De la noche al día. Arlene James
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–Yo también tengo una hermana.
–¿Mayor o menor?
–Menor.
–Igual que yo.
Ya tenían algo más en común.
–Y también tengo un hermano.
–Yo no, pero siempre quise tener uno.
Denise suspiró mientras giraban hacia las colinas que dejaban Fayetteville atrás.
–Así que vivías aquí, ¿eh?
Él asintió.
–Mi padre sigue viviendo ahí arriba. Delia, mi hermana, cree que debería irse a Little Rock con ella, pero él dice que nunca dejará a mi madre. Está enterrada cerca de la casa.
–¿Y está a salvo tan lejos de todo?
Morgan se encogió de hombros.
–Eso dice él. Personalmente, he vivido sin fontanería ni electricidad hasta que terminé la escuela y me fui a la universidad y no encontraba nada particularmente noble en ello. Pero papá dice que la vida es mejor cuanto más simple y francamente, no veo razón para cambiarle la vida ahora que tiene setenta y cinco años. No sería feliz en ninguna otra parte.
–Sin embargo, debes estar preocupado por él.
–No me preocupo demasiado, la verdad. Si veo un problema que puedo solucionar, lo hago, pero preocuparse nunca soluciona nada, por lo que yo sé. Y con respecto a mi padre, lo admiro y siempre lo he admirado incluso cuando estaba perdido, era inmensamente desgraciado y no sabía qué camino tomar.
–¿Y cuándo fue eso?
–Hace unos diez años. Al menos lo peor fue entonces, aunque llevaba tiempo forjándose.
–¿Y ahora?
–Ahora me encanta mi vida –sonrió con amplitud–. Tengo todo lo que quiero excepto…
–¿Excepto?
–Alguien con quien compartirlo –dijo con suavidad.
Denise se arrepintió de haber preguntado porque algo aleteó en su pecho cuando la miró de aquella manera, algo para lo que ella estaba demasiado madura y baqueteada para sentir, algo que no entraba en su esquema de los dos años y que le hacía preguntarse si no se habría perdido algún elemento importante. Apartó la idea y se concentró en los negocios recordando las instrucciones que había querido darle acerca de Chuck
Se pasó pues el resto el viaje haciéndolo y Morgan le dijo que conocía muy bien a los tipos como Chuck y que se preocupara ella de los negocios y le dejara a él enfrentarse a las actividades extra-curriculares de su jefe.
Denise no estaba segura de que le gustara el sonido de aquello, pero él le recordó lo que quería olvidar, que se suponía que estaban enamorados o muy cerca. Morgan tenía razón, por supuesto, aunque existía la posibilidad de que Chuck fuera lo bastante egoísta como para no tener en cuenta su situación personal.
Y ahora que Morgan se había comportado con un buen amigo, ¿por qué se sentía como si tuviera de verdad una cita? Aquello era un asunto de negocios. ¿O sea que qué importaba que el hombre que tuviera al lado fuera tan atractivo?¿ O que la noche fuera suave y cálida y ella se sintiera arropada en el lujo y terriblemente femenina por primera vez en tanto tiempo que ni podía recordarlo? ¿O que la sonrisa de su cara y el aprecio de sus ojos le produjera un secreto estremecimiento? ¿Y qué?
Que estaba metida en problemas. Eso era todo.
Y por Dios, que alguien iba a tener que pagar. Entrecerró los ojos sonriendo al imaginarse al viejo Chuck compararse con Morgan Holt y quedar tan en desventaja. Oh, sí, era él el que iba a pagar.
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