El bebé prematuro y sus padres. Ana Lía Ruiz

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El bebé prematuro y sus padres - Ana Lía Ruiz Retardo Mental y Educación Especial

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Jenik, N. López, C. Garbaniati, y a todos aquellos médicos residentes, secretarias, becarios y puericultoras que de una forma u otra participaron en esta investigación.

      A las doctoras V. Cravedi y D. Rodríguez por su cooperación en el trabajo de campo y sus consejos, como así también a los diferentes integrantes del equipo de seguimiento de niños prematuros del Hospital Italiano de la ciudad de Buenos Aires, Lic. C. Martínez y Lic. L. Guzzetti.

      A todo el personal de enfermería del citado hospital, y en ellos agradezco a su jefa Lic. A. Leyton toda su ayuda, apoyo, agudas observaciones y comentarios que contribuyeron a la formulación de ciertos puntos desarrollados en este trabajo y a mi integración en una unidad de cuidados intensivos neonatales.

      Al Dr. L. Novali y Susana Diez por el tiempo dedicado a la lectura, corrección y consejos.

      Quiero expresar muy especialmente mi agradecimiento hacia las familias y bebes prematuros que me permitieron compartir tanto con ellos.

      Por último, a mi familia en cuyo seno fue gestada esta tesis, en especial a mi esposo Jorge por su apoyo emocional y el compartir nuestro tiempo con un tercero en discordia: “la tesis de doctorado” y a mis hijos Diego, Pablo, como así también a Cecilia, Carla y Noel, por su sostén afectivo e informático.

      Carta de un prematuro a sus padres

      A mis padres:

      Para todos soy un prematuro

      porque nací antes de tiempo.

      Prematuro, como si fuera algo malo...

      muchos me miran con aprensión,

      otros con pena y compasión

      y algunos hasta con curiosidad.

      Pero yo quisiera decirles

      a ustedes, mis padres

      que por favor me miren como a un hijo.

      No teman hacerlo.

      Nacer antes de tiempo no es culpa de

      nadie, y para querer y ser querido

      no se necesita ser grande.

      Es cierto que me falta ser más maduro,

      y hasta entonces necesito de los demás,

      especialmente de mis médicos

      y enfermeras. Pero a ustedes,

      mis padres, puedo verlos y sentirlos.

      Necesito mucho de vuestro cariño,

      como estoy seguro

      ustedes también del mío.

      ¿Por qué no pensar que somos

      afortunados por poder vernos antes?

      Es bueno nacer ya grande

      pero si igual estamos juntos

      no es malo pesar poco y ser prematuro.

      Ustedes son tal cual los imaginaba.

      Yo diría que quizás aun mejor,

      y cuando me miran y sonríen

      me están diciendo ...

      que lo mismo piensan de mí.

      A veces los veo apenados

      por no poder abrazarme y alzarme,

      sin embargo por mi pequeño tamaño

      una caricia de ustedes me colma de amor.

      Desde mi incubadora veo a todos inmensos,

      imponentes en sus uniformes.

      Pero cuando llegan ustedes

      sólo veo vuestros ojos,

      y cuando me miran

      me siento igual que antes

      cuándo no había nacido.

      Porque me siento protegido,

      protegido y por sobre todas las cosas: querido.

      No dejen de mirarme;

      yo más que los veo, los siento,

      y así estamos como antes,

      como siempre... juntos.

      Queridos padres: soy vuestro hijo,

      el mismo que ustedes concibieron;

      quizás no el que ustedes imaginaron

      cuando primero me vieron.

      Pero yo les doy una nueva oportunidad.

      Todas las oportunidades

      y tiempo que necesiten

      para reponerse del susto,

      para asumir los problemas que he provocado

      y para reorganizar nuestra casa,

      porque yo los quiero

      y se que USTEDES a MI.

      A. Miguel Larguía

      Introducción general

      A partir de las palabras del Dr. Larguía quisiera comenzar esta tesis que girará alrededor del nacimiento prematuro, del bebé y sus padres. Son palabras que reflejan de alguna manera aspectos que serán objeto de análisis y desarrollo teórico.

      El interés sobre los niños nacidos prematuros y sus padres surge de una práctica que he iniciado en el año 1990 como psicóloga en una Unidad de Cuidados Neonatales e integrante del equipo de seguimiento de niños nacidos prematuros de la División de Neonatología del Departamento de Pediatría del Hospital Italiano de la Ciudad de Buenos Aires.

      Dicho seguimiento, realizado por un equipo multidisciplinario, consistía en un acompañamiento a la familia y sus hijos desde el nacimiento.

      Por otra parte, la labor desarrollada desde 1972 como maestra de ciegos me permitió el acercamiento a las experiencias vividas por algunos padres y alumnos en las unidades de cuidado intensivo neonatal, quienes relataban situaciones muy dolorosas en relación a la separación del niño y los avatares vividos durante la internación, y agravada por el futuro incierto del niño. En aquel momento, la retinopatía del prematuro era una entidad médica

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