Representación gráfica de espacios y territorios. Ruth Zárate

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Representación gráfica de espacios y territorios - Ruth Zárate

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como mapas, diagramas, cartogramas, sino que trasciende el uso del vocabulario no científico para adoptar una terminología especializada (Instituto Geográfico Agustín Codazzi-IGAC, 1998).

      En este sentido, a través de la geografía como estudio del espacio organizado por la sociedad y de la cartografía como su representación gráfica, el ser humano entiende el mundo, lo simboliza y lo valoriza, lo que le permite crear imaginarios a lo largo del tiempo. No obstante, en la comprensión del espacio geográfico, han predominado los intereses de quienes han ostentado la riqueza o el poder político. Las altas esferas de la sociedad han definido las representaciones de territorios y lugares en los mapas, y han explicado relaciones sociales, hábitats y trayectos transitados; en general, han creado la imagen del mundo conocido y también desconocido para mayorías y minorías de diversas culturas.

      De esta manera, las sociedades han estado condicionadas por ideas dominantes en diferentes épocas, sin lugar a contraponerlas; más bien las han aceptado como verdades reveladas. En este caso, se quiere dar un breve repaso de cada época en la que se fueron desarrollando conocimientos espaciales, geográficos y cartográficos hasta la misma revolución paradigmática de los estudios tradicionales. Así, en la contemporaneidad, las mayorías marginales y quienes han asumido en la historia actitudes pasivas en cuanto al reconocimiento del mundo, su descripción y transformación, pueden participar en la redefinición de los textos gráficos, mediante la creación de mapas con la cartografía social. Una nueva visión de los entornos para conocer y representar en aras de resignificar y cambiar el mundo socialmente edificado con el tradicionalismo científico.

      En este subcapítulo se procura explicar el progreso de la cartografía como materia de sustento de la geografía, desde la Antigüedad hasta la Segunda Guerra Mundial. El impulso de la epistemología se presentó con la confrontación entre paradigmas que legitimaban unas concepciones y unos ideales del mundo. Resulta trascendental saber cómo la sociedad occidental fundamentó el conocimiento tradicional sobre el espacio, el territorio y la relación entre seres humanos y entorno, lo que valió cimentar estudios geográficos y cartográficos. La evolución epistemológica de los estudios espaciales y territoriales admite comprender los contextos sociopolíticos que marcan a pensadores de cada época para generar conocimiento. De tal manera, mediante la representación gráfica del espacio, se ha pretendido entender la realidad y proyectar los ideales políticos, económicos, sociales y culturales de cada época, es decir, su historia.

      Espacio y mapas desde tiempos antiguos

      A través del tiempo, el ser humano ha necesitado ubicarse, orientarse, movilizarse, crear y recrear su espacio. De tal manera, el primer mapa que hace parte del conocimiento del hombre es mental. Se trata de una imagen formada por la concepción cognitiva de los sujetos en cuanto al mundo social y natural. Este se dio a partir del hombre primitivo, antes de que existiera cualquier pictograma de los territorios habitados o recurridos. Las nociones elementales de supervivencia como la vivienda, la alimentación, el abrigo y el refugio permitieron a los primeros humanos transmitir sus conocimientos (Mora y Jaramillo, 2004).

      La relación entre emisor, mensaje y receptor ha resultado escenificada en la producción que hacen los sujetos de imágenes y la trasmisión de estas mediante códigos, símbolos, señales y otras formas de lenguaje. Así, los mapas facilitan este proceso de comunicación primitivo, al transmitir visualmente la información y dejar el legado para futuras generaciones. Por tal razón, los mapas como medios informativos tienden a legitimar la realidad, a pesar de sus distorsiones. Se legitima al querer presentar una idea propia del espacio y el territorio para buscar la aceptación política y social. En ese sentido, al proyectar particulares formas de comprensión de la realidad, quienes realizan mapas condicionan sus representaciones de manera que, según la perspectiva adoptada, la gráfica será deformada. Así, las cartografías son herramientas del saber-poder, son parte de la construcción espacio-temporal de las sociedades futuras.

