ha sido fuente de muchas adversidades sociales y externalidades negativas. Puede convertirse en un factor mucho más positivo de progreso social.

      ¿Cómo podría convertirse en realidad esta visión de una sociedad mejor? Se puede hacer mucho mediante iniciativas locales. Por ejemplo, muchas ciudades han desarrollado mecanismos participativos, muchas empresas tienen estructuras administrativas horizontales e incluso democráticas, y lo mismo se puede decir sobre los cambios en las normas de comportamiento en los hogares, las ONG y las comunidades religiosas. El enorme potencial que ofrecen las recopilaciones de datos responsables y cuidadosas, así como su procesamiento, que se está convirtiendo con rapidez en la fuente para que las empresas desarrollen nuevos modelos de negocios y expandan sus servicios, aún no se han aprovechado para incluir a los ciudadanos y no sólo a los consumidores y clientes. El Estado también necesita cambiar si quiere convertirse en un Estado emancipador, y esto conlleva problemas difíciles en una economía globalizada en la que las compañías trasnacionales y los mercados financieros ejercen tanta presión sobre la política nacional. Por eso la fuerza de los movimientos de base será esencial para desatar un cambio real en las instituciones, y el Estado será el último garante de los derechos de todos, derechos que muchos ya habrán disfrutado de manera informal gracias a iniciativas locales, de abajo hacia arriba. El giro cultural que se citó antes es un conductor clave de este movimiento y necesita impulso. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU están cuidadosamente estructurados en torno a la noción de una “vida digna”, pero siguen siendo bastante vagos con respecto a las reformas institucionales. Este libro pretende convertir ese conjunto de objetivos visionarios en una fuerza verdaderamente transformadora.

      PUNTOS PRINCIPALES

      Siguiendo la narrativa de este libro, tal como se resumió en la sección anterior, los mensajes clave se pueden formular de la siguiente manera.

      1] EN LA CIMA DE LAS POSIBILIDADES, ESTAMOS ANTE UN ABISMO: en los últimos siglos, una proporción considerable de la humanidad ha salido de la pobreza, cosa que es extraordinaria, pero, en las siguientes décadas, seguir haciendo lo mismo de siempre será catastrófico. Las desigualdades y la degradación ambiental generan cada vez más daño físico, institucional y moral, y cada vez hay más conflictos y consecuencias políticas destructivas. El Antropoceno es una época en la que hacer lo mismo de siempre puede desencadenar una reacción negativa que lleve a la destrucción de gran parte de nuestros logros colectivos y, posiblemente, a la extinción de nuestra especie. El tiempo se está acabando y se necesita llevar a cabo una acción colectiva muy pronto. Además, tenemos muchas oportunidades de mejorar las instituciones y hacer que funcionen en beneficio de la población. Tales oportunidades provienen de que entendamos mejor lo que funciona y de que contemos con mejores tecnologías que faciliten la coordinación y la posibilidad de compartir información.

      2] DEBERÍAMOS USAR LA GLOBALIZACIÓN Y LA TECNOLOGÍA EN BENE-FICIO DE TODOS: la globalización y el cambio tecnológico son conductores importantes de los cambios actuales. En particular, perturban muchas vidas, pues ofrecen grandes oportunidades a unos cuantos y minan la forma de vida de otros. Además, la economía se ha salido de control porque, desde la década de 1980, la regulación de las instituciones ha estado bajo la influencia de una enérgica directriz promercado (más actores privados, menos regulación, supervisión deficiente) y no están a la altura de la acción económica. Ahora, muchos ciudadanos se ven tentados por las sirenas autoritarias o por la demagógica promesa de volver en el tiempo, volviendo a alzar barreras y estimulando conflictos interculturales. La innovación tecnológica también ofrece la aterradora perspectiva de la tecnología invasiva y la vigilancia omnipresente, así como los sospechosos intentos de mercantilizar o transformar a los seres humanos. El mensaje clave aquí es que la dirección y las formas de la globalización y del cambio tecnológico están moldeadas por instituciones y políticas públicas, así como por grupos de actores, y se pueden reorientar hacia las necesidades humanas con el fin de servir y no de minar el progreso social.

      3] DEBERÍAMOS VOLVER A PONER A LA GENTE AL MANDO: los modelos tradicionales de economía de mercado y de Estado de bienestar no están funcionando bien porque los mercados fracasan de muchas formas que no están siendo atendidas, y las políticas gubernamentales buscan proteger a los ciudadanos pero sin empoderarlos realmente, manteniendo a demasiada gente en una situación de gran dependencia con respecto al mercado laboral, a sus patrones y a los servicios públicos. La dignidad se proclama en la mayoría de los países como un derecho igualitario para todos los ciudadanos, pero mucha gente sigue padeciendo severas desigualdades raciales, de género, religiosas y socioeconómicas y viven en la humillación y el miedo. Vale la pena desarrollar una nueva forma de mercado democrático que combine protección y servicios básicos universales, gobernanza entre todas las partes interesadas de las organizaciones económicas y en especial de las empresas (que las ayude a internalizar mejor los impactos de sus actividades y a cambiar el propósito de la empresa), y manejo comprehensivo de las fallas de mercado (gravar las externalidades y los ingresos no laborales en lugar del trabajo puede generar ingresos y, al mismo tiempo, aumentar la eficiencia). El enorme

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