Miradas prospectivas desde el bicentenario. Jorge Eliécer Martínez Posada

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Miradas prospectivas desde el bicentenario - Jorge Eliécer Martínez Posada Cátedra Institucional Lasallista

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en última instancia, en la expansión de la libertad humana para vivir el tipo de vida que tenemos razones para valorar, la contribución del crecimiento económico a la expansión de estas oportunidades ha de integrarse en la comprensión más fundamental del proceso de desarrollo como la expansión de la capacidad humana para llevar una vida que merezca la pena y más libre (Sen, 2006 p. 353).

      La diferencia es relevante porque de ella depende el sentido de un modelo económico. Si se pregunta ¿cuál es el propósito de un sistema económico?, queda claro que en el marco de la interacción capitalismo- democracia, tal sistema no tiene por objeto garantizar la esclavitud de unos muchos para el goce opulento de unos pocos. Es más, la prodigiosa idea de la igualdad de derechos, deberes y oportunidades, considerada como el núcleo de los derechos fundamentales de toda democracia digna de llamarse así, desafía esta pretensión dominadora, que es para muchos connatural al capitalismo. Así, el cultivo de las capacidades propias debe tener por objeto el aumento de la productividad, siempre y cuando, supere un nivel puramente instrumental, para convertirse en el eje de las posibilidades de construir una vida digna de ser valorada y gratificante.

      Aunque las reflexiones teóricas de Amartya Sen no se agotan en estos puntos, sí queda clara la noción de Desarrollo Humano y su relación con las libertades reales de las que gozan o pueden gozar los individuos. En sus propios términos, existe una gran diferencia entre elegir ayunar, o hacer una dieta, y no tener las posibilidades de resolver necesidades básicas y vitales. Al mismo tiempo, queda claro que la vida no puede concebirse únicamente como un fenómeno orgánico cuyo centro sea la productividad, sino que esa productividad tiene por objeto mejorar las condiciones y las posibilidades vitales. Y en esta interacción entre producción y valoración moral, el Desarrollo Humano propone una posibilidad de crecimiento económico que consiste en ampliar las libertades como medio y como fin del mismo.

      El pensar, por lo tanto, prospectivamente las Humanidades desde el lasallismo implicará mirar las diferencias de los sujetos y, por ende, pensar una pedagogía que permita vislumbrar sus subjetividades desde las preguntas por lo humano que, si bien son preguntas individuales, permiten tener una mirada global de la humanidad; y es que toda cultura que alcanza cierto desarrollo, le urge hacer uso de la educación para asegurar a la posteridad una herencia cultural. La educación es el principio mediante el cual la comunidad humana conserva y trasmite su peculiaridad física y espiritual. El hombre puede propagar y conservar su forma de existencia social y espiritual mediante las fuerzas por las cuales las ha creado, es decir, mediante la voluntad consciente y la razón. El hombre crea condiciones para el mantenimiento y la transmisión de su ser y exige organizaciones físicas cuyo conjunto denominamos educación. En la educación, tal como la practica el hombre, actúa la misma fuerza vital, creadora y plástica, que impulsa espontáneamente a toda especie viva al mantenimiento y propagación de su tipo (Jaeger, 1985).

      La educación no es una propiedad individual, sino que pertenece, por su sentido mismo a la polis; es decir, a la ciudad y, por ende, la educación es Política. El carácter de la polis, de la ciudad, se imprime en sus miembros individuales. La estructura de toda sociedad descansa en las leyes y normas escritas o no escritas que la unen y ligan a sus miembros. Así, toda educación es el producto de la conciencia viva de una norma que rige una comunidad humana, lo mismo si se trata de la familia, de una clase social o de una profesión, que de una asociación más amplia, como una estirpe o un estado.

      La educación participa en la vida y en el crecimiento de la sociedad, en su destino exterior como en su estructuración interna y en su desarrollo espiritual, de ahí que se haga necesario partir de un nuevo concepto y de un nuevo enfoque en educación que, si bien reconoce este punto normalizador, también puede establecer que los individuos construyen en ellas sus subjetividades desde múltiples posibilidades, y que al llegar a los niveles superiores de formación universitaria, en su pliegue interior presentan, una formación que les da un estilo en su existencia.

