Darwin en Patagonia. James Button
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Darwin en Patagonia - James Button страница 3
En la búsqueda de un camino seguro para la especiería, la seda y los esclavos, se emprendieron consorcios Reales para explorar y conquistar nuevas rutas, islas y tierra firme.
Nació el apetito por encontrar El Dorado que, según la leyenda de Sebastián Caboto, poseía inmensas riquezas en oro, piedras preciosas y aguas de la eterna juventud. Este territorio según Caboto se encontraba en alguna parte entre el sur del Amazonas y Patagonia. Era la ilusión de todo capitán encontrar aquel lugar y conquistarlo.
Esta idea de conquistar territorios y riquezas para el reino y a la vez para sí mismos fue el imán que alentó a muchos marinos a adentrarse por el océano Atlántico, atravesándolo en naves a vela en largas y riesgosas travesías.
Cuando descubrían nuevas islas, tierra firme, ríos y océanos, volvían por ellos y los conquistaban. De este modo se fue dibujando la nueva cartografía del mundo y sus rutas navegables.
Aparecían en la cartografía renacentista nuevas tierras y océanos, junto al detalle de los vientos, corrientes, mareas y la meteorología predominante; también información valiosa referente a los nativos. Se estudiaban las potenciales riquezas, así como su accesibilidad para conquistarlos.
Grandes riesgos
En España, luego del exhaustivo análisis practicado por el alto mando naval del reino, se delineaba una estrategia comandada desde la casa de contratación de Indias en Sevilla.
Dichos conocimientos se divulgaron por Europa y, una vez filtrados los secretos celosamente guardados, se dio inicio a un gran movimiento en los puertos de Sevilla y Lisboa. Tras cada descubrimiento, los exploradores organizaban variadas empresas con el reino. Hacia 1502 los avances siguieron hacia el sur, continuando la ruta descubierta por Vasco da Gama, entonces la única vía segura hacia las Indias.
Entre 1490 y 1520 se extendieron las exploraciones. Se trató de un intenso movimiento marítimo y de desarrollo naval, cuyo fin era encontrar nuevas rutas hacia la especiería y el nuevo mundo, en una verdadera competencia entre ambos reinos de la península iberica.
La ruta descubierta por Portugal para llegar a oriente, a través de las costas de África, había aumentado la riqueza de este reino y debilitado la de Venecia. Ahora intervenía en el comercio de especias, seda, perlas, piedras preciosas, marfil, alimentos y esclavos. España, por su parte, entró en escena, esta vez desde el océano Pacifico.
Carlos V e Isabel de Portugal por Rembrandt
Desde un punto de vista geopolítico, esta situación permitió romper definitivamente el monopolio que tenía Venecia desde 1266 gracias a la apertura de la ruta de Marco Polo.
Por ello fue necesario dar cuanto antes con esos pasos marítimos hacia las islas Molucas, y asegurar para los reinos de Castilla y Portugal el dominio de sus islas y tierra firme. Esta figura se consolidó al casarse el emperador Carlos V con Isabel de Portugal en 1526.
Previo a los años de la boda imperial, la bahía de San Julián en Patagonia había sido avistada por primera vez por el hombre europeo el 31 de marzo de 1520, cuando arribó a la costa una expedición española en busca de un paso hacia las Indias por el sur de América. La expedición, comandada por el portugués Fernando de Magallanes, constaba de cinco naves, una de las cuales era la Nao Victoria, barco que finalmente acabaría dando la primera vuelta al mundo.
Durante la estadía de la expedición de Magallanes abundaba la simbología religiosa. El mismo nombre de la bahía fue impuesto por haberla descubierto el día de San Julián de Cesarea. Magallanes mandó a poner una cruz en la elevación más alta, un cerro de 285 metros, desde el que se domina toda la bahía, y lo bautizó Monte Cristo, aunque hoy se llama Monte Wood. Al día siguiente del arribo de la expedición, el primero de abril, día de domingo de ramos, Magallanes hizo oficiar una misa, la primera que se registró en la actual Argentina, lo cual se convirtió, para la mayoritaria de la población católica de la zona, en un símbolo de identidad.
La expedición se había visto complicada en las costas de Patagonia. Esto hizo que Magallanes, encontrando abrigada la bahía, decidiera pasar el invierno ahí para luego seguir con su expedición hacia el sur.
Cuatro capitanes de las cinco naves tramaron un complot con el objeto de asesinar a Magallanes para abandonar la búsqueda del paso y regresar a España, pues la tierra que se iba avistando al avanzar hacia el sur era cada vez más desierta y el clima más crudo.
En los días siguientes los cuatro capitanes de las cinco naves se amotinaron para llevar acabo su plan de asesinar a Magallanes y volver a España. El complot fue descubierto y Magallanes los mandó a matar de forma brutal al estilo de la época, descuartizando a unos, apuñalando a otro y al ultimo Gaspar de Quesada por organizar el complot. Magallanes tuvo que perdonarle la vida, ya que había sido nombrado capitán por el propio emperador Carlos V, entonces Magallanes lo expulso de la escuadra y lo abandonó en la tierra de los patagones dejándolo en la bahía de San Julián solo con un sacerdote que había sido su cómplice sin ninguna embarcación1
En el Puerto de San Julián, la expedición de Magallanes realizó el primer contacto del hombre blanco con aborígenes de la etnia aonikenk, a quienes describe el cronista Antonio Pigafetta como «gigantes».
Aquellos hombres de mar corrían grandes riesgos navegando en pequeñas embarcaciones de madera por el océano Atlántico. La cartografía de la época se reescribía cada día con las noticias y datos de cada nueva exploración, que quedaban registradas meticulosamente en el Archivo de Indias en Sevilla.
En la década de 1660 se edita el Atlas Maior por el Holandés Joan Blaeu, fue considerada la obra cartográfica maestra de la época, porque despejó muchas incógnitas y dio a conocer el mundo por primera vez en forma detallada, lo cual sirvió para la planificación de las expediciones futuras.
Una ilustración del Atlas Maior
En América se desarrollaba un proceso de asentamiento y, por lo tanto, de conquista y gobierno, que más adelante se entrelazó con las autoridades, los sistemas políticos y militares provenientes de Europa, particularmente de España y Portugal. Las imprecisiones cartográficas entre los siglos XVI y XIX exacerbaron la especulación acerca de cómo era el mundo, qué tan cerca quedaban los países y sus culturas.
En 1773, el marino inglés James Cook en su circunnavegación llegó a la Antártica y se percató de que el lugar donde se había escondido Sir Francis Drake doscientos años antes, denominado Terra Australis Incognita, no era otro que el mar del Sur. Entonces, en su honor, rebautizó esa área entre el cabo de Hornos y la Antártica como mar de Drake. Así acabó este misterio: el sur del continente americano quedó claramente descrito en la cartografía venidera. Patagonia comenzaba a delinearse, tomando forma de un continente