Darwin en Patagonia. James Button
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Charles Darwin (a los 7 años) 1816
La familia Darwin regularmente visitaba a sus parientes, los Wedgwood, en Maer Hall, aproximadamente 24 millas al noreste de Shrewsbury.
Significaba un día de viaje en coche de caballo. La propiedad de mil acres tenía bosques, lago y facilidades para los deportes. Cuando Charles Darwin comenzó sus primeros estudios, ya se le observaba una afición por la historia natural y el coleccionismo. Quería conocer los nombres de todas las plantas y guardaba conchas, monedas y minerales. A pesar de estar internado, entre clase y clase solía escaparse a su casa The Mount que quedaba muy cerca del colegio y regresaba de noche, antes de cerraran con llave las puertas de la escuela.
La escuela del doctor Butler era estricta y clásica. Según la Autobiografía que Darwin publicó en 1876, allí no se enseñaba nada, sólo un poco de historia antigua y geografía. Se perdía mucho tiempo en aprender de memoria las lecciones del día anterior. Hasta eso le resultaba fácil: era capaz de aprenderse cuarenta o cincuenta líneas de Virgilio o de Homero durante la misa de la mañana.
Con ese mismo interés escuchaba las explicaciones de su primo Francis Galton con un amplio espectro de conocimientos como antropólogo, geógrafo, explorador, meteorólogo, psicólogo y hombre de ciencias. Sin duda Charles compartía mucho la diversidad simultanea de las ciencias y del orden de su primo. Galton le enseño a Charles con nitidez el Principio de Vernier en un barómetro.
Entre las cosas que más le entretenían estaban la lectura de las obras de Shakespeare, la poesía de Thompson, Byron y Scott.
Darwin recuerda que pasó muchas horas leyendo en una ventana excavada en los gruesos muros de la escuela a estos grandes pensadores. También leyó el Libro de las Maravillas del Mundo, cuyo personaje principal era John de Mandeville y que evocaba los viajes de Marco Polo. Los lugares exóticos del medio oriente, la India y China le parecían dignos de una gran aventura. Se cree que las historias de Marco Polo inspiraron en su época a Cristóbal Colón, y se sabe que estimuló a Darwin a conocer lugares remotos, un sueño que cumpliría a bordo del HMS Beagle.
Durante su vida escolar, al pequeño Charles le gustaba cazar pájaros, una práctica que intensificó durante todo su periodo universitario. También tenía afición por la química: desde chico hizo experimentos en el laboratorio de su hermano y leyó varios libros de química, como el Chemical Catechism de Henry Parkes.
Dos años en Escocia
Sin embargo, en la escuela no rendía mucho. Su padre decidió sacarlo del internado y enviarlo en 1825 a la universidad de Edimburgo a vivir con su hermano, que estaba finalizando medicina. A los 16 años, Charles debía iniciar esos mismos estudios de medicina. Algo asombroso en ese siglo y para una carrera tan sofisticada iniciarla a tan temprana edad, sin haber terminado sus estudios primarios.
Ese mismo verano, antes de ingresar a la universidad, como aprendiz de médico ayudó a su padre a asistir a las personas necesitadas de Shropshire a un par de millas al sur de Shrewsbury.
Su padre quería que Charles siguiera los pasos de la familia en la misma universidad en la que se habían educado todos. Sin embargo, Charles consideraba muy aburridos esos estudios, con excepción de las clases de química del doctor Hope. Las lecciones del doctor Duncan en Mater a Medica, a las ocho de la mañana, le parecían terribles. Aprendió taxidermia con John Edmonstone, arte de disecar animales para conservarlos con apariencia de vivos y facilitar su exposición.
Charles quiso salirse de la carrera, y la gota que rebalsó el vaso fue cuando asistió a la cirugía de un niño, en una época donde no existía el cloroformo.
Partió muy asustado donde su padre para rogarle que lo sacara de esa universidad. Robert se resistió. Si bien comprendía lo difícil que resultaba una observación tan cruda y sangrienta de una operación en aquella época, insistía en que esa era la única manera en que su hijo podría formarse.
Durante sus estudios, Charles asistió dos veces más a una sala de operaciones en el Hospital de Edimburgo. Huyó de ambas. «Esto era mucho antes de los benditos días del cloroformo», escribió en su Autobiografía.
En ese segundo año en Edimburgo, Charles ingresó en la Sociedad Pliniana, un grupo de estudiantes de historia natural. Colaboró en las investigaciones de Robert Edmund Grant sobre anatomía en el Fiordo de Forth, formado por la última glaciación en Escocia.
En los veranos realizaba excursiones por el norte de Gales, caminando 30 millas por día. Los otoños los dedicaba a cazar con el Señor Owen en Woodhouse y con su tío Josiah Wedgwood en Maer Hall a unos 30 kilómetros de su casa. Llevaba la cuenta exacta de las aves que casaba en la temporada, demostrando su sentido de orden y dedicación a los temas de interés y que se alejaban de la ciencia y de la disciplina de los deseos de su padre. Allí en Woodhouse y Maer Hall se sentía libre y la campiña lo invitaba a pasear, casar y montar a caballo.
Por las noches se vivía un ambiente familiar y se tocaba música. Gran vida social en donde Charles conoció mucha gente. Se sentía muy unido a su tío Jos como le decía y lo admiraba por su honradez y sus ideas claras. Mas tarde se enamoraría de su hija y prima Ema Wedgwood con quien se casaría.
El ritmo de distracción en los deportes al aire libre, la potencial conversión en un señorito de la sociedad inglesa, tendencia que se notaba y que aquella dirección fácil a su padre le preocupaba, pues Charles podría terminar en algo así.
El giro que vino fue radical: su padre no acepto las distracciones de Charles, sobretodo por el descarrilamiento de sus estudios de medicina.
En 1828 lo envió a Christ's College en la Universidad de Cambridge para estudiar letras y ordenarse como pastor anglicano. A los 18 años comenzaba un bachillerato que concluiría con la carrera de clérigo. Un pastor de la iglesia en aquella época tenia una vida tranquila en la comunidad y una respetable situación económica, además, podía casarse y a su vez tener autoridad en temas de teología.
Para poder asistir al Christ's College, Charles tuvo que tomar un curso particular en Shrewsbury durante un trimestre, entre octubre de 1827 y enero de 1828, a fin de retomar la lectura de griego antiguo.
Con cierta facilidad logró traducir del griego al inglés varias obras de Homero y el testamento ortodoxo. Leyó con mucho detalle An Exposition of the Creed escrita por el párroco John Pearson en el siglo XVII, y otros libros sobre lo divino.
Para pasar el examen final y graduarse como Bachelor in Arts en Christ's College, era necesario conocer a fondo Evidences of Christianity y Principios de la Filosofía Moral de William Paley, un teólogo británico conocido por su Teología Natural y por sus argumentos para demostrar la existencia de Dios.
Al cabo de su segundo año en Christ's College, Charles reanudó el estudio de las ciencias naturales. Con una gran pasión por la botánica, aprendió sobre la clasificación de las plantas y contribuyó como biólogo en las colecciones más importantes del profesor Adam Sedgwick en el museo de la universidad de Cambridge.
Durante este período leyó tres obras que ejercerían