Nosotros sobre las estrellas. Sarah Mey
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A mis padres
Capítulo 1
JAMES
El día de hoy me resulta terriblemente aburrido. Y para qué mentir, también temible. He de ir a una boda, y odio las bodas. Por suerte, pude escapar del ensayo esta mañana, pero ya no hay salida. En unas horas he de estar en una celebración rodeado de gente que, aunque conozco, no me apetece ver. Me miro las manos y aprieto los puños hasta que los nudillos se me ponen blancos.
Estoy seguro de que mi hermano Mike está cometiendo un error. No me gusta esa chica para él y, por primera vez en mucho tiempo, aunque no me hayan dicho nada, estoy convencido de que mis padres están de acuerdo conmigo. No me malinterpretéis, no es que Jessica sea mala persona, es solo que es una exagerada a la que le encanta ser el centro de atención. Por lo que sé, su familia también es adinerada como la nuestra. Tienen una mansión enorme en las afueras y presumen de tener diversos y lujosos domicilios en lugares tan turísticos como París, Milán, El Cairo, Río de Janeiro, Grecia, Roma…
Ningún sitio al que no pueda ir con mi avión privado en unas horas. Al menos me consuela saber que Jessica no se casa con mi hermano por dinero. Aunque el motivo por el que en un principio creí que lo hacía me resulta aún peor que ese. Y la parte más rastrera de mí sigue creyéndolo.
Me tomo unos momentos para centrarme en disfrutar del lugar donde estoy. Una suave brisa mueve mi cabello oscuro con suavidad. Lo mantiene en el aire como si fuese una fina hoja, y luego lo deja caer de golpe. Suspiro y siento el duro banco debajo de mí. Estoy sentado en un parque y observo un gran lago donde los niños y los ancianos alimentan a los patos. Muchos de ellos de color blanco. Como mi color favorito.
Me quedo mirando una pluma que cae en el agua. Dibuja unas pequeñas hondas durante un instante sobre la superficie casi transparente. Cierro los ojos. Si me centro en este momento el día no parece tan horrible como va a serlo. El cielo brilla y me da directo en la cara. Noto cómo mi piel se calienta y disfruto de la agradable sensación. Llevo unas gafas de sol que hacen que no tenga que entrecerrar los ojos, una camisa de lino y unos pantalones en marrón claro a juego con unos zapatos del mismo color, pero un poco más oscuro.
Ya casi es la hora del almuerzo y siento cómo mi estómago se queja. Dudo entre ir a almorzar a algún restaurante cercano o volver a mi casa y comer algo allí. El hecho de que vaya a tener que estar obligado a ver a toda mi familia y soportar a demasiados invitados para mi gusto hace que me decante por ir a algún restaurante cercano. Es la primera vez que vengo a este lugar. Esta mañana me apetecía conducir y he estado al menos tres horas en la carretera. Supongo que mientras conduzco y escucho música mi mente es capaz de evadirse y de centrarse solo en lo que estoy haciendo. No suelo correr. No me van esas gilipolleces. No obstante, hoy he ido más rápido de lo que debería y eso me ha hecho olvidar por unos segundos la desagradable sensación que me araña por dentro. Que se cuela en mi interior como un monstruo y que me cuenta verdades inevitables al oído. Jessica no es buena para mi hermano. No después de lo que pasó entre nosotros. Esto es una mierda. Me meto las manos en los bolsillos. Sí, esto está fatal, y aun así quiero que salga