      Es aquí donde Edgard Hengemüle f.s.c. en su texto Educar en y para la vida dice: “En búsqueda de soluciones eficaces para las necesidades de los niños y de los jóvenes, La Salle obró de dos maneras: partiendo de la vida de ellos y preparándolos para la vida en general y especialmente par al vida de cristianos, de ciudadanos y profesionales” (Hengemülle, 2009, p. 154), es decir, la formación lasallista está abierta a la integralidad de los sujetos que pretende formar en su diferentes dimensiones tanto individuales como sociales; pero, esta es fundamentalmente para la vida y en la vida lo ciudadano y lo profesional, y no asumiendo que la vida es el trabajo o pensando que al formar para el trabajo forma para la vida. Por lo anterior, la formación lasallista en posgrados pretende reflexionar la vida en todas sus dimensiones para que desde ella se piense lo profesional pero en la vida y no en la profesión, pues esta es solo un medio para llevar a cabo la vida pero no el único y es que “La Pedagogía Lasallista está enraizada en la vida” (Hengemülle, 2009, p. 155).

      La educación en la formación humanística en la actualidad es un reto para las instituciones de educación superior, esta no solo debe formar en lo específico de las disciplinas sino contribuir en la formación de sujetos ético-políticos con responsabilidad social y capaces de asumir los retos de la profesión en las actuales circunstancias económico-políticas de la nación en el marco de la globalización.

      Cuando la Universidad de La Salle asume esta tarea dentro de su compromiso por el desarrollo humano integral y sustentable desde los valores cristianos inspirados por San Juan Bautista De La Salle está asumiendo una dimensión política: la de agenciar espacios de humanismo que no sean lecturas para la producción de subjetividades cognitivas, morales y autónomas para el capitalismo sino el asumir discursos-prácticas que generen pensamiento crítico y creativo. Recordando que el primer lugar de la transformación es la crítica. Pues, esta es “el movimiento por el cual es sujeto se atribuye el derecho de interrogar a la verdad acerca de sus efectos de poder y al poder acerca de sus discursos de verdad; La Critica será el arte de la incertidumbre Voluntaria, De la Indocilidad reflexiva” (Foucault, 2009). Por lo tanto, las humanidades en su mirada presente es Critica y sus prospectiva es utópica porque se instaura en el análisis del presente desde la lectura de estos doscientos años para proyectar su futuro. Las humanidades pretenden generar el movimiento de Indocilidad reflexiva ante la privación de las libertades Humanas de las que anteriormente hablamos. Las Humanidades en la Universidad de La Salle, desde el Departamento de Formación Lasallista, asume que el desarrollo humano es la expansión de las libertades y reconoce que hay otras posibilidades de formación humanística en la estética, en la cultura, en la formación para la vida y no para el trabajo capitalista únicamente “pues la vida misma no es trabajo”, es “voluntad de poder”, es “deseo” es “potencia de obrar”. El trabajo no es solo producción capitalista, pues como Hannah Arent argumenta en el trabajo se produce la transformación del mundo. Así, la Universidad y en ella las Humanidades deben formar para el trabajo, deben formar para la transformación, procurando dar vida al proyecto educativo universitario (PEUL) en su compromiso con la formación de profesionales con sensibilidad y responsabilidad social, desarrollo humano integral y sustentable, la democratización del conocimiento, la generación de conocimiento que transforme las estructuras de la sociedad colombiana.

      Referencias

      Hergemúle, E. (2009). Educar en y para la vida. Perspectiva de la identidad de la educación lasallista. Bogotá: Universidad de La Salle.

      Martínez, J. (2010). La universidad Productora de productores entre Biopolítica y subjetividad. Bogotá: Ediciones Unisalle.

      Sen, A. (1999). “Ética del comportamiento y éxito económico”. Revista de Occidente (215), 123-137.

      Sen, A. (2000). Development as freedom. New York: Anchor Books.

      Sen, A. (2006). Desarrollo y Libertad. Bogotá: Planeta.

      Doble bicentenario: la emancipación

      inconclusa

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