Representación gráfica de espacios y territorios. Ruth Zárate

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Representación gráfica de espacios y territorios - Ruth Zárate

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(1755), que graficó lo dominios británicos y terrestres de las colonias, y de Lambert (siglo XVIII), por las innovaciones en las proyecciones cartográficas (Capdevila, 2002b).

      El razonamiento y la Ilustración fueron el combustible para que se diera la Revolución francesa, tiempo de cambios políticos que transformaron el mundo. En este momento la estructura monárquica cayó o quedó como parte de una representación histórica que le dio paso a las repúblicas liberales. Ilustrados como Hegel y Kant piensan la historia del mundo como teleológica, con el futuro de la sociedad a través de la razón y el progreso. Así mismo, el espacio y el territorio fueron definidos como parte de la edificación de un nuevo mundo que se avecinaba, donde territorios y fronteras fueron demarcadas para el control y orden, es decir, el poder de los Estados-nación.

      Nacionalismo e imperialismo en lo político y positivismo en lo científico

      Para el siglo XIX las revoluciones burguesas en Europa produjeron el desarrollo industrial, y el nacionalismo impulsó la creación de los Estados modernos e intervino en el conocimiento científico. Asimismo, se dio una tendencia a consolidar el saber generado en las ciencias sociales por medio del paradigma positivista. Según Mardones (1991), el origen del positivismo se presentó a partir del nacimiento de la burguesía embrionaria en los siglos XIII y XIV, pues a partir de entonces se da un gusto por lo secular, útil y concreto, en definitiva, por lo pragmático; en el lenguaje popular se decía «ir a lo positivo». No obstante, este inicio de su consolidación se dio en el siglo XIX, época en la que autores como Auguste Comte y John Stuart Mill, entre otros, dictaminaron que el conocimiento es verdadero solo cuando es científico, es decir, cuando es comprobable, verificable mediante la experiencia y la aplicación de leyes que certifiquen tal certeza.

      Por otra parte, el evolucionismo de Lamarck y Darwin hizo parte de la geografía como ciencia de la naturaleza, del ser humano y del espacio. Su basamento conceptual se sustentaba en concebir las condiciones ambientales para la conformación de las especies y la adaptación al medio.

      El impulso de las ciencias en Alemania se presentó en dos dinámicas: La primera consiste en la necesidad de conocimiento que fortaleció la academia con el robustecimiento del espíritu germánico exacerbado a partir de la invasión napoleónica. Y la segunda hace referencia al origen de la institucionalización de la geografía moderna que se dio en los principados germánicos, así como en Austria y Prusia. La unificación alemana fue un objetivo primordial en la búsqueda de equiparar fuerzas con Inglaterra y Francia y en el fortalecimiento industrial-territorial (Álvarez, 2000).

      Como parte del anterior contexto histórico, Alexander Von Humboldt y Carl Ritter fueron los pioneros de la geografía científica. Estos intelectuales reflexionaron la naturaleza como unidad armónica con un orden natural que regía las cosas. Von Humboldt, considerado el padre de la geografía moderna, estudió la distribución de los seres vivos sobre la superficie terrestre. El positivismo lo llevó a definir la física del globo, donde complementaba conocimientos de geografía con la historia natural (Capel, 1977). Su impacto sirvió para los adelantos de la geografía física que tuvo una consolidación científica en el último tercio del siglo XIX (Capel, 1981). Igualmente, Von Humboldt representó varios de sus estudios geográficos mediante mapas en los que mejoró y expandió el lenguaje cartográfico (Capdevila, 2002 b). En América, fue reconocido por levantar mapas de la cuenca del Orinoco y del Amazonas, y por sus exploraciones en los Andes y en el Virreinato de la Nueva España (México), que sirvieron para la representación de los espacios en el continente (Thrower, 1991).