      En comunidades primitivas, se escenificó la percepción del espacio con dibujos y gráficas. En varios lugares, los mapas fueron anteriores a la escritura y a las matemáticas. En 1963, en una excavación arqueológica en la antigua Çatal Höyük (actual Turquía), de seis mil años antes de nuestra era (a. n. e.), se encontró un mapa que al parecer representa un poblado neolítico donde se trazan las calles y las viviendas del lugar. Su estructura tenía cierta correspondencia con algunos trazados de mapas modernos, pero al estar dibujado dentro de un santuario, científicos contemporáneos contextualizaron su creación de manera religiosa, lo que redujo su trascendencia política (Harley, 1991).

      Entre los pueblos sin escritura se destaca el mapa de Bedolina, al norte de la actual Italia, como ejemplo de cartografía prehistórica. Este mapa de un antiguo asentamiento humano fue grabado en varias fases a lo largo de la Edad de Bronce y la Edad de Hierro (Thrower, 2002). Asimismo, otros gráficos pertenecientes al arte rupestre encontrados en áreas de África, Asia y Europa se incluyeron en estudios de las ciencias sociales (Harley, 1991).

      Figura 1. Mapa de Bedolina.

      Fuente: Historia de la planimetría (18/4/2014). Recuperado de http://www.rcg.cat/articles.php?id=316

      Esta división entre lo aceptado y lo no aceptado ha sido parte del debate de las ciencias en toda la historia. El establecimiento de diferentes paradigmas ha marcado la epistemología del espacio terrestre en medio de contextos históricos, políticos, económicos y culturales que modifican los imaginarios de cada época, además llevan a crear y reproducir las ideas dominantes en la sociedad. La imaginación posibilitó graficar el mundo y esto se realizó en varias culturas. Antes de que los griegos consideraran a la tierra esférica (siglo VI a. n. e.), los aztecas creían en un mundo compuesto de cinco cuadriláteros, los incas imaginaban el mundo como una caja y los egipcios y chinos pensaban que el planeta tenía forma de huevo (Delano-Smith, 1991).

      En la Antigüedad, el espacio se concebía como la distancia entre dos puntos recorridos en unidades de tiempo, donde incidían los medios para moverse y la naturaleza del lugar (García, 2008). Desde Grecia, Euclides (siglo III a. n. e.), considerado el padre de la geometría, desarrolló nociones espaciales como la distancia euclídea. Sus observaciones estaban emparentadas con concepciones platónicas y pitagóricas, es decir, con el estudio cuantitativo del espacio (Valles, 1999). Hasta entrado el siglo XIX, la geografía fue una disciplina orientada a las ciencias físico-matemáticas.

      Entre los componentes de la geografía antigua, se consideraba a la cosmología, que trata sobre el origen y el funcionamiento del cosmos, en relación con la mitología griega. Por tal razón, a partir del avance de la cosmogonía, se dio el nacimiento de la astronomía. Esta disciplina comprendió la dinámica de movimiento de los astros, en la cual se destaca la descripción de Hiparco de Nicea en el siglo II a. n. e. La geografía astronómica ligada a la matemática nació de explicar a la Tierra como astro, en cuanto a su forma, tamaño y movimientos. Además de una correspondencia con la representación gráfica de la Tierra, es decir, con la cartografía (Vila, 1982).

      Los mapas en la Antigüedad reconocieron la trascendencia del sujeto dentro del plano que se quería proyectar. De igual manera, se graficaban los territorios y los lugares en relación con los centros de poder como lo era Grecia. Así, para los griegos, el territorio se refería a los espacios conquistados por cuenta del orden militar y político donde regía la polis. Anaximandro, desde el siglo VI a. n. e., ya había trazado una gráfica de la realidad que tenía como centro el mar Egeo y alrededor de él se encontraba el mundo conocido, y se privilegiaba a Grecia por encima de otros lugares (Montoya, 2007). Según De Souza (1991), la construcción de mapas se lleva a cabo con la creación de un centro que resulta fundamental para la comprensión de la dinámica espacial de las sociedades. La relación centro-periferia escenifica la valoración de unos lugares por encima de otros. Esta situación se plantea por razones técnicas, ideológicas y políticas, que dan preeminencia para

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