La versatilidad de la Biblia. Группа авторов

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comienzan con un juicio pero concluyen con palabras de esperanza hacia el futuro?)

      * ¿Qué enfatiza el editor por la manera en que acomodó el material? ¿De qué manera logra este énfasis? Por ejemplo, ¿por la repetición de ideas o palabras clave? ¿Haciendo resúmenes o explicaciones? ¿Ubicando algo al comienzo de una serie (como un encabezado) o al final de una serie (como un clímax)?

      * ¿Qué formato global podemos reconocer? ¿Hay algún significado en el modo en el que se ordenó o estructuró el material? (p. ej., Lucas–Hechos, de Jerusalén a Roma).

      * ¿Expresa el editor su opinión a través de secciones o nexos editoriales? ¿O por medio de discursos de personajes importantes? (por ejemplo, muchos de los discursos en Crónicas).

      * ¿O comunica el texto su concepto central de manera implícita, según lo que incluye o excluye, especialmente si podemos compararlo con otros textos? (por ejemplo, comparar lo que Crónicas incluye o excluye con los textos anteriores de Samuel y Reyes).

      Las preguntas presentadas arriba son algunas en las que puede pensar y buscar respuestas mientras estudia el texto de un libro de la Biblia. Por supuesto, hay divisiones más complejas en lo que se conoce como crítica de la redacción, en la cual los estudiosos buscan detectar las fuentes que se encuentran detrás de los diversos libros de la Biblia, para así reconstruir el proceso histórico por el cual fueron reunidos, además de las motivaciones y la agenda teológica de quienes lo hicieron. Existen comentarios especializados que se ocupan detalladamente de estas cuestiones. Aprovéchelos para ver lo que sugieren diferentes eruditos. Sin embargo, recuerde que con frecuencia los investigadores postulan hipótesis y sugerencias en asuntos en los que quizás sencillamente sea imposible alcanzar certeza. Ejercite su propio discernimiento y pregúntese si alguna teoría en particular sobre cierto libro bíblico y su redacción lo ayudan concretamente a entender mejor su mensaje intrínseco, o si solamente sirve para confundirlo y quitarle al libro toda posibilidad de un mensaje coherente.

      Mirar el texto en detalle: descubrir lo que dice

      Además de descubrir todo lo que podamos sobre los diferentes contextos de cada pasaje de la Biblia, como describimos arriba, debemos leer cuidadosamente el texto y tratar de entender con claridad lo que dice y significa. Ésa es la tarea de la exégesis. Esa sección corresponde al paso 2b en el Cuadro 1 Estudiar un pasaje de la Biblia.

      Exégesis significa literalmente ‘extraer’ y, cuando lo aplicamos a un texto, quiere decir extraer el significado propuesto para él. Exégesis es la tarea de explicar, dejar en claro y sacar a la luz lo que el escritor original quiso decir en su propio contexto a las personas a quienes les estaba hablando en ese momento.

      La exégesis cuidadosa es el punto de partida de todas las preguntas hermenéuticas y las aplicaciones que deberían derivarse. Un texto particular en la Biblia puede haber adquirido en la vida del pueblo de Dios un significado mayor del que el autor original pudo haber anticipado; pero, aun así, siempre debemos comenzar preguntándonos qué quiso decir el autor en primer lugar cuando escribió o dijo aquello. La exégesis intenta acercarse lo más posible a aquel propósito original, reconociendo que quizás no estemos siempre absolutamente acertados, y que tal vez nunca podamos tener la certeza completa de que realmente estamos entendiendo lo que el escritor quiso decir. Pero la exégesis es una tarea que se orienta en esa dirección.