      Por su parte, Ritter explicó la presencia de los seres humanos en la superficie terrestre, así como las relaciones entre el sustrato natural y el hombre, a partir de la comprensión del espacio como el teatro de la actividad humana (Luna, 2010). Este académico reprodujo su educación mediante las clases que impartió en Fráncfort sobre geografía complementada con historia. Consideraba que la tierra y los habitantes tenían relaciones y dimensiones que no podían estudiarse de forma separada: el territorio actuaba sobre los habitantes y los habitantes actuaban sobre el territorio. No estaba de acuerdo con la definición simplista de la geografía como descripción de la tierra; por el contrario, indicó que la geografía como ciencia comprendía a la tierra como unidad, así como las explicaciones del planeta en sus características, fenómenos y relaciones. Este autor concibió en los seres humanos cambios determinados por el espacio físico y ambiental; además, consideró a la historia determinada por fines providenciales (Capel, 1981). Al interesarse principalmente por la educación geográfica, creó y publicó mapas principalmente con este fin (Capdevila, 2002b).

      La preocupación por el espacio en función de la industrialización implicó avances en el reconocimiento de minerales, nuevas vías terrestres y marítimas, lo que significó, aparte de la división entre geografía e historia, que aparecieran múltiples ramas. Así surgieron disciplinas geográficas ocupadas en temas como las dimensiones terrestres (geodesia), los fenómenos atmosféricos (climatología y la meteorología), cuerpos de agua (oceanografía e hidrología) y la superficie terrestre (geología). En Alemania se vivió un resplandor de la enseñanza de la geografía en las escuelas y en las cátedras universitarias. Este desarrollo interno por la formación pedagógica geográfica trajo consigo una eclosión de editoriales que destacaron la producción de manuales escolares, atlas y todo tipo de cartografías (Capel, 1981). Otras potencias europeas como Francia, Inglaterra e Italia imitaron el avance geográfico alemán, mediante la presentación en Europa de un importante avance cartográfico, al reconocer el territorio nacional y estudiar, a través de viajes exploratorios, los territorios de otros continentes. En un contexto donde los países europeos buscaban la colonización de Asia y África, los Estados proveyeron garantías institucionales para generar progresos cartográficos, geográficos, botánicos, etnográficos, entre otros, lo cual permitió que el poder de las potencias occidentales aumentara (Capel, 1981).

      El determinismo de Ritter contribuyó para que los estudiosos del espacio como Richthofen se decantaran por la concepción más causalista de los fenómenos naturales, lo que posibilitaba empíricamente que fueran observados mediante la geografía física. Al precisar el objeto de la geografía se afirmó el carácter científico de su materia de estudio, se le dio preponderancia a la física y a la geometría, mientras que se rechazaron los procesos humanísticos e históricos. Así, Richthofen estudió la geografía con un carácter de geomorfología, y quedó casi como un apéndice de la geología u otras ciencias naturales.

      La geografía quedó a la deriva, sin definir un objeto de estudio. Solo a través de Friedrich Ratzel, perteneciente a la escuela alemana, tomó rumbo al preocuparse por las actividades que realizaban los hombres y no solo por el espacio físico. Por lo tanto, la geografía basó su progreso científico en la relación del ser humano con la naturaleza, relación concebida como una ciencia humana (Buzai, 2003). Ratzel desarrolló la antropogeografía mediante la orientación de la geografía hacia las ciencias humanas, lo que llevó una vez más a observar el dualismo que se presentó en esta área del conocimiento procedente de la geografía desde la Antigüedad. La escuela alemana y francesa le dieron una solución coyuntural a este dilema de encontrar una unificación en los estudios geográficos y así orientaron sus estudios hacia la geografía regional y de paisaje (Capel, 1981).

      La división en la Antigüedad hasta la Edad Contemporánea ha permeado los estudios del espacio, ya sea debido al carácter geométrico, matemático, cuantitativo y causalista de los fenómenos que ocurren allí, o por la visión humanista, cualitativa y teleológica de los mismos. La cartografía social podría originarse en la segunda concepción teniendo en cuenta a la geografía humana y su impulso en los paradigmas tradicionales que no posibilitaron que el espacio fuera entendido desde las clases bajas o marginales. La geografía humana concibió la evolución y el cambio histórico de las sociedades en la superficie terrestre donde se desarrollaron los eventos con una razón instrumental y elitista.

      Esta visión afectó la cartografía y la geografía decimonónica. Las investigaciones tanto en geografía como en otras

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