Representación gráfica de espacios y territorios. Ruth Zárate

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Representación gráfica de espacios y territorios - Ruth Zárate

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allá de su precisión, el contexto de los cartógrafos de la época era impulsado por el interés de conocer el mundo. Es decir, el hecho de conquistar nuevas tierras y nuevos pueblos como idea universal también tiene un componente ideológico que es subjetivo y que se implementa como medida de colonización, conquista y civilización de los pueblos periféricos. El principio de universalidad tiene un factor imperialista y de consolidación de la visión del mundo occidental. El centro étnico prevalece transformándose en universal, perspectiva que llevó a considerar como incivilizadas, poco racionales y supersticiosas las visiones que no encajaban en esta forma de ver y entender el mundo. Por eso, otras alternativas como la cartografía radical y la cartografía social le dieron prevalencia a la crítica, a lo cualitativo, a la participación o al subjetivismo, es decir, a las visiones particulares que contrastan con la visión totalizante del mundo que quiere implementarse desde la geografía tradicional, con lo que se pretendía establecer un nuevo paradigma de conocimiento espacial como lo fueron los nuevos estudios geográficos y cartográficos a mediados del siglo XX.

      Las nuevas concepciones del espacio

      Luego de las dos guerras mundiales (1914-1945), el mundo tuvo una transformación a partir de los desastres dejados por ambas guerras. Muertes, pobreza, desplazamientos forzados y destrucción de infraestructuras eran el resultado del imperialismo que tuvo auge a partir del siglo XIX. La industrialización, los nacionalismos y los colonialismos se consolidaron en Europa, Estados Unidos y Japón, Estados-nación con riquezas materiales y poderosas estructuras militares que definieron la guerra. La academia y la ciencia, con o sin intención, habían contribuido a estructurar un mundo donde el poder y la dominación se podían ejercer a través de armas cada vez más destructivas.

      Disciplinas como la cartografía y la geografía sirvieron para precisar regiones, delimitar territorios, establecer rutas comerciales y fortalecer identidades nacionales; también fueron utilizadas como instrumentos de conocimiento para la guerra. De igual modo, el factor económico era fundamental para crear relaciones sociales supeditadas al capital y en las que el gran capital dominaba las políticas de Estado. El signo de los tiempos cambiaba para los países participantes en el conflicto, los cuales —salvo Estados Unidos— estaban devastados. El resto del mundo, África, Latinoamérica y parte de Asia, seguían contando con pueblos sumidos en la pobreza, la marginalidad y la exclusión social. Es decir, en el periodo de las grandes guerras y varios años después, se incrementó el número de seres humanos en la miseria, sumado esto a los ejércitos de trabajadores empobrecidos que laboraban en las industrias y a las corrientes de campesinos que migraron constantemente del campo a las ciudades. Millones de personas sufrieron los avatares de los tiempos, lo que llevó a académicos, científicos e intelectuales a preocuparse por el presente y el futuro poco halagüeño que le deparaba a la humanidad. La burguesía intelectual que había creído en el progreso y la razón no tuvo del todo claro cuál era el rumbo que debía seguir la historia. No obstante esta demostración de escuelas como la de Fráncfort, el instrumentalismo y el interés industrial siguió en marcha, lo que llevó a que estudios espaciales sirvieran para implementar estrategias militares, políticas nacionalistas y políticas económicas en favor de grandes capitales.

      La nueva geografía hacía parte de estos cambios generados por la guerra en tiempos en los que se marcaba la división capitalista y socialista del mundo. Las nuevas corrientes de conocimiento se plantearon en dos polos: uno cuantitativo y uno cualitativo, que a su vez cada uno tuvo alternativas que precisaron los estudiosos del espacio según su ideología o formas de concebir el mundo. La nueva geografía se enmarcó en el neopositivismo, mientras que la geografía radical fue considerada antipositivista. Epistemológicamente, esto planteó debates al comprender paradigmas de estudios espaciales opuestos que buscaban, por un lado, la legitimación del statu quo y, por otro, la transformación de las estructuras del mundo capitalista. A través de este subcapítulo se pretende conocer ambas corrientes (cuantitativa y radical), con el fin de entender modelos antagónicos para comprender el orden espacial contemporáneo.