      Supongamos que usted está leyendo uno de mis libros. Quizás encuentra un párrafo difícil de entender y se pregunta qué quise decir cuando lo escribí. Usted podría escribirme o mandarme un correo electrónico, incluso telefonearme y preguntar: “Estoy leyendo su libro y en la página 57 dice esto. Quiero estar seguro de entender claramente lo que quiso decir. Por favor explíqueme lo que se propuso comunicar. ¿Qué estaba tratando de decir?”. Lamentablemente, los escritores de la Biblia ya no se encuentran vivos y disponibles. Pero hacer la exégesis es como tener una conversación telefónica imaginaria con el autor, preguntándole qué quiso decir cuando escribió lo que estamos leyendo. No queremos construir nuestro propio significado; pretendemos saber, hasta donde sea posible, lo que el escritor quiso decir.

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      Figura 2: Los dos horizontes

      Aquí se combinan la autoría divina y la humana de la Biblia. Nuestro enfoque principal para averiguar con precisión lo que Dios quiere decir a través de un pasaje es prestar atención exegética cuidadosa a lo que el escritor humano quiso decir cuando escribió. Observe la figura 2. La Biblia se originó en el horizonte de su propio mundo a medida que Dios le habló a las personas allá y entonces. Pero la Biblia también existe en el marco de nuestro mundo como depósito de aquella obra de revelación y comunicación de parte de Dios. Nosotros vivimos dentro del horizonte del mundo actual. El trabajo del estudio bíblico (así como el de enseñar y predicar la Biblia) consiste en vincular esos dos horizontes, tratando de escuchar en el mundo actual lo que Dios quiere decirnos por medio de la palabra que originalmente pronunció en el mundo de la Biblia, tal como está registrada para nosotros en las Escrituras. Por ello, debemos prestar atención a las palabras del escritor original y al contexto en el que fueron dichas y escritas.

      Una vez más, este es el enfoque de sentido común con el que leemos cualquier escrito. Damos por sentado que la mejor manera de comprender cualquier comunicación escrita es preguntándonos qué quiso decir el escritor original. Comience con la misma premisa al leer los textos bíblicos.

Antes de que haya entendido lo mejor posible lo que quiso decir para ellos, allá y entonces, no se pregunte qué significa este texto para usted ahora.

      ¡La observación es su recurso más valioso! ¡Lo único que necesita son sus ojos, su cerebro y algunas buenas preguntas!

      Busque el sentido natural

      En primer lugar busque el sentido obvio y sencillo. Dé por sentado que el escritor quiso decir lo que dijo, y que su intención fue decirlo claramente. No piense que el texto está lleno de mensajes codificados y sentidos ocultos. Por supuesto, es verdad que los textos pueden tener diferentes niveles de significados, y a veces es posible que resulten enriquecidos por acontecimientos posteriores (por ejemplo, el Nuevo Testamento en ocasiones descubre, a la luz de Cristo, un significado más rico en los textos del Antiguo Testamento); pero el punto de partida fundamental para descubrir el significado de cualquier texto es averiguar lo mejor que podamos qué quiso decir el escritor original.

      Mirar el contexto

      Nos hemos ocupado de este asunto en la primera parte del capítulo. Tenga presente sus respuestas a preguntas como las siguientes: ¿Quién escribió este texto? ¿A quién o a quiénes? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿Con qué forma? ¿En qué circunstancias?

      Mire los párrafos

      Busque los bloques pequeños naturales en el texto, en los cuales se presenta o desarrolla un solo concepto. Quizás la división en párrafos que presentan algunas traducciones de la Biblia resulte de ayuda, pero no se sienta atado a seguirlas. Es una buena idea trabajar usted mismo con el texto y decidir cómo organizaría usted los párrafos, conforme al flujo de pensamientos en el pasaje completo.

      Es útil imprimir o escribir en una hoja el pasaje completo que está estudiando, con abundante espacio entre líneas y en los márgenes. De esa manera podrá mirarlo de una manera fresca, en lugar de observarlo en la página que le es familiar en su Biblia. Además, podrá trabajar sobre el texto agregando notas, subrayados, flechas, resaltados en color, etcétera.

      Una vez que haya escrito o impreso el texto, busque lo que le parezca son las unidades más naturales de sentido: los párrafos naturales. ¿Dónde comienza y termina un concepto, y dónde comienza otro?

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