Obras Completas de Platón. Plato

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Obras Completas de Platón - Plato

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      SÓCRATES: en lo relativo a la gracia de la postura, Hipias, ¿no es lo propio del cuerpo bien formado ejecutar voluntariamente las figuras feas y malas, y del cuerpo mal hecho ejecutar las mismas figuras involuntariamente? ¿Qué te parece?

      HIPIAS. —Convengo en ello.

      SÓCRATES. —Por consiguiente, la falta de gracia, si es voluntaria, supone buenas cualidades en el cuerpo, y si es involuntaria, las supone malas.

      HIPIAS. —Así parece.

      SÓCRATES. —¿Y qué dices de la voz? ¿Cuál es, a tu parecer, mejor: la que desentona voluntariamente o la que desentona involuntariamente?

      HIPIAS. —Es la primera.

      SÓCRATES. —Luego la segunda es la peor.

      HIPIAS. —Sí.

      SÓCRATES. —¿Qué preferirías tú entre tener bienes o tener males?

      HIPIAS. —Tener bienes.

      SÓCRATES. —¿Qué preferirías tratándose de pies, los que cojearan voluntariamente o los que cojearan involuntariamente?

      HIPIAS. —Preferiría los primeros.

      SÓCRATES. —La cojera, ¿no es un vicio y una deformidad?

      HIPIAS. —Sí.

      SÓCRATES. —La escasez de vista ¿no es un vicio de los ojos?

      HIPIAS. —Sí.

      SÓCRATES. —¿Qué ojos querrías tener mejor, y de cuáles desearías servirte, de aquellos con que voluntariamente se ve mal o al través, o de aquellos en los que estos defectos son involuntarios?

      HIPIAS. —Mejor querría los primeros.

      SÓCRATES. —Luego tú consideras aquellas partes de ti mismo, que causan el mal voluntariamente, como mejores que las que le causan involuntariamente.

      HIPIAS. —Sí, esas que acabas de nombrar.

      SÓCRATES. —¿No es también cierto respecto a todas las demás partes, por ejemplo, los oídos, la boca, la nariz y los demás sentidos? De suerte que los sentidos que funcionan mal involuntariamente no son en manera alguna apetecibles, porque son malos; mientras que los que funcionan mal voluntariamente, lo son, porque son buenos.

      HIPIAS. —Por lo menos así me lo parece.

      SÓCRATES. —Y con respecto a instrumentos, ¿cuáles son aquellos de que mejor debemos servirnos, de los que causan el mal involuntariamente o de los que lo causan voluntariamente? Por ejemplo, el timón con que uno gobierna mal a pesar suyo, ¿es mejor que aquel con que se gobierna mal voluntariamente?

      HIPIAS. —No, el mejor es el último.

      SÓCRATES. —¿No debe decirse otro tanto del arco de la lira, de las flautas y de los demás instrumentos?

      HIPIAS. Tienes razón.

      SÓCRATES. —Más aún. Si se trata del alma de un caballo, ¿cuál vale más que tenga: aquella con la que se cabalgará mal por su voluntad, o aquella con la que sucederá lo mismo pero sin su voluntad?

      HIPIAS. —La primera.

      SÓCRATES. —¿Luego es la mejor?

      HIPIAS. —Sí.

      SÓCRATES. —Por consiguiente, con la mejor alma de caballo se harán mal voluntariamente las acciones que dependen de esta alma; y con la mala se harán involuntariamente.

      HIPIAS. —Sin duda.

      SÓCRATES. —¿No sucede lo mismo con el perro y con los demás animales?

      HIPIAS. —Sí.

      SÓCRATES. —Y bien, ¿cuál es el alma de arquero que vale más poseer: la del que voluntariamente yerra el tiro o la del que le yerra involuntariamente?

      HIPIAS. —La primera.

      SÓCRATES. —Luego es la mejor, en lo que concierne a la destreza en tirar el arco.

      HIPIAS. —Sí.

      SÓCRATES. —¿Luego el alma que falta involuntariamente es peor que la otra?

      HIPIAS. —Sí, cuando se trata de lanzar una flecha.

      SÓCRATES. —Cuando se trata de medicina: el alma que hace voluntariamente mal en el tratamiento del cuerpo, ¿no es, en materia de medicina, más hábil que la que peca por ignorancia?

      HIPIAS. —Sí.

      SÓCRATES. —Luego relativamente a este arte es mejor que la que no sabe tratar estas enfermedades.

      HIPIAS. —Lo confieso.

      SÓCRATES. —Con relación al laúd, a la flauta y a todas las demás artes y ciencias, ¿la mejor alma no es la que hace con intención lo malo y lo feo y falta voluntariamente, y la peor la que falta a pesar suyo?

      HIPIAS. —Así parece.

      SÓCRATES. —Ciertamente, en cuanto a las almas de los esclavos, querríamos más tener en nuestra posesión las que faltan y hacen mal voluntariamente, que las que faltan involuntariamente, siendo las primeras mejores con relación a los mismos objetos.

      HIPIAS. —Sí.

      SÓCRATES. —Y bien; ¿no desearemos que nuestra alma sea todo lo excelente que sea posible?

      HIPIAS. —Seguramente.

      SÓCRATES. —¿No será, por tanto, mejor si hace el mal y falta voluntariamente que si hace esto mismo involuntariamente?

      HIPIAS. —Sería bien extraño, Sócrates, que el hombre voluntariamente injusto fuese mejor que el que lo es involuntariamente.

      SÓCRATES. —Sin embargo, esto es lo que parece resultar de lo que se acaba de decir.

      HIPIAS. —No creo que sea así; por lo menos a mi no me lo parece.

      SÓCRATES. —Yo creía, Hipias, que no pensarías así. Respóndeme de nuevo. La justicia ¿no es o una capacidad o una ciencia, o uno y otro? ¿Ne es indispensable que sea una de estas tres cosas?

      HIPIAS. —Sí.

      SÓCRATES. —Si la justicia es una capacidad, el alma que sea más capaz será la más justa; porque ya hemos visto, querido mío, que era la mejor.

      HIPIAS. —En efecto, lo hemos visto.

      SÓCRATES. —Si es una ciencia, ¿no será el alma más hábil la más justa, y la más ignorante la más injusta? Y si lo uno y lo otro, ¿no es claro que el alma, que participe de la capacidad y de la ciencia, será la más justa, y que la más ignorante y la menos capaz será la más injusta? ¿No es una necesidad que así suceda?

      HIPIAS. —Así

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