      La nueva cartografía y la nueva geografía: métodos cuantitativos

      El concepto de nueva geografía aparece repetidamente en diversos contextos desde el mismo siglo XIX, cuando los estudios se alejaban de la geografía puramente descriptiva. A partir de allí y con el surgimiento de otras corrientes como la del último tercio del siglo XIX, las renovaciones han causado cambios paradigmáticos a la ciencia geográfica. La legitimación de nuevos paradigmas hace parte de la crisis generada en las teorías de conocimiento y en los contextos históricos de determinadas épocas. La crisis en las ciencias posibilitó el surgimiento de nuevos métodos y nuevos avances científicos que lograron llenar los vacíos que reafirmaban la crisis. Según Piaget (citado por Capel, 1981), es una crisis que no se sustenta exclusivamente por la construcción teórica o metodológica que forman las disciplinas del conocimiento, sino en el desarrollo mismo de la historia de cada época, representado en crisis políticas, económicas, sociales y culturales. Así nacen los nuevos paradigmas que a través de la historia han transformado la epistemología del espacio y el conocimiento de la superficie terrestre.

      En geografía y astronomía, las ideas de Tolomeo y de Copérnico fueron paradigmáticas en su momento. Asimismo, en cartografía, los viajes exploratorios de los siglos XV y XVI superaron la crisis de estancamiento del conocimiento espacial en el medioevo. Otro paradigma como fue el conocimiento del mundo terrestre hizo parte de una nueva era en la construcción de los mapas. De igual manera, la física newtoniana transformó la visión del mundo e influyó en el saber geográfico del siglo XVIII. Las revoluciones burguesas y las crisis concebidas en el poder monárquico lograron cimentar nuevas ideas y modelos en las ciencias en las que el positivismo señaló el camino de lo que debía ser considerado como racional y científico. Esta geografía y cartografía del siglo XIX estuvo sustentada bajo el nacionalismo y el poder imperial. La geografía de Ritter y la geografía de Vidal de La Blache también fueron consideradas en su momento nuevas geografías (Capel, 1981).

      Por otra parte, en la segunda mitad del siglo XX, los estudios geográficos y cartográficos dieron un viraje hacia la necesidad de tener en cuenta las poblaciones. Se investigó sobre las realidades de minorías y mayorías, así la historia ya no era una exclusividad de las élites, sino que pertenecía a todos. De esta manera, también surgieron estudios interdisciplinarios que lograron tener miradas holísticas de fenómenos sociales como la pobreza, la guerra, el hambre, entre otros. Esto posibilitó a la geografía contar con el ascendiente de áreas como las matemáticas, la geometría y la estadística o la historia, la sociología y las ciencias económicas. De tal modo, la interdisciplinariedad consintió a nuevas ciencias como la geografía humana o la geografía económica tener auges relevantes (Vila, 1982).

      A partir de los años cincuenta, la nueva geografía respondió a paradigmas matemáticos, de precisión y exactitud, buscando de nuevo una objetivación de la materia de conocimiento. A través del desarrollo técnico y tecnológico del siglo XX, la geografía y la cartografía contaron con nuevos sistemas de información que permitieron un rápido desarrollo mediante fotografías satelitales y sistemas operativos como el Global Positioning System (GPS). Esta geografía, por supuesto, fue de gran utilidad para Estados y empresas transnacionales al procurar el control social y al estudiar las áreas de productividad y mercado factibles para ser explotadas. Las mayorías hicieron parte de la geografía, si bien no para crear las representaciones de los espacios, sí para ser el foco de investigación de la distribución demográfica, de la estadística en la desigualdad social y la pobreza y de los prototipos de consumidores de productos ahora mundiales.

      Esta nueva corriente atacó la concepción regional-historicista. Los métodos cuantitativos se tomaron la geografía norteamericana la cual indujo otras geografías. Al volverse la geografía más matemática, hubo una importante geometrización en la concepción del espacio (Capel, 1981). Por ejemplo, Peter Hagget (1994) empezó a concebir el espacio como objeto de la geografía, mediante la definición de componentes del espacio como nodos, redes, jerarquías y flujos, además, sustentaba el espacio a partir de la interacción entre configuración

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