El bebé prematuro y sus padres. Ana Lía Ruiz

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El bebé prematuro y sus padres - Ana Lía Ruiz Retardo Mental y Educación Especial

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(1998) señala, basándose en su experiencia clínica, que el período que va de la concepción del niño hasta los 18-24 meses de edad es muy sensible para la mujer porque produce cambios psicológicos y reestruturaciones internas que pueden ser pasajeros o permanentes. Se observa aquí una experiencia esencial única para la mujer, porque se transforma en madre en su cuerpo y en su psiquis, ante sus ojos y a los ojos de los otros, bajo la mirada de su madre y de su propio hijo.

      Benedek (1970) plantea que estas observaciones ligadas al estado emocional observado en las mujeres embarazadas revelan las necesidades receptivas-retentivas, que la necesidad biológica de la maternidad determina en la mujer.

      Define la maternidad como un estado psicobiológico normal; como una “fase crítica” en la vida de una mujer, en la que se requiere ajustes fisiológicos y adaptaciones psicológicas. Para esta autora la maternidad es la manifestación del instinto de supervivencia del niño. Dicho instinto daría lugar al impulso reproductor de la mujer y a sus correlatos psicodinámicos de las tendencias receptivas y retentivas, que son fuente de la “cualidad maternal”. El conflicto básico al que se vería enfrentada la mujer embarazada gira alrededor de la regresión psicobiológica que produce el embarazo, los dolores y el peligro del parto.

      El dar un significado psicológico al embarazo permite una evaluación clínica del desarrollo de la personalidad femenina. Los conflictos que se reavivan en él influyen en los sentimientos de la mujer acerca de la maternidad y en su actitud hacia los hijos (Benedek, 1970: 147). El psicoanálisis de la mujer embarazada o puérpera, a través de los procesos de proyección e identificación, ofrece indicadores sobre la interacción de tres generaciones en la psicología de la maternidad.

      Deutsch, (1949, citada por Videla, 1973) trató de explicar la relación entre la mujer embarazada y su madre basándose en el pensamiento de M. Klein sobre el conflicto edípico, y el complejo de castración femenino. Este último consiste en el temor de la niña a que la madre destruya su interior y robe sus contenidos. Al revivir la mujer en su gravidez el vínculo primitivo con su propia madre, se produce una identificación con el bebé en gestación, y vive una profunda regresión.

      Por otro lado, el bebé en gestación representa para el inconsciente de la embarazada el superyo materno. Teme ser destruida por el feto; experimenta el embarazo como una trampa peligrosa tendida por su madre, y así el embarazo se convierte en un castigo. Aparecen sentimientos de culpa por haber robado el niño a su madre, por haber envidiado su capacidad creadora, etc. El embarazo movilizaría, para esta autora, fantasías de la vida mental que darían lugar a múltiples angustias y trastornos somáticos.

      En el parto se reviviría su propio trauma de nacimiento. La madre, identificada con su hijo, vive a través de él y a su vez vive el temor de separarse de su propia madre. Cuando se produce el nacimiento se identifica con el desamparo del bebé, y siente no poder continuar protegiéndolo en la vida. El temor a la separación es la mayor ansiedad del parto.

      Por eso, debido a la movilización interna que vive la mujer embarazada, ésta necesita el amparo y la protección de su entorno.

      Langer (1964) retoma las ideas de Deutsch (1949, citada por Langer, 1964) sobre la regresión parcial, la ambivalencia y la emergencia de conflictos primitivos de la vida mental en la mujer embarazada, señalando la importancia de la contención de la mujer en esta etapa de la vida. El mayor o menor grado de aceptación del embarazo por parte del ambiente social inmediato refuerza o no la tendencia de la mujer hacia la maternidad. Si la mujer se siente serena y tranquila se identifica con su ideal de madre y con su capacidad de proteger a su hijo. “Vive en este estado la unión más íntima que pueda existir entre dos seres. Desde que nació, por primera vez no está sola. Es difícil traducir en palabras esta sensación de dar y recibir amparo y amor” (Langer, 1964: 196).

