El bebé prematuro y sus padres. Ana Lía Ruiz
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5. Sentar las bases para un trabajo interdisciplinario en las UCIN, orientando al equipo médico y de enfermería, en relación a las necesidades psicológicas del RN prematuro y su familia.
Para ello hemos dividido esta obra en tres partes.
En la primera parte de esta obra se plantearán cuestiones ligadas al cuidado de los recién nacidos prematuros, se analizarán las diferentes concepciones acerca de tiempo de gestación, parto, nacimiento y recién nacido prematuro desde la antigüedad hasta la creación de las unidades de cuidado intensivo y su funcionamiento, ligado a lo tecnológico en la actualidad. Estos recorridos históricos permitirán un primer acercamiento a la problemática de la prematurez del niño y sus efectos en el vínculo con sus padres. Así se desarrollarán diferentes cuestiones teóricas que permitirán comprender la vulnerabilidad psicológica que trae aparejado un nacimiento antes de tiempo para el bebé y sus padres como sus efectos en la paternidad y representación del niño de mayor edad.
En la segunda parte se fundamentará la importancia de la creación de un espacio psicológico en las unidades de internación neonatal. Se describirán diferentes modalidades de intervenciones y se describirán distintos enfoques orientados al trabajo con el recién nacido prematuro, sus padres, entorno familiar y equipo de atención de la unidad de internación para fundamentar por último un abordaje transdisciplinario y multifactorial cuyos dispositivos terapéuticos darán lugar a un Programa de Intervención Psicológica basado en la hipótesis que el nacimiento prematuro interrumpe en los padres el proceso de anidación biopsíquica del futuro hijo, dando lugar a un suceso no esperado y produce una vivencia ligado a lo traumático y diferentes procesos de duelos que deberán atravesar. Se analizarán los momentos que atraviesa el recién nacido prematuro en relación a su maduración y vínculo con sus padres, y se plantearán objetivos y estrategias de intervención ejemplificadas con relatos clínicos.
En la tercera parte se desarrollará el trabajo de investigación llevado a cabo con una muestra de 60 recién nacidos prematuros con peso < 1500g. y sus padres. Los objetivos de la misma se centraron en conocer la influencia del Programa de Intervención Psicológica, evaluando el nivel de estrés y depresión materna.
Por último, en la cuarta parte se realizará una síntesis de lo planteado a lo largo de esta obra subrayándose los esfuerzos que desde el psíquico deben realizar tanto los niños nacidos prematuros como sus padres y entorno familiar señalando la necesidad de un espacio para lo psicológico en las unidades de internación neonatal.
Capítulo I
El cuidado de recién nacidos prematuros
1.1 Introducción
Para comenzar ese trabajo, resulta preciso analizar primeramente las diferentes concepciones acerca de tiempo de gestación, parto, nacimiento y del recién nacido prematuro desde la antigüedad hasta la creación de las unidades de cuidado intensivo así como su funcionamiento, ligado a lo tecnológico en la actualidad. Estos recorridos históricos permitirán un primer acercamiento a la problemática de la prematurez del niño y los cuidados especiales que requiere en función de su edad gestacional, peso, complicaciones somáticas, etc. La confluencia de diversos factores biológicos, genéticos, médicos y psicosociales, determinan la cualidad “multifactorial” del nacimiento prematuro.
El recorrido de diferentes investigaciones que exploran los factores obstétricos y psicosociales que incrementan la amenaza de parto prematuro, o prematurez, permitirán integrar diferentes puntos de vista ligados tanto al recién nacido como a su madre.
1.2 Perspectivas históricas en el cuidado de los recién nacidos prematuros
Hipócrates (citado por Gélis, 1983) reconoce que los recién nacidos ya están constituídos en todas sus partes a los 7 meses de gestación, que es cuando se produce la rotación o versión interna del feto ubicandose cabeza abajo en el canal del parto, y sostiene que si el parto se produce en esos momentos el bebé no corre riesgo de morir, pero a su vez aclara que para realizar esta rotación el bebé en gestación necesita tanta fuerza que se agota y debilita, debiendo esperar un mes para recuperar un cierto vigor y poder contar con fuerzas como para nacer en un tiempo justo.
Si el parto se produjera posteriormente a la rotación, o sea a los 8 meses de gestación, el bebé no contaría con las fuerzas suficientes para sobrevivir, ya que el octavo mes es empleado, según Hipócrates para recuperarse y prepararse para su nacimiento. En consecuencia, si la matriz se estremece o se sacude violentamente por los movimientos realizados por el feto a los 7 meses, y nace a los 8 meses de gestación, la posibilidad de sobrevivir sería escasa debido a la debilidad del organismo.
Esta idea de que el nacimiento es más propicio a los 7 meses de gestación ya había sido planteada por los griegos cuando se relatan los nacimientos de Apolo y Dionisio, que se produjeron a los 7 meses de embarazo (Gélis, 1983: 107). Otra opinión semejante la planteaban Las leyes Hebraicas, que establecían que los nacidos a los 8 meses de edad gestacional (como opuesto a los 7 y 9 meses) no alcanzaban el reconocimiento legal de su nacimiento hasta que el individuo cumpliera los 30 años (Harrison, 1946).
Esta presunción acerca de la fragilidad y vulnerabilidad de aquellas personas nacidas a los 8 meses de edad gestacional puede encontrarse aún en nuestros días.
La antigua medicina y la prematurez: la naturaleza decide
Según el historiador Jacques Gélis (1983), la mayoría de los manuales de ginecología de los siglos XVII y XVIII consideran que el niño puede nacer entre los 7 y los 11 meses de embarazo.
Françoise Mauriceau en su Traité des maladies des femmes grosses et accouchées publicado en 1668, considera que la fecha de la concepción debe ser calculada a partir del último día de la menstruación de las mujeres, y aclara que es el momento justo “cuando ha cesado por completo el color”; determinando la duración de la gestación entre 7 meses y 9 días a 11 meses y 10 días (citado por Gélis, 1983:106).
Por otra parte, oponiéndose a las ideas de Hipócrates, Mauriceau (1668, citado por Gélis,1983) plantea que el recién nacido puede sobrevivir fuera del útero solamente pasados los 7 meses de gestación, y aclara que los que lo hacen a los 8 meses tienen más fuerza para sobrevivir, y expresa la opinión general de que no hay “una fecha fija de término del embarazo; la naturaleza decide, ella solo elige el momento para liberarse de una fuerza que la oprime” (Mauriceau, 1668, citado por Gélis, 1983: 107)
En los siglos anteriormente mencionados, muchos nacimientos eran considerados prematuros, ya que las madres no sabían con precisión la fecha de concepción porque ellas se guiaban por sus propios cálculos, tomando como referencia el mes lunar, que es más corto. Esto traía cierta confusión en relación a la fecha establecida por los médicos, quienes se basaban en meses de 30 días. En esa época, la atención de un nacimiento prematuro o tardío podía plantear ciertas confusiones; por ejemplo, comprometer el honor de una familia o perturbar una sucesión.
Los juristas franceses, por ejemplo, necesitaban conocer con precisión el tiempo fijo de la concepción. Uno de ellos, Nicolás Venette sostenía, en 1686 (citado por Gélis, 1983), que un niño ilegítimo no podía participar en el reparto del patrimonio de una herencia.
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