Representación gráfica de espacios y territorios. Ruth Zárate

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Representación gráfica de espacios y territorios - Ruth Zárate

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otras características de los objetos representados. El principal problema en la cartografía es que no es posible proyectar/transformar, sin distorsiones, una superficie esférica o elipsoidal sobre un plano. Solo un globo esférico o con forma elipsoidal puede representar las características de la Tierra redonda o de un cuerpo celeste tal y como son (Miljenko Lapaine y E. Lynn Usery, 2017).

      Introducción

      Según Kuhn (2004), los paradigmas son «realizaciones científicas universalmente reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidad científica» (p. 13). Al considerarse el paradigma como un enfoque de la realidad, si este cambia, por ende, el mundo del conocimiento se transforma; así evoluciona la ciencia, se consolida una nueva visión cuando la comunidad académica logra consensos, es decir, cuando comparte teorías, genera métodos afines y soluciona problemáticas de manera similar. En ese momento, debido a una acumulación de conocimientos, la ciencia busca aceptación social y legitimación. La llegada de un nuevo modelo genera, en principio, resistencias en los académicos. De tal manera, al enfrentarse dos modelos, se presentan nociones y explicaciones distintas de un mismo fenómeno, es decir, dos visiones del mundo social o natural. Al demostrarse los vacíos del modelo antiguo, se impone el nuevo como consecuencia de esta revolución científico-académica llamada paradigma (Kuhn, 2004).

      Con el paso del tiempo, se generaron diferentes visiones del mundo, del espacio y del entorno de los seres humanos. Estas perspectivas han sido graficadas a través de mapas, los cuales fungen como representaciones del espacio. Algunos momentos coyunturales marcaron modelos que perduraron en el tiempo, lucharon por su supremacía ante otras formas de concebir el espacio y lograron formar parte de nuevos conocimientos presentados por filósofos, exploradores o la comunidad académica. Así mismo, la preponderancia del uso del método cuantitativo o cualitativo en una investigación puede hacer parte de la tensión entre paradigmas, dado que se pretende legitimar una u otra disposición de observar, describir y analizar fenómenos en aras de crear conocimiento.

      Estos debates en las ciencias humanas y sociales son producto de la comprensión del espacio, la concepción del territorio y de la identificación de los pobladores con los lugares. Por lo tanto, se quiere presentar someramente la creación de herramientas como los mapas, que fueron necesarios para que los seres humanos conocieran su entorno acorde con los contextos históricos.

      En ese sentido, el presente capítulo, «Entre lo tradicional y lo nuevo: el cambio de paradigmas», se ha estructurado en dos partes. El primer subcapítulo, «La concepción del espacio: la cartografía desde una mirada tradicional», evidencia algunos mapas antiguos, producto de las representaciones mentales de culturas antiguas. Asimismo, se muestra el conocimiento del espacio por los griegos, quienes desarrollaron la geometría, la astronomía, la geografía y también definieron la cartografía. El espacio estuvo ligado a la comprensión de la Tierra como centro en el sistema planetario. La teoría geocéntrica fue el modelo de las concepciones tradicionales de la filosofía de la ciencia hasta la revolución copernicana. Si bien fue una era de avances geográficos y cartográficos, el paradigma copernicano afectó el desarrollo del conocimiento en todos los campos. A esto se le sumó una coyuntura de exploraciones y conquistas de nuevas tierras impulsadas por europeos, lo que hizo posible el desencadenamiento de evoluciones cartográficas. También se mostraron algunos avances cartográficos de otras culturas consideradas periféricas por los europeos.

      En el siglo XIX se institucionalizaron la geografía y la cartografía, y se reconoció el territorio como concepto. La representación del espacio hizo parte principalmente de la construcción de mapas originados por el surgimiento de los Estados nacionales. Además, existió un objetivo imperial y nacionalista de explicar las características territoriales, su composición histórica, la concepción de las regiones y las fronteras de delimitación de los países. Todo se realizó con una mirada elitista, en la que no hubo posibilidades para que sectores medios y bajos de la sociedad participaran en la representación gráfica del mundo.

      Si bien desde corrientes contracapitalistas —como era el marxismo tradicional— hubo críticas, estas no encontraron el impulso necesario para desarrollar conocimiento geográfico y cartográfico diferente al promocionado por los seguidores de los principales centros académicos de las escuelas geográficas europeas. Por ejemplo, otras escuelas, como la hermenéutica, realizaron una crítica a la filosofía positivista, pero sus bases conceptuales no influyeron del todo la geografía de la época, y por ello no se logró cambiar el paradigma positivista.

      En contrapartida, otra ciencia renovada fue la geografía radical. Solo hasta el periodo comprendido entre los años setenta y ochenta del siglo XX, como parte de una lucha política y académica expuesta en varios lugares, el marxismo retomó fuerza y permeó los nuevos estudios del urbanismo, del desarrollo territorial y del espacio. La Guerra Fría estaba en su punto candente y los movimientos sociales en el mundo protestaban por la utilización de los seres humanos para fines bélicos y netamente económicos. La economía en función de los mercados libres y no de los pueblos se encaminó hacia el neoliberalismo y la globalización. En este contexto, surgen corrientes en investigación, que buscan dar una participación efectiva a las comunidades marginales en la creación del saber y por ende en la representación del mundo, imaginado tiempo atrás por académicos que servían a intereses particulares. Si bien las nuevas corrientes de la geografía y cartografía radical no consintieron del todo la participación de estos sectores sociales en la representación gráfica de los lugares, sí contribuyeron a la comprensión del espacio y de la construcción de los mapas como parte de una estructura del poder elitista tradicional que contribuía a generar exclusión e injusticia social. Por otro lado, los novísimos estudios, por la década de 1980, vincularon el estudio del espacio con fines ecológicos para los seres humanos y el medio ambiente, es decir, una ciencia preocupada por el medio ambiente y las nuevas concepciones de comprensión de los entornos de los seres vivos.

      En síntesis, el primer capítulo expone al lector el reconocimiento de la trascendencia histórica de corrientes de pensamiento preocupadas por explicar el mundo, comprender el espacio, reconocer intereses en la elaboración de mapas y la aparición de nuevos paradigmas. Así, mostrar la participación de distintos poderes para diseñar cartografías, implementar un conocimiento preciso del espacio, hacer parte de una ideología, mover intereses económico-políticos o estar al servicio de las realidades vividas por sociedades y comunidades oprimidas y marginadas. Este último propósito haría parte de un nuevo paradigma que debiera edificarse alrededor de la cartografía social no solo como metodología, sino como enfoque-método y área de conocimiento espacial.

      Concepción del espacio: la cartografía desde una mirada tradicional

      La preocupación por la compresión del espacio ha sido un aliciente para que los seres humanos observen, describan y analicen el mundo que los rodea. La representación gráfica del entorno contribuye a la definición de la relación de las personas con el espacio físico.

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