      Aberastury, en su artículo “Nuevas perspectivas en la terapia” (1984), nos habla también del significado de la espera de un hijo para la mujer, que reactiva las ansiedades que sintió desde pequeña en relación con el interior de su cuerpo.

      “El hijo será la prueba de realidad que la certifique de su integridad y plenitud, si nace sano. Los temores frecuentes en las embarazadas de tener un hijo defectuoso o de no llegar a buen término el embarazo, son una consecuencia de estas angustias. Por eso también el hijo toma características de ese desconocido interior tan temido, y actúa con él dando pruebas de una ignorancia que va más allá de lo que conscientemente llamaríamos falta de experiencia” (Aberastury, 1984: 249).

      Esta autora señala la importancia de los grupos de orientación para madres como una forma de ayudar a las madres a tener una maternidad feliz.

      Como se ha planteado, el embarazo constituye un proceso tanto psicológico como corporal, “una situación psicosomática de cambio” (Videla, 1973) en la que lo corporal y lo psíquico se funden dando lugar a diferentes fenómenos. Aparecen síntomas que son llamados “lenguajes de órgano” (Videla, 1973). Estos “lenguajes” representarían señales de alarma a través de los cuales la embarazada trata de expresar algunos de los conflictos que anteriormente mencionamos, y que no puede verbalizar. Representarían un pedido de ayuda ante la situación que está atravesando.

      De ahí lo expresado por Langer y Aberastury sobre la necesidad de grupos de contención para embarazadas.

      Soifer (1971) menciona diferentes momentos a lo largo de los 9 meses del embarazo que dan lugar a incrementos de ansiedad, producto de fantasías, que pueden durar días o semanas. Surgirían síntomas físicos como consecuencia de los mismos, que tendrían la función anteriormente mencionada de lenguaje corporal y, en casos extremos, producir el aborto o parto prematuro.

      En el comienzo de la gestación, aparece como un síntoma la hipersomnía, que se manifiesta en la necesidad de la embarazada de dormir más tiempo que el habitual, y que puede ser entendida desde lo psicológico como la regresión que surge de la identificación de la embarazada con el bebé en gestación, regresión que estaría inducida por la percepción inconsciente de los cambios orgánicos y hormonales que comienzan a expresarse en su cuerpo.

      Para Soifer (1971) los vómitos y naúseas de los primeros meses sirven para expresar la incertidumbre que genera todo embarazo. Y retoma los conceptos de Langer (1964) sobre el conflicto que se genera en la embarazada.

      La ansiedad es otra exteriorización de la situación de los primeros meses desde un punto de vista psicológico. Ella podría expresar el conflicto de ambivalencia, como consecuencia de la intensificación en las vivencias persecutorias.

      Estas manifestaciones, de acuerdo a los autores citados, serían el producto de sentimientos de culpa infantil tanto por los ataques fantaseados por la propia madre, como por los deseos de ocupar su lugar. La vivencia persecutoria es consecuencia del miedo a que alguien pueda arrebatarle el hijo soñado, y sus actitudes son señales de una fantasía, o bien del miedo a que el embarazo tan deseado pueda contener la pérdida de la propia madre por haberse concretado la fantasía envidiosa de tener un hijo, y que a su vez la madre sea destruida.

      Otro aspecto señalado por Soifer (1971) es manifestado por síntomas como vómitos y náuseas que expresan el temor de no ser capaz de dar a luz y de criar un niño. Este temor se verá disipado o no al final del embarazo. Esta autora menciona ansiedades tales como:

      A) Ansiedades del 2º y 3º mes: los relatos de sueños de embarazadas, según dicha autora, permiten detectar la instalación de la placenta, y las ansiedades anteriormente descriptas se ven incrementadas, dando lugar a disfunciones como diarrea o constipación, llegando en casos extremos a situaciones de peligro de aborto.

      B)

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